jueves, 12 de mayo de 2022

Parasha 31 Emor 5780 - UNA OFRENDA DEFECTUOSA



Parashá 31 Emor 5780 
COMENTARIO DE LA PARASHA SEMANAL DE LA TORÁ 
Levítico 19:1 – 20:27 

UNA OFRENDA DEFECTUOSA

Shalom Javerim:

ד - Bs”D – con la ayuda del cielo, estamos estudiando la Parashá semanal, que nos corresponde esta semana; Emor – “Decir” - En esta oportunidad me gustaría que pudiésemos comentar el siguiente versículo de nuestra bendita Torá:

“Ninguna cosa en que haya defecto ofreceréis, porque no será acepto por vosotros” (Vayikra/Levítico 19:20)

La parashá de esta semana nos habla acerca de la prohibición de presentar un korban defectuoso al Eterno. Lo cual nos lleva a la siguiente interrogante: ¿En términos prácticos de hoy, que es ofrecerle al eterno una ofrenda con defectos? Y aunque parezca que la respuesta es fácil, las escrituras nos muestran que, en realidad, no solo es fácil, sino que sumamente importante saber responder a esta pregunta.

La primera persona que presento una ofrenda que fue desaprobada por HaShem fue Caín. La Torá nos dice que Caín trajo: “una ofrenda del fruto de la tierra” y su hermano Abel: “llevó de los primerizos de su rebaño y de la grosura de ellos” – Finalmente la Torá nos dice: “Y YHVH consideró a Abel y a su ofrenda, pero no consideró a Caín ni a su ofrenda” (Bereshit 4:3-5)

El texto parece indicarnos cual fue el pecado de Caín, él trajo una ofrenda del fruto de la tierra, según el comentario del “meam loez”, lo que trajo fue linaza. Pero su ofrenda no fue “lo mejor” del fruto de la tierra, ni lo más seleccionado, ni los primeros frutos, sino que simplemente, trajo lo que estuvo en su mano traer, sin darle una mayor dedicación, ni esfuerzo a su ofrenda. De esto aprendemos que aprobación de una ofrenda, tiene que ver con hacer tu mejor esfuerzo, dar lo mejor de ti, pues quien así hace, muestra que tiene temor del cielo, y donde hay temor del cielo, ahí encontraras la perfección.

Por la otra parte, Abel trajo: “los primerizos, y la grosura de ellos”. Comenta el meam loez, que trajo lo mejor del rebaño de las ovejas, y no solo eso, sino que presento en ofrenda a las ovejas enteras, junto con su lana, pues no las había trasquilado aún. Abel presento su mejor esfuerzo, delante de HaShem, lo mejor de él, y bien hizo. Por eso se dice de Caín: “si bien hubieses hecho”, lo cual alude que la ofrenda de Abel fue hecha con perfección, pues tuvo temor de HaShem, ya que considero a quien le presentaría la ofrenda. 

De aquí se puede deducir una razón para la mitzva del “shaatnez”, que es la prohibición de mezclar “lana y lino”. Pues Dios detesto la ofrenda de Caín que fue Linaza, de donde se extrae el lino, y no la quiso ver mezclada con la ofrenda de Abel, que consistió en ovejas junto con su lana. Por ello Dios ha ordenado que no vistamos una prenda de shaatnez. (ver Deuteronomio 22:11). 

Aprendemos de esta historia que no se puede servir HaShem presentándole el cordero cojo. No es digno de Él, hacer una mezcla de algo defectuoso, para alguien que es perfecto. Sino que, se le ofrece al eterno una ofrenda perfecta, ya que él es perfecto. 

Por lo tanto, ¿Cómo podríamos nosotros llevar a la practica esto, sin que tengamos que ser derrotados por nuestra humanidad defectuosa? 

Esta escrito en el profeta Malaquías: 

“El hijo honra a su padre, y el siervo a su señor. Pues si yo soy padre, ¿dónde está mi honor? Y si yo soy señor, ¿dónde está mi temor? dice HaShem de los ejércitos a vosotros sacerdotes que menospreciáis mi nombre. Pero vosotros decís: "¿En qué hemos menospreciado tu nombre?" Ofreciendo sobre mi altar pan inmundo. Y vosotros decís: "¿En qué te hemos deshonrado?" En que decís: "La mesa de HaShem es despreciable.” Y cuando presentáis un animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Y cuando presentáis el cojo y el enfermo, ¿no es malo? ¿Por qué no lo ofreces a tu gobernador? ¿Se agradaría de ti o te recibiría con benignidad? dice HaShem de los ejércitos. Ahora pues, ¿no pediréis el favor de Dios, para que se apiade de nosotros? Con tal ofrenda de vuestra parte, ¿os recibirá él con benignidad? dice HaShem de los ejércitos. ¡Oh, si hubiera entre vosotros quien cerrara las puertas para que no encendierais mi altar en vano! No me complazco en vosotros - dice HaShem de los ejércitos - ni de vuestra mano aceptaré ofrenda. Porque desde la salida del sol hasta su puesta, mi nombre será grande entre las naciones, y en todo lugar se ofrecerá incienso a mi nombre, y ofrenda pura de cereal; pues grande será mi nombre entre las naciones - dice HaShem de los ejércitos. Pero vosotros lo profanáis, cuando decís: "La mesa del Señor es inmunda, y su fruto, su alimento despreciable.” También decís: "¡Ay, qué fastidio!" Y con indiferencia lo despreciáis - dice HaShem de los ejércitos-- y traéis lo robado, o cojo, o enfermo; así traéis la ofrenda. ¿Aceptaré eso de vuestra mano? - dice HaShem. ¡Maldito sea el engañador que tiene un macho en su rebaño, y lo promete, pero sacrifica un animal dañado al Señor! Porque yo soy el Gran Rey--dice HaShem de los ejércitos-- y mi nombre es temido entre las naciones.” (Malaquías 1:6-14) 

Después de leer este tremendo pasaje, uno podría preguntarse ¿Seria posible que esto, llegase a ser así? ¿Cómo podía el cohen de ese entonces, ofrecer un cordero ciego, enfermo o cojo, delante de HaShem y decir “ay, que fastidio!? ¿Es posible que esto suceda con nosotros?

La historia siempre se repite, y como dijo el predicador: “Lo que fue, eso será, y lo que se hizo, eso se hará” (Ecle. 1:9). El ser humano siempre termina repitiendo los errores del pasado, sino aprende de ellos, y mucho más si los olvida. Por lo que es evidente que en esta administración de los dones celestiales hayamos caído en exactamente lo mismo, en que cayeron nuestros padres. Mezclando la copa del Eterno con la copa de los demonios (1Cor. 10:21). Pues no podemos mezclar lo perfecto y santo, con lo defectuoso y profano.

Lo cierto es que la clave de todo está en el corazón. La Torá al final de las maldiciones relatadas en el libro de Deuteronomio en cap. 28 por haber desobedecido al eterno nos da la respuesta, de porque sucedió que se separaron del eterno: 

“Por cuanto no serviste a YHVH tu Dios con alegría y con gozo de corazón, cuando abundaba todo” (Deuteronomio/Devarim 28:47) 

Tenemos que encender las alarmas espirituales, cuando ya no estamos disfrutando estudiar la Torá, o cuando se nos hace gravoso elevar oraciones o canticos al eterno. O cuando el shabat se transforma en un trámite más. Demos revisar bien nuestras vidas, para que podamos advertir dentro de ellas, si HaShem es una prioridad realmente, o le llevamos cada shabat el cordero cojo, engañándonos a nosotros mismos, pensando que con eso bastará, y que él nos recibirá a pesar de nuestra ofrenda. No sea que HaShem mire mal nuestra ofrenda, y luego de eso comience para nosotros un largo exilio, como lo fue para Caín, y que Dios no lo permita, no podamos regresar de él. Y todo esto, porque olvidamos el primer amor, servir a HaShem con alegría, sencillez, y mucha devoción, como los primeros días cuando nos enamoramos de ÉL. 

Que sea nuestra oración, que ÉL nos permita despertar de nuestro sueño, que nos permita acercarnos a él, y salir del sueño espiritual en el que hemos caído, y seamos hallados dignos o por lo menos ser considerados vasijas de la gracia de HaShem, para que él nos reciba, y podamos realmente presentar nuestra mejor ofrenda de vida. 

Pues eso somos, una ofrenda viva (korban jai), y así está escrito: 

“Así que, hermanos, os exhorto por la gran misericordia de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro servicio racional. No os adaptéis al mundo, sino sed transformados por la renovación de la mente, para que comprobéis cuál es la voluntad de Dios: Lo bueno, lo aceptable y lo perfecto” (Romanos 12:1-2) 

אברהם בן יעקב 
Año Hebreo 5779 

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