viernes, 13 de mayo de 2022

Parasha 31 Emor 5777 / La profanación del nombre de HaShem



Parashá 31 Emor 5777 
COMENTARIO DE LA PORCIÓN SEMANAL DE LA TORÁ 
Levítico 19:1 – 20:27

Y continuamos con el estudio de nuestra Parasha Hashavua (Porción semanal). Esta semana nos corresponde estudiar la porción Emor (habla). Al final de nuestra Parasha se nos habla acerca de un hombre que profano el nombre del Eterno.

Según el Midrash, en dos ocasiones de forma muy especial el asunto de la profanación del nombre de Hashem:

“Guardad, pues, mis mandamientos, y cumplidlos. Yo Hashem. Y no profanéis mi santo nombre, para que yo sea santificado en medio de los hijos de Israel. Yo Hashem que os santifico, que os saqué de la tierra de Egipto, para ser vuestro Dios. Yo Hashem” (Vaykra – Levitico 22:31-33)

“En aquel tiempo el hijo de una mujer israelita, el cual era hijo de un egipcio, salió entre los hijos de Israel; y el hijo de la israelita y un hombre de Israel riñeron en el campamento. Y el hijo de la mujer israelita blasfemó el Nombre, y maldijo; entonces lo llevaron a Moisés. Y su madre se llamaba Selomit, hija de Dibri, de la tribu de Dan. Y lo pusieron en la cárcel, hasta que les fuese declarado por palabra de Hashem. Y Hashem habló a Moisés, diciendo: Saca al blasfemo fuera del campamento, y todos los que le oyeron pongan sus manos sobre la cabeza de él, y apedréelo toda la congregación. Y a los hijos de Israel hablarás, diciendo: Cualquiera que maldijere a su Dios, llevará su iniquidad. Y el que blasfemare el nombre de Hashem, ha de ser muerto; toda la congregación lo apedreará; así el extranjero como el natural, si blasfemare el Nombre, que muera” (Vaykra – Levitico 24:10-16)

Según un Midrash el hombre blasfemo era un “converso”, hijo de mujer Judía llamada Shlomit Bat Divrí, que se unió ilícitamente a un egipcio, el cual era el Padre del blasfemo. Según el midrash se trataba de una mujer conversadora, poco recatada, opuesta al concepto de tzeniut (modestia-recato), pues solía saludar a extraños con; hola y sonrisas. Su nombre era “Shlomit”, el cual podría significar que ella se dirigía a todos con los que se encontraba con un “Shalom a ti, “Shalom a todos”. Nos asegura el Midrash que Shlomit, no estaba cubierta por la presencia divina como las demás mujeres judías, debido a su comportamiento poco recatado.

Todo comenzó, cuando cierto día el capataz Egipcio, (padre del blasfemo) fue a la casa de la mujer, para buscar al esposo de ella, un israelita, para llevarlo a la obra del día, cuando ella lo saludo con una sonrisa, esto hizo que él le devolviera el saludo una vez que el esposo de la mujer se había ido a trabajar y así el egipcio complaciera sus viles deseos. El esposo de Shlomit vio que el egipcio salía de su casa y supo lo que había sucedido. Por temor a que esto se hiciera público, el egipcio castigo duramente al Israelita hasta el punto de propinarle duros golpes que lo habría matado.

Cuando Moshé estaba inspeccionando los campamentos de trabajo de Paró, noto que este Egipcio maltrataba a este Israelita, y decidió hacer justicia con el objeto de santificar el nombre de Hashem, y entonces pronuncio el shem hameforsah (el nombre de las 4 letras) sobre el egipcio lo cual le causo la muerte.

Leemos en la bendita Torá:

“En aquellos días sucedió que crecido ya Moisés, salió a sus hermanos, y los vio en sus duras tareas, y observó a un egipcio que golpeaba a uno de los hebreos, sus hermanos. Entonces miró a todas partes, y viendo que no parecía nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena” (Shemot-Ex 2:11-12)

Sin embargo, Shlomit concibió del egipcio un hijo que heredo de su Padre los mismos malos rasgos espirituales. Con el objeto de ridiculizar a los Benei Israel (Hijos de Israel,), el hijo de Shlomit, comenzó a ridiculizar las enseñanzas de Moshé. Moshé le había enseñado a la gente las leyes de “Lejem hapanim” (pan de la proposición) explicándoles que tenían que hornearlo todos los viernes, dejarlos sobre el “shuljan” (mesa) hasta el Shabat siguiente, y luego distribuirlo entre los cohanim. Dijo entonces el rasha (impío), luego de oír a Moshé:

¿“Es conveniente que en el santuario, el palacio del Rey, el pan se distribuya nueve días después de haber sido horneado, cuando ya está podrido”? y entonces comenzó a burlarse. Sin embargo Hashem había ordenado todo esto a propósito para crear un milagro, pues nueve días después el pan de la proposición permanecía fresco y templado como si estuviese recién hecho. Sin embargo este rasha (malo) no hizo caso, ni quiso creer en el milagro.

El hijo de Shlomit, no vivía dentro de la comunidad de Israel, sino que fuera del campamento junto con los impuros. Cierto día decidió llegar al campamento para vivir dentro de él, alegando que su Madre era originaria de la tribu de Dan, diciendo que tenía el derecho de estar dentro del campamento. Sin embargo un Israelita de la tribu de Dan le alego que “el orden del campamento depende de la estirpe del padre”, fue así cuando luego de discutir este asunto, llegaron al Beit Din de Moshé. Cuando los miembros del Beit Din oyeron a las partes, decidieron que el Israelita tenía la razón, la estirpe del Padre definía quien podía vivir dentro del campamento de una tribu israelita, todo esto debido a la tradición heredada desde Iaacov. 

Entonces el egipcio respondió furioso: “¿Quién era mi Padre?”, le dijeron: “¿El Egipcio al que mato Moshé”? ¿Entonces él lo mato, como lo hizo? Simplemente pronuncio el nombre de las cuatro letras de Di.s y tu padre cayó muerto. Cuando el hijo del egipcio escucho esto, enuncio el mismo nombre del Eterno, blasfemándolo y burlándose de él. Y fue llevado ante Moshé, el cual luego de consultar con Hashem, obedeció y le aplico la pena capital.

Cuando Moshé juzgo a este rasha, nos dice el Midrah que el Beit Din (Casa de juicio) aplico la siguiente halaja (ley de los Jueces) especial: En el tribunal durante la etapa final del juicio, todos se fueron excepto los jueces y testigos, ya que estos últimos tenían que repetir la infamia que había dicho el egipcio. Cuando los jueces oyeron lo que había dicho el malvado, se rasgaron sus vestidos, y luego siguieron un procedimiento especial: los testigos y los jueces que se encontraban allí realizaron semija (imposición de manos) posando sus manos sobre la cabeza del criminal, diciendo: “Tú has provocado tu propia sentencia de muerte, la culpa es toda tuya” (se excusaron ellos mismos por haber tenido que repetir y escuchar la terrible infamia, imputándole la falta al criminal) De lo cual aprendemos que la muerte o separación del malvado, eleva el temor y el respeto hacia el jilul Hashem (profanación del nombre divino), lo que permite que el pueblo libre su alma del juicio y de la muerte.

¿Cuánto importa el nombre de Hashem?

Mientras más dura es la pena o el castigo de la Torá respecto de la infracción de un mandamiento, más importante es el mandamiento. Por lo que si el castigo para una persona que profana el nombre de Hashem, es la pena capital, se debe a que el nombre de Hashem, jamás debe profanarse. Está escrito en la diez declaraciones de Shemot cap. 20. “No tomaras el nombre de Hashem tu Elohim en vano, porque no tomara Hashem por inocente al que tomare su nombre en vano”. Siendo las 10 declaraciones (10 mandamientos) la base para todos los mandamientos de la Torá, entendemos que es sumamente serio “profanar el nombre de Hashem”. El nombre de una persona contiene lo que esta persona es o representa. No se trata solamente (aunque también forma parte del cuidado que se debe tener del nombre)de una cuestión de pronunciar las 4 letras. Muchos grupos “Neo-Mesianicos” discuten sobre tal o cual pronunciación del nombre inefable, cayendo en exagerados juicios contra las personas que no se atreven a pronunciar como ellos el sagrado nombre. Sobre eesto debe existir mucho cuidado, pues no es lo uno ni lo otro. No profanar el nombre de Hashem está relacionado con el HONOR intrínseco que tiene nuestro Dios. Cuando alguien nombra a una persona delante de otra, si la persona tiene buen honor, todos dirán “fulano es honorable”, solo por haber oído su nombre. Cuanto más si él está presente. Lo mismo sucede con el nombre de Hashem, que transmite toda su santidad y honorabilidad. Cuando una persona decide públicamente seguir los caminos del santo bendito, se hace responsable de su nombre, es llevado el nombre del santo, donde quiera que vaya esta persona, dirán de él bien o mal, ligándolo con su servicio al Creador. Pues si hace bien se dirá: “este es un hijo de Di,s”, y si hace mal dirán: “Este es un hipócrita que habla de Di,s”. Por lo que la responsabilidad de mantener en la practica el honor del nombre de Hashem, es nuestra. 

¿Cuándo hacemos jilul Hashem?

El jilul Hashem dependerá del status que tiene la persona dentro de la sociedad, y dentro del pueblo de Hashem. No es lo mismo lo que hace un neófito, respecto de lo que hace un experto. Sus acciones pueden ser las mismas, pero el grado y nivel de conocimiento pueden pesar para sumar o restar importancia a las acciones de una persona cuando comete pecados que profanan el nombre Hashem. Rabi Iojanán explicó, "Yo profanaría el Nombre Divino si alguna vez fuera visto caminando por ahí y no estuviera comprometido con la Torá o no estuviera usando tefilin (filacterias)." (La gente no se daría cuenta de que yo no me sentía bien, sin embargo, concluirían que el estudio de la Torá no puede ser tan importante, después de todo, si un Sabio de renombre como yo no estaba constantemente ocupado con él.) Cada persona debe contemplar lo que constituye un jilul Hashem para él de acuerdo a su posición en la sociedad. Alguien que estudia la Torá tiene una gran obligación respecto de ella. Si el demuestra mal carácter o conducta poco refinada, profana el honor de la Torá y por lo tanto de Hashem que la dio.

Por ejemplo, no es lo mismo que las naciones profanen el nombre del santo bendito, a que Israel sea el objeto de la profanación del nombre santo. Nos enseño el Rab Shaul de Tarso:

“Tú qué dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de los ídolos, ¿cometes sacrilegio? Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios? Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros. (Romanos 2:22-24)

Como vemos, el judío e Hijo de Di.s, tiene la misión de llevar el nombre de Dios a las naciones a través de sus buenas acciones, esto es, a través de la observancia de los mandamientos de la Torá. Cada vez que un hijo de Dios, cumple con la Torá, está santificando el nombre de Di.s, cada vez que un hijo de Di.s no cumple con la Torá, está profanando, restándole honor e importancia al nombre de Di.s y a su decisión pública de ser y siervo de Dios.

Leemos en la Torá, en la porción de esta semana: “Y no profanéis mi santo nombre, para que yo sea santificado en medio de los hijos de Israel” la misión no es solo no profanar el nombre de Hashem, sino que no hacerlo para que él sea santificado en medio de Israel. Esto es a través del cumplimiento de las mitzvot, la persona “aparta” “separa” su vida para Di.s y logra santificar a Hashem y su nombre.

En la carta a los hebreos está escrito:

“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante” (Hebreos 12:1)

La nube de testigos que nos rodean, son las naciones que acusan a los santos cuando estos no dan testimonio vivo de su fe pública de servicio a Hashem, y al mismo tiempo son las que dan fe del buen comportamiento de los hijos de Di.s en medio de las naciones cuando estos hacen los mandamientos y así santifican el nombre del Eterno. El objetivó de la redención final y de la restauración de Israel, es que finalmente el nombre de Hashem, el honor del santo bendito que solo se comprende a través de los mandamientos, sea finalmente restaurado en las naciones, por eso está escrito en Ezequiel 36:20-31:

“Cuando llegaron a las naciones adonde fueron, profanaron mi santo nombre, porque de ellos se decía: Estos son el pueblo de HaShem, y han salido de su tierra. Pero yo he tenido compasión de mi santo nombre, que la casa de Israel había profanado entre las naciones adonde fueron. Por tanto, di a la casa de Israel: "Así dice el Señor HaShem: 'No es por vosotros, casa de Israel, que voy a actuar, sino por mi santo nombre”

Y También está escrito:

“Y haré notorio mi santo nombre en medio de mi pueblo Israel, y nunca más dejaré profanar mi santo nombre; y sabrán las naciones que yo soy Hashem, el Santo en Israel” (Ezequiel 39:7)

Nosotros podemos causar Jilul Hashem a causa de nuestros actos, la gente puede ponerse a pensar varias cosas de nosotros y juzgarnos mal, restándole honor al nombre del Santo que mora en nosotros. Pero también podemos lograr a través de la observancia de los preceptos Kidush Hashem (Santificación del nombre de Hashem). Cuando nuestro amado Mesías Yeshuá enseño diciendo: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre” nos revelo la importancia de pedir porque nosotros su pueblo cumplamos con nuestro propósito en el mundo, que es estudiar Torá y Hacer Torá, pues solo así se “santifica el nombre” del Padre. Debemos por tanto pedir por aquello y no solo pedir, sino que ser los miembros activos de esa petición, santificando el nombre de Hashem, a través del cumplimiento de los mitzvot. Nuestro Mesías Yeshuá nos enseño que el cumplimiento de las mitzvot por parte del pueblo de Israel, intensifican la santificación del nombre de Hashem en las naciones, ¿Cómo lo sabemos? Del pasaje que dice:

“Vosotros (Judíos-Israel) sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos (el mundo) los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres (las naciones), para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que están los cielos” (Mateo 5:14-16)

Si alguien profanaba el Nombre de Hashem y deseaba hacer teshuvá, ¿cómo debía expresarla? Debía santificar al Gran Nombre en todas las maneras en las que las profanó anteriormente. Por ejemplo, si habló lashón Hará (calumnias), causó un jilul Hashem con sus labios, él debería, por lo tanto, usar sus labios para hablar palabras de la Torá. Si él usó incorrectamente sus pies al caminar en dirección a un destino pecaminoso, debería apurarse a realizar mitzvot. Si empleaba sus manos con maldad, él debería ponerse tefilin y dar caridad, etc. El versículo que prohíbe la profanación del Gran Nombre de Hashem también ordena, "Y deberá ser santificado en el medio de los Bnei Israel"(Vaykra – Levitico 22:32). Las dos mitzvot se unen en la Torá como para darnos a entender que debemos remediar un jilul Hashem con el correspondiente kidush Hashem.

Shavua Tov – Buena Semana.

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