domingo, 22 de mayo de 2022

Parashat Bejukotai 5781 / "Trabajad por el pan que a vida eterna permanece"...

 



Shalom Javerim: 

ד - Bs”D – con la ayuda del cielo, estamos estudiando la Parashá, que nos corresponde en esta esta semana; Bejukotai – “en mis estatutos” - En esta oportunidad me gustaría que pudiésemos comentar el siguiente versículo de nuestra bendita Torá: 

אִם־בְּחֻקֹּתַ֖י תֵּלֵ֑כוּ וְאֶת־מִצְו‍ֹתַ֣י תִּשְׁמְר֔וּ וַעֲשִׂיתֶ֖ם אֹתָֽם

“Si andan en mis decretos y preservan mis mandamientos y los llevan a cabo”

(Levitico / Vayikrá 26:3)

El primer versículo de nuestra porción es condicional. La palabra hebrea “im” – “si” es la que condiciona todo lo que sigue a continuación en el versículo. Rashí comenta que en realidad la primera parte del versículo no se está refiriendo al cumplimiento de los preceptos en primera instancia, ya que luego dice “y preservan mis mandamientos y los llevan a cabo”. Y es ahí donde está hablando del cumplimiento y de la observancia de los mandamientos. Entonces la parte inicial: “im bejukotai” – “sin andan en mis decretos” – se refiere al estudio afanoso de la Torá. De aquí aprendemos que el estudio de la Torá nos lleva al cumplimiento de la misma. Y por el contrario el abandono del estudio nos aleja del cumplimiento de los preceptos de la Torá.

Es ser humano es una creación perfectamente imperfecta. HaShem creo al hombre con carencias espirituales con el propósito de que este pueda trabajar y en merito de su esfuerzo poder superarse y así cubrir las carencias con las cuales nació. Y es debido a esta naturaleza imperfecta del hombre es que es fundamental el esfuerzo en el estudio de la Torá, ya que como está escrito: “la Tora de HaShem es perfecta, que convierte el alma”. (Salmos/Tehilim cap. 19).

Hay todo un proceso, un sistema, y una estructura espiritual por el cual es necesario pasar para poder conseguir construirse y superarse, y dentro de este sistema el estudio de la Torá es básicamente fundamental, pues el estudio de la Torá nos hace reflexivos y nos saca de la comodidad espiritual motivándonos al cumplimiento de los mandamientos, pero no solo eso, sino que en un sentido más profundo: “que convierte el alma”, es decir que le permite a la persona el desarrollo de esa dimensión humana elevada que está potencialmente dentro de cada ser humano, para que él logre el mayor provecho posible.

Es decir, la expresión: “im bejukotai” “si anduviesen en mis estatutos”– Si bien tiene relación con el afanoso estudio de la Torá, podríamos entender estas palabras también como: “si trabajas y te esfuerzas” (lo cual incluye el estudio de la Torá) la persona podrá superarse. Pues sin ese esfuerzo no es posible finalmente llevar a cabo el cumplimiento de los mandamientos y por ende no podrá “convertir su alma” (Salmos/Tehilim cap. 19), lo que equivale a la corrección de la dimensión interna del hombre.

Hay un concepto que se enseña por los sabios del misticismo de la Torá, como el “pan de la vergüenza”. Que en pocas palabras es todo aquello que recibimos sin haber trabajado por ello. Cada vez que recibimos algo gratis, aquello es considerado como “pan de la vergüenza”, pues nos deja una sensación de vacío, que no entrega satisfacción alguna, ya que no hicimos trabajo alguno por aquello que se nos ha dado. En cambio, todo aquello por lo cual trabajamos y nos esforzamos, no es considerado el pan de la vergüenza, sino que como dice el proverbio 31, de la mujer virtuosa: “y no come el pan de la pereza”.  Ya que ella trabaja todo el día, y su pan es el resultado de su gran esfuerzo. Y luego el proverbio termina diciendo: “y alegre reirá el ultimo día”. Es decir, por su trabajo y esfuerzo sentirá alegría, satisfacción, felicidad. Pues solo ello, nos trae verdadera satisfacción espiritual.

Así lo enseño nuestro Mesías Yeshua:

“Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece” (Iojanan / Juan 6:27)

La comida espiritual de la que habla aquí el Mesía Yeshúa es el resultado del trabajo que realmente importa. El único trabajo del cual nunca debemos cansarnos, y al que nunca le debemos dar carta de renuncia. Solo este trabajo entrega verdadera satisfacción y felicidad.

La gente trabaja por el pan que perece. Es obvio, todos lo hacemos y buscamos el sustento para nuestras vidas y familias. Y sin duda hay una satisfacción en comer el pan que es resultado de nuestro trabajo. No la hay, cuando recibimos algo por lo que no hemos trabajado, ya lo dijimos. Pero el trabajo espiritual es el trabajo elemental de la vida y es el trabajo del cual no podemos tomar vacaciones.  Quienes trabajan por una casa, un vehiculó, por posiciones laborales, cosas necesarias sin duda, pero no fundamentales, lo hacen por cosas que finalmente perecen, y se van con la muerte de cada persona. Pero el trabajo por la Torá, su estudio y aplicación, el trabajo en la búsqueda del cumplimiento de cada aspecto de ella, el estudio que nos lleva a la práctica, es el trabajo por el pan que no perece, sino que por la comida que a vida eterna permanece.

Debemos reflexionar en todo aquello que hacemos en nuestro trabajo por el pan que no perece ¿Cuánto esfuerzo ponemos? ¿Es de calidad el trabajo que hacemos? ¿Ponemos ojo en los detalles de nuestro trabajo? ¿Cuán bueno es nuestro trabajo para HaShem en el cumplimiento de su palabra? ¿Cómo es que nos proponemos mejorar cada día? ¿Cuáles son las metas a corto plazo que nos proponemos para mejorar en el sirvió al Eterno? Cuando decimos que somos “siervos de HaShem” ¿pensamos en que realidad a diario debemos presentarnos ante HaShem para servirle?

HaSHem nos ayude a ser personas esforzadas y dedicas a trabajar por el pan que a vida eterna permanece.

Abraham ben Yaacov.

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