Parashá 34 BeMidbar
Números 1:1 – 4:20
¿Por qué la Torá fue entregada en el desierto?
Shalom
Javerim:
בס״ד - Bs”D – con la ayuda del cielo - estamos
estudiando esta semana la parashá “BeMidbar” (En el desierto). En esta oportunidad me gustaría que pudiésemos
comentar el siguiente versículo de nuestra bendita Torá:
“Dios hablo a Moisés en el desierto de Sinaí, en la tienda del
encuentro” (Bemidbar / Números 1:1) (Versión RV 1960)
וַיְדַבֵּ֨ר
יְהוָ֧ה אֶל־מֹשֶׁ֛ה בְּמִדְבַּ֥ר סִינַ֖י בְּאֹ֣הֶל מֹועֵ֑ד
La Torá nos
dice que HaShem hablo con Moshé en el desierto de Sinaí ¿Por qué razón la Tora
menciona el “desierto de Sinaí” ...?, ya que podría haber dicho: “HaShem
hablo con Moshé” solamente, las palabras “en el desierto de Sinaí”
parece poco necesarias para la construcción del versículo. Por lo que la sola
mención del “desierto del Sinaí” nos trae una hermosa reflexión que pasaremos a
comentar:
1.- El
desierto no tiene dueño, nadie puede apropiarse de él diciendo: “esta es mi
tierra”. Solo HaShem es el dueño del desierto y aunque sabemos que HaShem es
dueño de toda la creación, respecto del desierto podemos decir que no hay
disputa humana, pues la vida muy difícil llevarla a cabo en un desierto árido,
y sin agua. Por lo que el reto de vivir el desierto para el pueblo de Israel es
un verdadero milagro del Eterno, que los sostuvo durante 40 años, con agua,
mana y alimentos. Por lo que la reflexión es la siguiente: La Torá fue dada en
el desierto para que todas las personas tengan acceso a ella, solo los judíos,
no solo Israel, sino que también las personas de las naciones. HaShem quiere
que todos tengan acceso a los principios éticos y morales de la Torá y que ella
pueda perfeccionar al pueblo que le sirve, esto es a Israel y también a las
personas de las naciones. Pues hay principios universales de la Torá que aplican
a todos los seres humanos.
2.- El
desierto es un lugar de tierra seca, muy poca agua, es un lugar desalentador, un
lugar sin paisajes verdes y hermosos. Un lugar sin comida y sin vestimenta. Sin
embargo, es el lugar donde HaSHem decidió dar su palabra Eterna a su pueblo. ¿Por
qué razón? Vemos que en los 40 años que el pueblo de Israel anduvo de aquí para
allá en el desierto, no tuvo necesidad real de alimentos, ni de agua, a pesar
de fueron probados en este sentido, HaShem siempre los mantuvo. Es decir, no morían
de hambre, ni de sed, pero fueron probados en esto. Hay un pasaje de la Torá
que dice:
“Y te
acordarás de todo el camino por donde te ha traído HaShem tu Dios estos
cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo
que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos, Y
te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no
conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo
de pan vivirá el hombre, más de todo lo que sale de la boca de HaShem vivirá el
hombre” (Devarim/Deuteronomio 8:2-3)
El objetivo
de probar al pueblo en el desierto, en un lugar inhóspito es sacar la verdad de
sus corazones: “para saber lo que había en tu corazón”. ¿Y cual es el
objetivo de esto? Que la misma persona se vea a si misma como es lo que hay realmente
en su interior y logre identificar que es aquello que debe corregir y
rectificar. Pues luego dice: “si habías de guardar o no sus mandamientos”
pues el único obstáculo que tenemos para guardar los mandamientos es aquello
que hay en nuestros corazones. Y es ahí donde demos hacer la cirugía espiritual
para lograr el cambio real y definitivo que HaShem espera de nosotros.
3.- Del desierto
también aprendemos que hay personas que cuyo panorama espiritual es como un
desierto, seco, árido, con muy poca vida, pero a través del esfuerzo en la Torá
toda persona puede lograr llegar al nivel de un paisaje verde y floreciente.
¿Acaso la fuerza de la Torá no es Eterna y es la fuerza que creo el mundo? Del
mismo modo debemos creer que quien se esfuerza en la Torá puede crear en si
mismo, de un desierto un oasis floreciente.
El tema del
esfuerzo es crucial para todo en la vida. Sin embargo, al parecer estamos muy
acostumbrados a: “que HaShem nos cambie” y a que “HaShem nos salve”. Es
decir, necesitamos siempre a alguien que haga el trabajo por nosotros. Y esto
en cierto sentido es así. El hombre no puede cambiarse solo, ni puede salvarse
solo. Pero también es incorrecto creer que el hombre no deba hacer algo por cambiar,
ni algo por salvarse.
Y el desierto
representa el contexto de la vida donde la persona debe hacer su trabajo, que
se le pide, para lograr su rectificación y su salvación. Lo explicamos del
siguiente modo:
La carta de
hebreos dice: “el Mesías vino a ser autor de eterna salvación de aquellos
que le obedecen”. De este versículo aprendemos que a) el Mesías es
el autor de la salvación. Esto lo obtenemos como regalo de HaShem por medio de
la fe en su hijo, el Mesías Yeshua. b) La salvación es para aquellos que
permanecen en la obediencia al Mesías. Pues es evidente que no es justo, que la
salvación sea incluso para quienes han dejado los caminos de la obediencia.
Aunque esto ultimo no implica que gracias a sus obras son salvos, ya que como
bien sabemos, la salvación es un regalo divino por el cual nadie puede pagar.
Por otra
parte, la persona no puede decir que desde el día que creyó cambio totalmente
su forma de ser y ahora es un ser totalmente nuevo. Es cierto que la enseñanza
de Rab Shaúl dice: “las cosas viejas pasaron, he aquí son todas hechas
nuevas”. Esto debe entenderse en el sentido de que la persona ha pasado a
un nivel de conciencia superior respecto del pecado, la vida pasada inconsciente
espiritualmente ha sido totalmente renovada, y cambiada. Por lo que ahora la
persona tiene una conciencia de aquella lucha que el hombre debe librar contra
el pecado. Por ello es que el Rab Shaúl en otra parte también escribió: “¡Hay
de mí! Quien me librara de este cuerpo de muerte”. Por lo que el cambio en
la persona no es “instantáneo”, sino que es un trabajo, como quien trabaja en
un desierto, la persona puede pensar que no tiene sentido sembrar en una tierra
así. Sin embargo, se nos promete que seremos
ayudados con la fuerza de la Torá para lograr superarnos y transformarnos en
aquel varón que busca la estatura de un varón perfecto.
Abraham
ben Yaácov.
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