domingo, 31 de octubre de 2021

Parashat 06 Toldot 5774 / ¿Un guiso de lentejas o la salvación?

COMENTARIO DE LA PARASHA SEMANAL DE LA TORA
Parashá 06 Toldot 5774
Génesis 25:19 – 28:9

Shalom amigos, esta semana estudiamos la parasha Toldot, en ella leemos el relato de la historia de cuando Esav vende su primogenitura a su hermano menor Iaacov, por un plato de lentejas. Es muy interesante indagar en este suceso de la Torá, ya que este solo hecho, pudo sentenciar el futuro de una persona, que de un momento a otro, se convirtió en el segundo heredero de las bendiciones de su Padre. La venta de un plato de lentejas, logro quitarle a Esav, todo lo que tenía. Pues Esav, siendo el primer hijo de nuestro Padre Itzjak tenía el derecho legal de gozar de todas las bendiciones de la primogenitura que le correspondían, pero de un momento a otro, perdió todo aquello, que realmente nunca valoro.

La pregunta entonces que cabe hacernos es “¿Qué es vender la primogenitura por un plato de lentejas?” Respecto de esto el midrash, nos traer algunos interesantes datos, que nos pueden acercar un poco más a la idea de la Torá, para que así nosotros, no vendamos nunca nuestra primogenitura, por nada, y menos por un plato de lentejas.

La primogenitura es una posición de gran valor y honor, ante los ojos de HaShem. Según nuestra Torá, la posición del primogénito ante los demás hermanos, es de un doble honor. Nuestro Padre Abraham tuvo dos hijos, (y  luego más), Ishmael e Itzjak, de los cuales Ishmael era el primero, pero la bendición de HaShem, no correría por el hijo de la esclava Agar, sino que de la libre Sará. Asimismo nuestro Padre Itzjak tuvo dos hijos, el primero en nacer Esav, y el segundo en nacer, pero tomado del talón de su hermano, Iaacov. Este último desde el vientre revelando que su interés por los temas espirituales lo inquietarían toda la vida, hasta conseguir ser el primero.

No obstante, la Torá da testimonio de Esav, diciendo que sus ocupaciones e interés no eran espirituales, sino que materiales totalmente, es lo que vemos en el siguiente versículo:

“Y crecieron los niños, y Esaú fue diestro en la caza, hombre del campo; pero Jacob era varón quieto, que habitaba en tiendas” (Génesis - Bereshit 25:27)

La Torá nos revela que Esav “era un hombre de caza y de campo”. Esto nos muestra que su vida estaba basada en dos cosas: “el sustento físico y logros materiales”, esto es una contraposición de Iaacov. Pues lo que la Torá quiere mostrarnos es que Esav era lo contrario a su hermano Iaacov, pues mientras él estaba libre, y perdido en el campo, ocupándose de asuntos seculares, entreteniendo su ego, de Iaacov avinu la Torá nos da testimonio diciendo: “era varón quieto”, y el Midrash traduce diciendo: “varón integro”, pues dedicaba su vida al estudio y a la meditación de asuntos que trascendían espiritualmente, pues nos dice la Torá: “habitaba en tiendas”. De aquella expresión los distintos Midrashim nos muestran que nuestro Padre Iaacov era un hombre estudioso y erudito, que pasaba sus días, en las casas  o “tiendas” de estudio de Torá de aquella poca. Alguien se preguntara; “¿De qué Torá, si aun no estaba escrita?” De la Torá oral de sus Padres; Abraham e Itzjak, que le transmitieron a los dos hijos “Esaav, Iaacov”, pero que sin embargo, solo Iaacov, logro perpetuar en su alma y en sus hechos, a pesar de los errores y pecados cometidos en su vida. Venciendo las adversidades, llamándose más tarde; “el que pelea con Di.s y lo vence”, teniendo el merito de ser reconocido como un “varón integro que habita en las tiendas de estudio de Torá.

Siguiendo con el análisis de la vida de Esav, vemos además en el Midrash Baba Batra, que nos cita, que Esav había cometido un delito de inmoralidad sexual, además de haberle quitado la vida al hijo de Nimrod, que llevaba el mismo nombre de su Padre.

Ahora bien, esto nos muestra algo muy interesante, ¿Qué es vender la primogenitura? La interpretación tradicional nos dice que Iaacov le compro a Esav su hermano por un simple guiso de lentejas, su condición u honor de primogenitura. El Midrash por su parte, nos dice que luego de haber pecado Esav, con aquella mujer, y haberle quitado la vida al hijo de Nimrod, se presento con burlas delante de su hermano, quien preparaba para su Padre Itzjak, un guiso de lentejas, a causa de la muerte de Abraham. Pues el guiso de lentejas, no era una gran comida, sino que la comida de los que estaban de luto. Si es el Midrash, nos cuenta la verdad, que por tradición ha sido heredada de generación en generación, más deberíamos preguntarnos: “¿Perdio Esav su primogenitura por la simple compraventa de un plato de lentejas?”

Lo que nos dice el Midrash, no está lejos de lo que nos dice la carta a los Hebreos, donde leemos:

“Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura,  os estorbe,  y por ella muchos sean contaminados; no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas” (Hebreo 12:15-16)

Si analizamos, el escritor de hebreos relaciona; “la raíz de amargura” de una persona a “un plato de lentejas”, pues la comparación es evidente con lo que más adelante relata de la vida de Esav, que no pudo lograr la bendición de su Padre, aunque la deseo con lagrimas, pues el texto nos dice: “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios”, y luego nos dice las razones o circunstancias, que pueden dejar a la persona en una posición igual a la de Esav; “sin gracia de Dios”. Es decir, lo que leemos en este versículo, son pecados tan necios, representan tan poco valor, como lo es un plato de lentejas.

Si revisamos con más cuidado este pasaje de hebreos, veremos lo que más se parece al midrash que hemos compartido, es que el escritor de hebreos dice que Esav es un fornicario, y un profano. Y para sumar, les dice a los receptores de su carta; “ya sabéis”, como si efectivamente, este conocimiento heredado por tradición que leemos en el midrash, fuera un hecho conocido por los hebreos receptores de carta. Es decir, cuando el Midrash habla de los pecados de Esav y cuando hebreos habla de sus desviaciones, ambos están en armonía mostrándonos que es realmente: “UN PLATO DE LENTEJAS”

En realidad, no es la compraventa de ese plato de lentejas, lo que hace que Esav pierda su primogenitura, sino que son todos los hechos que antecedieron a esa negociación entre Esav y su hermano Iaacov, los que resultaron en vender algo tan valioso como su primogenitura, por algo tan común como un plato de lentejas. Pues en realidad, el plato de lentejas es solo un símbolo de aquello que Esav había elegido ser, hace ya mucho tiempo: “cuando quiso ser un hombre de campo y experto en la caza”, antes de ser un “varón integro, que vivía en las tiendas de estudio de Torá”. Esas características que nos muestra la Torá, son en realidad el aliciente que permitió que Esav finalmente, decidiera estar íntimamente con una mujer comprometida con otro hombre y quitarle la vida al hijo de Nimrod por razones egocéntricas, lo que lo convirtió en un profano. Es decir, en alguien que no le da valor a las cosas que realmente tienen valor, como su primogenitura, y que aumenta el valor de las cosas sin valor, dando incluso su vida por ellas: “la mujer” “la capa del hijo de Nimrod, por la cual lo mato”, y finalmente: “el guiso de lentejas de su hermano Iaacov”.  

Esto nos enseña que siendo nosotros la congregación de los primogénitos, debemos tener un gran temor y temblor delante de HaShem al conducirnos en toda nuestra forma de vivir. ¿Cuándo decidimos pecar, no estamos acaso haciendo lo mismo que Esav, quien vendió todo lo que tenía por un simple “guiso de lentejas”? No debemos actuar, como alguien que no toma el peso y la seriedad, que corresponde a los caminos del Santo de los santos. Aún más, cuando hemos sido beneficiados del regalo de la salvación, sin tener obras, ni meritos, ni pacto, ni ningún acercamiento a la Torá de HaShem por las vías legales y naturales, sino que todo ha llegado a nosotros como una inmensa muestra del infinito amor de Dios para con nosotros. Es decir, si a Esav no se le perdono, y le fue negada la misericordia de Dios, ¿Qué sucederá con nosotros? pues como está escrito: “¿Si el justo con dificultad de salva, que quedará para el impío?” Por esta razón está escrito:

“Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad, al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más, porque no podían soportar lo que se ordenaba: Si aun una bestia tocare el monte, será apedreada, o pasada con dardo; y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando; sino que os habéis acercado al monte de Tzion,  a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos,  a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Yeshuá el Mediador del nuevo pacto,  y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel. Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra,  mucho menos nosotros,  si desecháremos al que amonesta desde los cielos. La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra,  sino también el cielo. Y esta frase: Aún una vez,  indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas,  para que queden las inconmovibles. Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible,  tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor. (Hebreos 12:18-29)

Está escrito de Iaacov el verdadero primogénito: “No era esav hermano de Iaacov, dice HaShem, y ame a Iaacov” (Malaquias 1:2), y de Esav el falso primogénito: “A Esav aborrecí” (Malaquias 1:3) Por lo que entonces, teniendo tan grande elección divina sobre nosotros, sabiendo que él nos eligió, y no nosotros a él, ¿Cómo podremos vender todo lo que tenemos por un guiso de lentejas?

Shavua Tov – Buena Semana

Parasha 06 Toldot 5775 / ¿Como criar hijos, como formar generaciones?



COMENTARIO DE LA PARASHA SEMANAL DE LA TORA
Parashá 06 Toldot - 5775
Génesis 25:19 – 28:9

Esta semana estudiamos la parasha “Toldot” plural de “Tolda”, que quiere decir; “generación”, “descendiente”, “historia”, “memoria”, “crónica”. Se nos relata acerca de los descendientes de Itzjak, es decir; “Yaacov y Esav”, quien completaron “Su familia”. Los cuales nacerían del pacto matrimonial entre él y Rivka, como habíamos visto en la parasha anterior, que Itzjak se unió a ella en matrimonio, ella se sujeto a él siendo su esposa, y él la amo. Por lo cual vemos que el fruto de dicho amor fueron los descendientes de Itzjak, como lo dice la Torá:

“Estos son los descendientes (Toldot) de Itzjak” (Bereshit – Génesis 25:19) 

Una unión matrimonial tiene como fin principal, tener hijos y criarlos en pos del servicio de Hashem. Si alguien piensa que criar a los hijos tiene como fin, hacer q ue estos sean exitosos profesionales, está equivocado. Ante todo, tanto el Padre como la Madre tienen la misión de sustentarlos  en  la  enseñanza  del  temor  a  Hashem.  Papa  y  Mama,  se  preparan  con  gran devoción al Eterno con ese fin, ellos aprender para enseñar, ellos sirven a Hashem para antes de cualquier cosa, los hijos también sean servidores de Hashem. Los Padres que piensan en sí mismos, no cuidan de servir al Eterno, porque solo se preocupan de intereses superfluos. Los Padres que aman a sus hijos verdaderamente sirven a Hashem. Ellos no pretenden solo que sus hijos se sepan valer por si solos, siendo exitosos trabajadores o que aprendan de un oficio, (eso es solo una parte de formar a los hijos). En la vida real, que es muchas veces cruda y difícil, los  hijos  se deben  entrenar para ser hijos de Eterno. Los  Padres,  que  son  buenos instructores de sus hijos, a pesar de las decisiones que ellos tomen  cuando sean adultos, estarán cumpliendo con la voluntad del Eterno y cambiando el mundo de sus hijos, que jamás olvidaran la enseñanza que recibieron, y les brindaran herramientas eternas, que ellos podrán utilizar ante cualquier amenaza o dificultad.

Nuestro padre Itzjak sabía que la familia estaba incompleta sin hijos., por eso le rogo al Eterno por hijos. De hecho, en la cultura hebrea bíblica es una bendición tener hijos y una maldición no tenerlos. Se nos dice en el Talmud, que Hashem tiene “llaves” que los hombres no pueden tener. Una de esas llaves, es la matriz de una mujer. Solo el Eterno puede abrir “con su llave” la matriz de una mujer para que esta conciba un hijo, el milagro de la vida es concebido en el cielo, y desde allá, se dictamina quienes serán los benditos de tener el privilegio de ser Padres.

La matriarca Rivka, era estéril cuando se caso con Itzjak a la edad de 40 años. Nos dice la Torá que: “Itzjak suplico a Hashem, frente a su esposa, porque era estéril” Es decir; ambos elevaron suplicas, cada uno frente del otro, y Hashem oyó a Itzjak, junto a la oración de su mujer. Esto nos muestra, que la oración matrimonial, puede mucho, tanto, que es capaz provocar milagros como el mover la voluntad de Hashem, para que él pueda abrir la matriz de una mujer estéril.

Itzjak y Rivká tuvieron que esperar 20 años antes de tener hijos, Rajel la esposa de Yaacov, tenía que esperar 14 años antes de tener hijos y Janá fue estéril durante 19 años, según el Midrash. En el versículo 26 de esta porción, está escrito que Itzjak tenía 60 años cuando su esposa dio a luz a Esav y a Yaakov. Esto significa que Itzjak tenía que orar durante 20 largos años. Nada es sencillo, nada es tan fácil, sobre todo cuando de grandes hombre de Hashem se trata. Y de esto estamos hablando, en este comentario; Dios como Padre, siempre estará atrás de cada suceso de la vida de un hijo suyo, tratando de formarnos y educarnos, como él espera que también eduquemos a nuestros hijos.

Tener hijos es importantísimo, tanto, que la Torá nos deja ver claramente que uno debe orar a Hashem para tener hijos. La sociedad secular de hoy, sin embargo, nos di ce que mientras menos hijos tengamos, mejor. Se nos dice, que si una pareja posterga la llegada de los hijos, podrá “disfrutar más”, pues tener hijos es sinónimo de “no disfrutar”.   ¡No saben lo que se pierden! que alejada esta nuestra sociedad de los principios morales de la Torá. Quizás esto también   nos   haga   meditar   en   los   métodos   anticonceptivos   que   usamos   en   nuestro matrimonio, tema que en el Judaísmo se trata a fondo. Cuanto más claro tenemos entonces el panorama, en cuanto a los temas contingentes de hoy en nuestra sociedad, como el del aborto, sin  duda  que  Hashem  no  aprueba  el  crimen  del  aborto.  También  las  mujeres  debiesen analizar, cuando deciden operarse para no tener más hijos. Tengamos cuidado, porque la Torá promueve el nacimiento de hijos, la vida y no la muerte.

¿Por qué es tan importante criar y formar a los hijos? Cuando nacieron los hijos de Itzjak “sus generaciones”, él no sabría qué problemas tendría con ellos en el futuro. Cuando nosotros como Padres tenemos hijos, al igual que Itzjak, estamos comenzando “nuestras (toldot) generaciones”, y recae sobre nosotros la misión criar y formar a esas generaciones, pues no sabremos qué problemas nos traerán sus vidas cuando sean adultos.

Está escrito en las sagradas escrituras:
 “Los hijos son la provisión de YHVH; el fruto del vientre, Su recompensa” (Tehilim-Salmos 127:3)
Las provisiones, o “herencias” como dice otra versión, no se deben mal utilizar, se deben cuidar y proteger, para que a la larga nos den sustento, cuidado, y se transformen en las honras que el cielo dará a nosotros, como recompensa de lo bien que hicimos cuidando dichas herencias. Así son los hijos, como una herencia, como provisiones del cielo; un capital que debemos cuidar, ¿Cómo? invirtiendo en ellos tiempo, dedicación, dándoles formación, estudio, suplicas, oraciones, ayunos, desvelos, trabajo arduo, y mucho más. Todo esto, para que en un futuro nos traigan del cielo, todas esas inmensas alegrías reservadas para los que les impartieron Torá a sus hijos, como la Honra que le dio Itzjak a su Padre Abraham.

¡No hay bendición más grande que la de tener un hijo!

La Bendita Tora nos dice: “Abraham era anciano entrado en años y El Eterno había bendecido a Abraham en todo (Bakol)” (Bereshit  – Génesis 24:1) Este relato comienza justo cuando Abraham ordena a su siervo que le jure que NO ha de tomar mujer cananea, para su Hijo Isaac”. ¡Solo cuando Abraham había sido Padre, la Torá pudo declarar de él que había sido bendecido EN TODO! Y no antes, pues la misma Tora nos dice en Bereshit – Génesis 15:1-7, que a pesar de la gran  bendición que Hashem le  estaba impartiendo a A bram, él aun  se quejaba que no tenía hijos que lo heredasen.

Solo después que Isaac nace, la Torá dice que Hashem había bendecido a Abraham en Todo, ahora todas las promesas que Hashem le había dado serian traspasadas a su hijo, y asi a sus descendientes. Con los hijos, llegan las bendiciones concretas del Eterno, por eso está escrito que: “Herencia de Hashem, son los hijos”… ¿Y cómo afirmamos esto? Cada letra hebrea tiene un valor numérico, y a través del estudio de la Torá podemos concluir hermosas enseñ anzas a través de este sistema, llamado Guematria.

Las palabras "en Todo" en hebreo suena así: “Bakol”y contiene las siguientes letras hebreas, con sus respectivos valores numéricos. Veamos qué resultado obtenemos de la suma de cada valor:

ב = 2
כ = 20
ל = 30

  
= 52.

Veamos ahora el valor numérico de la palabra “Hijo”, que en el hebreo se expresa mediante la locución “ben”.

ב = 2
ן  = 50

  
= 52
  
La igualdad numérica existente entre ambas locuciones “Bakol” y “Ben” (En todo e Hijo) revela
que El Eterno bendice a un hombre EN TODO, cuando este es Padre de un Hijo. Por esta misma razón está escrito:
 “Entrena a un muchacho en el camino que debe seguir; y no se apartará del él ni en la edad avanzada” (Proverbios 22:6)
¿Cuánto estamos haciendo por educar a nuestros Hijos? Dejamos a nuestros hijos en manos de profesores seculares, que creen en la evolución, que promueven el homosexualismo, el humanismo, y nos escondemos en nuestro estrés diario, para no dedicar tiempo a nuestros hijos. Te hago algunas preguntas: ¿Tu hijo ya sabe decir la Shema? ¿Tu hijo sabe que el Dios de Israel, es el Único Dios? ¿Le enseñas cada noche en su habitación las historias de las sagradas escrituras? El televisor, los deportes, el trabajo, nuestros propios intereses, las escusas, nos están sacando de las manos el cuidado de nuestros niños. Está escrito en los profetas, “este pueblo perece por falta de conocimiento”, lo mismo es aplicable para nuestros hijos, si ellos no adquieren conocimiento de nuestro Dios, perecerán en su ignorancia, y nosotros seremos los responsables de ello.

Encarecidamente nos encarga la Torá:

“Incúlcaselas a tus hijos. Recítalas cuando estés en tu casa y cuando estés de viaje, cuando te acuestes y cuando te levantes” (Devarim – Deuteronomio 6:7)
Nos dice la Torá en el verso 22 de esta porción, en el capítulo 25, que estamos estudiando, que cuando Rivká quedo embarazada: “Los hijos pugnaban dentro de ella”. Nos cuenta un midrash que Rivká estando embarazada pasaba fuera de un  centro idolátrico  y “Esav” se movía fuertemente, y que cuando pasaba por fuera de una casa de estudio de Torá (Yeshiva) “Yaacov”,  se  movía  fuertemente,  así  peleaban  dentro  del  vientre  de  Rivká.  Esto,  con  el propósito de mostrarnos cuan distintos seria en el futuro, estas generaciones que se formaban en el vientre de Rivka: Esav representando al mal que no valora las bendiciones espirituales, pues las cambia por un plato de lentejas, y Yacoov, que a pesar de sus luchas internas, está representando al Israel, que vence el mal, para ser el elegido de Dios.

¿Qué pasaba por dentro de la cabeza de Itzjak, antes de que sus hijos crecieran? Yo creo que Itzjak quería ser tan buen Padre como lo fue Abraham con él, y quería que sus hijos fueran tan buenos hijos como lo había sido él con Abraham.

Leemos en la segunda parte del versículo 19, cap.25:

“Hijo de Abraham; Abraham fue el Padre de Itzjak” (Bereshit – Génesis 25:19)
¿Qué necesidad había de mencionar dos veces a Itzjak como hijo de Abraham? Explica un Midrash, que Itzjak era el orgullo de Abraham, y que Abraham era el orgullo de Itzjak”. Es decir, ambos se honraron mutuamente: Abraham le dio toda su enseñanza de Torá a Itzjak, tanto, así, que hay quienes interpretan este versículo que acabamos de leer, que en apariencia física, Itzjak era idéntico a su Padre Abraham, para que no hubieran dudas de que Abraham era su padre y él su hijo. Y por otra parte, Itzjak honro a su Padre, con el amor tan grande que tuvo hacia Hashem, cuando no se opuso frente a la orden del cielo, obedeció para subir junto a Abraham, a la cumbre del monte Moria, entregando su vida como ofrenda, la cual Hashem recompenso, dando grandes honores al Padre y al Hijo.

¿Qué bonita, la relación que hay entre un Padre y un Hijo cuando ambos temen y sirven a Hashem? Esto, es lo que se consigue cuando el Padre cumple y enseña a los hijos en el temor y en el servicio a Hashem, y cuando los hijos cumplen y obedecen a sus Padres.

Como está escrito por el sabio Shlomo:

“Un hijo sabio hace feliz a su padre; un necio humilla a su madre” (Proverbios 15:20)
Los Padres tienen la misión de ser enseñadores, pero todo enseñador debe tener alguien de quien  un día  aprendió,  la  regla  es  fácil,  y  nos  la  enseño  nuestro  amado  Mesías  Yeshua:

“El siervo no es mayor que su Señor, ni el alumno mayor que su Maestro”

Por lo cual, la transmisión de las enseñanzas, forman parte de un ciclo interminable y Eterno, todo salió del gran Maestro de maestros, Hashem bendito sea, y todo vuelve a él. ¿Es decir: él enseño, y aun enseña, nosotros enseñamos y finalmente seremos enseñados por él. El maestro tuvo su maestro, y el que hoy es Padre, un día también fue hijo.

Nadie es Padre si no tiene un Hijo, y nadie es Hijo, sino tiene un Padre, dijo un Rabino, un hombre de Dios, y es  que no se equivoco. Todo  Hijo necesita ser enseñado de su Padre. Nuestro pueblo Judío nos lo ha enseñado a través de las generaciones, a través de la transmisión oral de las enseñanzas de la Torá, de Padres a Hijos y de Maestros a discípulos, que esa ha sido la única razón de la existencia de un pueblo tan pequeño y tan odiado co mo el pueblo Judío. Esto nos enseña que la Eternidad de una generación, solo se consigue a través del aprendizaje y la  transmisión de las enseñanzas. Creando un  círculo interminable que permite que las generaciones futuras, formen él Pueblo de Hashem del mañana, sin temor que alguien pueda quitarles su identidad o su sentido de pertenencia, pues al ser un pueblo que se preocupa de aprender y educar, se transforma en un pueblo con generaciones eternas, dignas de seguir existiendo.

¿Tu quieres la Eternidad de tu hijos, y de tu familia? Déjate enseñar, y luego enséñales lo que realmente les conviene. Como está escrito:

“El mundo y sus deseos pasa, más lo que hacen la voluntad de Hashem permanecen para siempre”. NO se puede criar, ni formar, sin ENSEÑAR, pero no se puede ENSEÑAR sin APRENDER, de alguien que a su vez aprendió y recibió de otro.

Yeshuá nuestro amado maestro decía: “Todo lo que mi Padre me dice que diga, esto yo
digo”.

En las Yeshivot (casas de estudio de Torá) el Rabino, es el Padre espiritual de los discípulos. El Rabino casi siempre, tiene un hijo, el cual recibió de su Padre todo lo que él sabe, para que a su vez,  el  hijo,  pueda  seguir  transmitiendo  las  enseñanzas  de  su  Padre  a  los  demás  hijos  y alumnos que participan y viven en la comunidad. Cuando el Rabino Padre está viejo, y su voz ya casi no se escucha, el Rabino Hijo, es quien dirige la asa mblea y enseña a los asistentes las palabras de Torá que recibió de su Padre. Cuando uno de la asamblea quiere preguntar, luego de la pregunta, el Rabino hijo contesta: “Todo lo que mi Padre ha dicho que diga, esto diré yo”. Lo cual nos muestra, que la figura Judía de las Yeshivot, que se da entre el Rabino Padre y el Rabino hijo, es la misma, que hay entre Yeshuá el Rabino Hijo y Hashem el Rabino Padre.

El emisario Shaul de Tarso escribió:

“Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí,  esto haced;  y el Dios de paz estará con vosotros (Filipenses 4:9)

“Por lo demás,   hermanos,   os rogamos y exhortamos en el Señor Yeshua,   que de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más (1 Tesalonicenses 4:1)
 ¿Qué son estas palabras de Shaul? Son pura transmisión oral, enseñanzas que se impartieron a personas que como hijos se sujetaron a los que les enseñaban. Maestros que recibieron de otros Maestros las enseñanzas que ahora imparten, logrando así generaciones eternas que aún estudian y aprenden de dichas enseñanzas.

¿Cómo se puede criar hijos, como se puede formar una generación? Cada vez aprendemos de otro, cada vez que nos sujetamos a uno mayor, comenzamos una unión sobrenatural con el ejemplo celestial entre Yeshuá Hijo y Hashem Padre. Permitiendo así, que nuestros hijos y alumnos puedan también generar ese lazo con la Eternidad. No hay cabos sueltos, todo es parte de una perfecta y eterna unidad. Como si la escalera de la jerarquía espiritual, impuesta por Hashem, la que vio Yaacov, estuviera en medio nuestro, bajando de ella, los poderes del mundo celestial, trayendo los poderes del mundo venidero, pero al mismo tiempo, subiendo por ella los logros de la justicia y la bondad que se logran a través del la Torá. Creando de ese modo hijos capaces y preparados, que enseñaran a sus hijos, pero estando sujetos a otros. Hijos que traspasaran el umbral de la pobreza espiritual y harán heredar a las futuras generaciones el poder de buena noticia plasmada en la bendita Torá, y porque no decirlo: Hijos que nos adentraran en la llegada del Mesías Rey, y el comienzo del Mundo venidero.

Shavua Tov (Buena Semana)

Parashat 06 Toldot 5781 / La plegaria que lo cambia todo

 

COMENTARIO DE LA PARASHA SEMANAL DE LA TORA

Parashat 06 Toldot -  5781

Génesis 18:1 – 22:24

LA PLEGARIA QUE LO CAMBIA TODO

Shalom Javerim:

Esta semana estudiamos parashat Toldot (generaciones), y nos encontramos con el episodio en el que vemos a nuestro Padre Itzjak haciendo suplicas al Eterno por su mujer, la cual no podía tener hijos.

Está escrito en nuestra bendita Torá:

“Itzjak rezó insistentemente al Eterno frente a su mujer, pues ella era estéril. El Eterno se dejó convencer por él,  y su mujer concibió” (Bereshit/Génesis 25:21)

En las porciones anteriores vimos que nuestro Padre Abraham no pudo tener hijos de inmediato con su esposa Sara, antes de que HaShem se le revelara y cumpliera lo que le había prometido respecto de tener un hijo, al cual engrandecería. Vemos que el mismo patrón de Abraham, se repite en su hijo Itzjak. Ambos tienen esposas las cuales no pueden tener hijos y ambos tendrán que tener acceso a un milagro de HaShem, para poder tener descendencia.

Esto nos enseña que hay estructuras que se repiten entre un Padre y un Hijo, y que todos formamos parte de un “árbol”, donde cuyas ramas, van marcando una tendencia de cómo será nuestra vida en este mundo. Quizás se cierto, que la manzana no cae lejos del árbol.

Por ejemplo, en una familia donde hubo problemas con el dinero, robos, estafas, vicios, o asuntos similares, es posible que en la tercera o cuarta generación, tenga problemas con este mismo tema y se repitan los patrones, como lo dice la Tora: “Yo visito la maldad de los padre sobre los hijos, hasta la tercera y cuarta generación”.

Ahora bien, también esto puede darse en el sentido positivo. Si obedecemos a HaShem, nuestra descendencia puede beneficiarse, como lo dice la Tora: “hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos”.

Ahora bien, los patrones de nuestros antepasados pueden darse en nosotros, también como una prueba de fe y confianza en el Eterno, como le sucedió a Itzjak respecto de lo que ya le había sucedido a su Padre Abraham que fue probado respecto a esta “imposibilidad” de dejar descendencia.

Sin embargo, vemos que Itzjak sabía que la solución para cambiar el patrón espiritual heredado, fue el mismo que su padre Abraham uso. La escritura dice. “Creyó Abraham a HaShem y le fue contado por justicia”. Lo cual nos muestra que el poder de la fe y la confianza en HaShem pueden cambiar los patrones heredados. La fe es fundamental para cortar el común denominador de estos patrones espirituales que hemos heredado. Pero no la sola fe, sino que la plegaria como acción concreta de dicha fe.

Cuando la Torá nos cuenta lo que sucedió con nuestro padre Abraham: “Lo llevó fuera, y le dijo: Ahora mira al cielo y cuenta las estrellas, si te es posible contarlas. Y le dijo: Así será tu descendencia”. Nos está diciendo que el poder de cambiar la realidad, está basada en la fe que tuvo Abraham en la palabra de HaShem. Es decir, podemos cambiar la realidad de nuestras vidas, los patrones familiares, e incluso las tendencias espirituales, si creemos en la palabra de HaShem, y luego actuamos conforme a ella.

Esto es lo que sucedió con nuestro Padre Itzjak, nos dice la Torá: “Itzjak rezó insistentemente al Eterno”. Respecto de esta forma de hablar con HaShem, el comentarista Rashi indica que el verbo implica que INSISTIO ABUNDANTEMENTE por medio de rezos. Es decir Itzjak tenía la seguridad de que las cosas pueden cambiar, y van a cambiar, si hay acceso al mundo espiritual, donde está la raíz de todo, es lo que le permitió a nuestro Padre finalmente a obtener la respuesta que él y su esposa esperaban.

El reto y la prueba para Itzjak, fue justamente prolongarse en oraciones y rezos, pues HaShem ama las oraciones de los justos, como explican los sabios de nuestro pueblo, pues de otro modo no podría Itzjak haber “entendido” cabalmente que la respuesta venia del cielo, y que solo en los mundos espirituales se crean las respuestas y las soluciones en esta vida.

Solo cuando Itzjak oro fervientemente pudo convencer al Eterno. Esto nos enseña que cuando la persona le habla todos los días al Creador, demuestra que tiene emuná en ÉL, y eso le entrega un grado de cercanía muy grande con su Creador, y por lo tanto, se le abren las puertas de la respuesta. Pero por otro lado, cuando la persona, no habla todos los días con su Creador, está de una u otra forma, diciendo con dicha acción, que no depende de su Creador en todo lo que espera de la vida, pues cree que ella tiene la capacidad de manejar su propia vida, ignorando que en realidad, lo único que hace es dejarse llevar por los patrones y estructuras que gobiernan el mundo espiritual de su vida, trayendo como consecuencia ningún cambio a aquellas partes que heredo de sus antepasados y que está obligada a rectificar en su vida para ser feliz.

Podemos comprender entonces lo importante que es la plegaria personal e individual con nuestro Padre celestial:

La tefila de Itzjak y Rivka se sumaron y por ello lograron la respuesta espiritual que género un cambio en sus realidades. Esto está en armonía con las palabras del Mesías Yeshúa: “que si dos de vosotros se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan aquí en la tierra, les será hecho por mi Padre que está en los cielos”.

Explican nuestros sabios que Rivka nació sin útero, por lo cual no podía tener hijos, pero nuestro Padre Itzjak oro por ella, lo cual nos muestra el inmenso poder de rezar por otros. El poder de la tefila, es el poder del amor, el poder de compartir, mediante ella podemos lograr cambiar nuestras realidades y las realidades de otras personas, rezar por otros, es crear milagros para otros.

En el mismo sentido nuestros sabios explican que: Que solo la plegaria pudo mitigar el mal decreto que había contra Rivká, esta estructura y patrón espiritual negativo que había en ella, y también contra Itzjak, solo pudo ser cambiado por el poder de la plegaria. Rabí Najman enseña que el valor numérico combinado de los nombres: “ITzJaKL y RiVKaH, es el mismo valor numérico de la palabra TeFiLaH, pues ambos tuvieron que invocar el poder de la plegaria para poder cambiar sus realidades.

El fruto de la plegaria de Itzjak, es el nacimiento de dos personas que marcan la tendencia espiritual en el hijo del Eterno: Esav y Yaacov. Esav le fue dicho: “por tu espada vivirás”. Que es la persona que vive sin la plegaria personal, quien piensa que solo en este mundo podrá ser exitoso, sin la necesidad de esperar vivir para el Eterno y por el Eterno. Pero Yaacov es sin embargo se dice: “Que Dios te otorgue el roció de los cielos y las grosuras de la tierra”. Lo cual es el reflejo de la persona que vive por el Eterno, para el Eterno, mediante la plegaria personal, y que sabe que puede cambiar las realidades y las estructuras espirituales que heredo, y que finalmente es capaz de ser un co-creador de su realidad.

HaShem nos ayude para poder hacer de la plegaria nuestra forma de vida, para que a través de la emuna y la súplica podamos cambiar las tendencias y patrones que hemos heredado.

Shalom en el Mesias Yeshua.


sábado, 23 de octubre de 2021

Parasha 05 Jaie Sara 5775 - ¿Cuanto vale una mujer temerosa de HaShem?


COMENTARIO DE LA PARASHA SEMANAL DE LA TORA
Parasha 05 Jaie Sara 5775
Génesis 23:1 – 25:18

Jaie Sara “La vida de Sara” es la porción que nos corresponde estudiar, leer, y disfrutar esta semana. Como todas las porciones de la Torá, contiene una sabiduría ilimitada y única en relación a las demás porciones de la bendita Torá. 

Esta parasha comienza con hablándonos de la “vida” de una mujer que ha muerto, una paradoja inmensa, la bendita Sara a muerto. Sorprendentemente la Tora usa la palabra hebrea “Jaie”, que significa entre varias cosas “existencia”. De ahí que los traductores colocan la palabra “vida”, pues la existencia de una persona es la “vida”. Sin embargo, la palabra “VIDA” en singular en la Tora, NO existe. Pero SÍ existe la palabra “Jaim” que quiere decir: “Vidas”, y es por eso, que en este sentido, podríamos traducir las primeras palabras de esta porción como “las vidas de Sara” (plural), quizás, para mostrar que la mujer que ama y teme a Hashem, transciende a la muerte, y no solo eso, su “vida” singular e individual, viene a representar en realidad, “las vidas” de muchas mujeres que a causa de su servicio, amor y devoción al Creador, se verán directamente afectadas formando parte de la vida de la bendita Sara. De aquí es que entendemos porque al bendecir a las niñas decimos: “Que Hashem te haga como a Sara…”, pues la vida de la matriarca del pueblo Judío, en realidad son; “las vidas” de las millones de hijas de Israel que nacerían en el futuro, que existen en nuestro presente, y que nacerán mañana. Todas estas Judías, e incluso no-Judías; están ligadas, al ejemplo, conducta, fe, amor, y fidelidad contenido en la vida de la bendita Sara. Por eso la Torá nos podría insinuar: “las vidas de Sara”. Porque una mujer temerosa de Hashem es una fuente de vidas, un recipiente de luz para todas las mujeres que se acercan con temor y temblor delante del Creador. 

El exegeta Rashi cuenta que en la vida de Sara, según nos dice el mismo verso de la Torá podría resumirse en tres etapas, pues leemos: “Sara vivió 127 años”, sin embargo en el texto hebreo leemos literalmente: “100 años, 20 años, y 7 años”, mostrándonos que era tan pura a los 100 años como a los 20 años, y tan hermosa a los 20 como a los 7 años. De aquí aprendemos un hermoso misterio, la belleza espiritual de las mujeres se desarrolla en la pureza de los 7 años o por decirlo de algún modo transmiten la pureza que la mujer debería tener toda su vida. La palabra hebrea Tiferet, "belleza", es la central de las siete emociones del alma, amor, temor, compasión, confianza, sinceridad, veracidad y humildad. El origen del encanto y la gracia de una niña pequeña de 7 años es la compasión natural que hay en su alma por todos los seres vivientes. A los 20, Sará era tan completamente bella en todas sus emociones del alma como una niña de 7. 

Ese es el contexto inmediato en cual se desarrollara una historia maravillosa, de amor genuino entre un hombre y una mujer, pero por sobre todo, la historia que continuara el virtuosismo de la bendita Sara en la vida de la bendita Rivka. Nos cuenta la Torá, que luego de la muerte de Sara, nuestro Padre Abraham busco esposa para su hijo Itzjak, para lo cual encargo encarecidamente a su siervo Eliezer, que buscara esposa entre la familia de su Padre. 

Aunque hoy nos parezca extraño a los ojos de nuestra sociedad la mujer de los tiempos bíblicos era mirada como una especia de “adquisición”, y entiéndase bien, (dentro de los márgenes del respeto) tomar una mujer era casi una transacción, que sin embargo, no se llevaba a cabo sin el consentimiento de la mujer, como vemos en esta historia que sucedió. Esto nos enseña, que la mujer tiene UN GRAN VALOR, y de ningún modo podría significar que la mujer era tomada con un objeto o producto comercial, sino que como una vida tan importante, que gastar todo lo que se tuviese no era suficiente, para poder obtener la voluntad de una mujer y traerla consigo. También, esto le daba seguridad y estabilidad a esa mujer, y representaba una bendición del cielo que una varón pudiente fijara en ella su interés para tomarla por mujer. Nos cuenta la tradición Judía y también el texto de la Tora (Bereshit – Génesis 24:37), que Abraham le había cedido a Itzjak todos sus bienes para que le resultase más fácil hallar una candidata. Justamente porque “una mujer” tenía y tiene un gran valor es que un hombre debía invertir en su búsqueda todo lo que fuera posible. 

Como vemos hay todo un esfuerzo económico, pero también un esfuerzo espiritual y emocional, para hallar una buena esposa para el hijo de Abraham. No era fácil la tarea, es más una gran responsabilidad, la que tenía Eliezer el siervo del patriarca. Ahora podemos entender las palabras del sabio Shlomo (Salomón): 

“Mujer virtuosa ¿dónde se hallará? ¡Es más valiosa que las piedras preciosas!” (Proverbios 31:11) 

No es sencillo encontrar una mujer “virtuosa”, según el sabio, tiene un gran valor, superior al de las piedras preciosas. Este famoso pasaje del Rey Shlomo, en realidad es un poema acróstico de todas las letras 22 HEBREAS, formando 22 maravillosos y profundos versos que transmiten la vida y obra de una virtuosa. Cada verso comienza su relato o enseñanza con una letra del alefato hebreo, comenzando con la “alef” (א) pasando por todas las letras hebreas, hasta llegar a la última letra del alefato, la “tav” (ת) ¿Para qué? Para mostrarnos que una mujer virtuosa se vale del poder de la Torá, y de la fuerza de todas sus las letras hebreas, las cuales la elevan para alcanzar cada misión de su vida cotidiana de su vida, y en definitiva lograr el propósito de su existencia, como lo hiciera la bendita Sara. 

El acróstico poético es el siguiente:


Alfe (א) Mujer virtuosa ¿dónde se hallará? ¡Es más valiosa que las piedras preciosas!


Bet (ב) Su esposo confía plenamente en ella y no necesita de ganancias mal habidas.


Guímel (ג) Ella le es fuente de bien, no de mal, todos los días de su vida.


Dálet (ד) Anda en busca de lana y de lino, y gustosa trabaja con sus manos.


He (ה) Es como los barcos mercantes, que traen de muy lejos su alimento.


Vav (ו) Se levanta de madrugada, da de comer a su familia y asigna tareas a sus criadas.


Zayin (ז) Calcula el valor de un campo y lo compra; con sus ganancias[g] planta un viñedo.


Jet (ח) Decidida se ciñe la cintura y se apresta para el trabajo.


Tet (ט) Se complace en la prosperidad de sus negocios, y no se apaga su lámpara en la noche.


Yod(י) Con una mano sostiene el huso y con la otra tuerce el hilo.


Caf (כ) Tiende la mano al pobre, y con ella sostiene al necesitado.


Lámed (ל) Si nieva, no tiene que preocuparse de su familia, pues todos están bien abrigados.


Mem (מ) Las colchas las cose ella misma, y se viste de púrpura y lino fino.


Nun (נ) Su esposo es respetado en la comunidad; ocupa un puesto entre las autoridades del lugar.


Sámej (ס) Confecciona ropa de lino y la vende; provee cinturones a los comerciantes.


Ayin (ע) Se reviste de fuerza y dignidad, y afronta segura el porvenir.


Pe (פ) Cuando habla, lo hace con sabiduría; cuando instruye, lo hace con amor.


Tsade (צ) Está atenta a la marcha de su hogar, y el pan que come no es fruto del ocio.


Qof (ק) Sus hijos se levantan y la felicitan; también su esposo la alaba:


Resh (ר) «Muchas mujeres han realizado proezas, pero tú las superas a todas.»


Shin (ש) Engañoso es el encanto y pasajera la belleza; la mujer que teme al SEÑOR es digna de alabanza.


Tav (ת) ¡Sean reconocidos sus logros, y públicamente alabadas sus obras!



Nos cuenta la historia que Eliezer el siervo de Abraham, pidió a Hashem un milagro para reconocer, cuál sería la mujer preparada por el cielo como esposa del hijo de su amo. La mujer que se aproximara a sacar agua del estanque, a la que él pidiera agua, y ella dijera: “Te daré a gua a ti y a tus camellos también” seria la designada por el cielo para el hijo de su amo. Sseñal que se cumplió con Rivka, apenas el termino de elevar su suplica.Y aunque parezca extraño para usted leer lo que estamos diciendo; es cierto, es en el cielo donde definitivamente se hacen los matrimonios de los hijos del Eterno. No hay casualidad, no hay mera coincidencia, todo es obra celestial.

Una hermosa historia Rabínica nos cuenta que: (Bereshit Rabah 68.-4) “Una matrona romana preguntó una vez a Rabí Iosi ben jalafta: "¿Qué hace D-s todos los días desde que creó el mundo?" Rab Iosi contestó: "Arregla bodas, forma parejas para que puedan casarse".También está escrito en el Talmud: (Sotah 2a): "Cuarenta días antes de la concepción se decreta en el Cielo: ¡La hija de esta persona es para el hijo de aquella personal"

Todo esto nos enseña a nosotros los varones que debemos VALORAR a la mujer que el cielo ha designado para nosotros. Por lo cual debemos entrenarnos en esto, ¿Cómo amar? ¿Cómo valorar? ¿Qué debe hacer una mujer para ser amada de su marido? Sobre esto, nos enseña algo muy importante el Rabino Shaul de Tarso:

“Esposos, amen a sus esposas, así como también el Mashíaj amó a la comunidad y se entregó a sí mismo por ella, a fin de santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua con la palabra, para presentársela a sí mismo como una comunidad gloriosa que no tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que sea santa y sin falta. De igual manera, los esposos deben amar a sus esposas como a sus propios cuerpos. El que ama a su esposa, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propio cuerpo; más bien, lo sustenta y lo cuida, tal como el Mashíaj a la comunidad, porque somos miembros de su cuerpo. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne. Grande es este misterio, pero lo digo respecto del Mashíaj y de la comunidad. Por tanto, cada uno de ustedes ame a su esposa como a sí mismo, y la esposa respete a su esposo”. (Efesios 5:26-33)

Tres veces Shaul manda a los varónes a amar a sus esposa. Sin embargo esto está relacionado al mismo tiempo con la conducta de la esposa. Si notamos el paralelo que hace el emisario Shaul: El Mesías se dio por la comunidad de creyentes que es su esposa, “PARA presentársela”, es decir, para que sea una comunidad; gloriosa, sin mancha, ni arruga, ni cosa semejante”. Por lo cual, el varón ama a su esposa, se da a ella, sosteniéndola económicamente, y espiritualmente, se entrega con todo, para suministrarle a ella las herramientas espirituales y físicas, con tal de que ella se mantenga pura y sin mancha, agradando a Dios y respetando a su esposo. El Marido tiene una misión, él debe AMAR a su esposa, y la MUJER tiene una misión, ella debe OBEDECER su esposo. Así se logra la cohesión perfecta, y la unidad que Hashem desea, para que los hijos nazcan en bendición y no en maldición.

Respecto de esta misma situación escribiría también el emisario Shimon Kefa:

“Ustedes, esposos, de la misma manera vivan con ellas con comprensión, dando honor a la esposa como a vaso más frágil y como a coherederas del favor inmerecido de la vida, para que sus oraciones no tengan obstáculos” (1 Pedro 3:7)

Por lo cual tenemos dos acciones que realizar, para que nosotros los varones logremos dar el valor debido a nuestras mujeres: La primera acción es: “Amar” ¿Qué es “amar”? Es: “dejar de pensar en sí mismo, en sus necesidades, en lo que él quiere, ahora, ya, es proporcionarle todo a cambio de nada, a esa mujer que el cielo ha designado como nuestra esposa”, como dice el apóstol Shimon kefa: “vivan con ellas con comprensión, dando honor a la esposa como a vaso más frágil”. La segunda acción es “enseñarles a nuestras esposas a cumplir su misión” y aunque esta segunda arista está relacionada con la misión de la mujer hacia su esposo es una obligación del mismo, si este es hijo del Eterno, brindarle a ella las herramientas de la Torá, para que esta cumpla su misión ¿Cuál es su misión? Según Shaul, al hombre le cuesta “amar” a su mujer, por eso nos pide encarecidamente que eso hagamos, que las amemos, y según el mismo apóstol, a la mujer, le cuesta “obedecer” a su esposo, por eso les pide que se sujeten en todo. Así que la misión de una mujer es alcanzar su valor, su virtuosismo, a través de la sujeción a su marido y su temor a Hashem.

Está escrito en esta porción “Y el la amo” (“Itzjak AMO a Rivka”). Esto parece extraño, ¿Cómo iba amar a una persona que jamás había visto? La Torá en realidad nos muestra que Itzjak la amo en el tiempo y no de inmediato, ¿Cómo lo sabemos? Nos dice la bendita Torá:

“Y se caso con Rivka. Ella fue su esposa y él la amo” (Bereshit – Génesis 25:67) Tres cosas aprendemos de este verso:

Primero “Y se caso con Rivka”: Es decir, asumió el compromiso de amarla, de sostenerla, pero era un compromiso que debía adquirir fuerza con el tiempo ¿Cuándo y cómo tomo fuerza ese compromiso? Segundo: Tomo fuerza, cuando Rivka se sujeto a él, lo obedeció, y a través de sus virtudes, como dice el texto: “ELLA FUE SU ESPOSA”, es decir se comporto como es digno de una mujer virtuosa y de gran valor. Y solo así llego a completar el ciclo, llegando a la tercera enseñanza del texto, donde leemos: “Y él la amo”. Mostrándonos así la Torá, que el amor de un hombre a una mujer es una construcción diaria, elaborada primero por el hombre, porque el hombre es quien la busca, quien invierte tiempo, dinero, y preocupación, para pronto él casarse con ella, asumiendo el compromiso Eterno, que representa el matrimonio, amándola incondicionalmente, para que luego ella se convierta en su esposa, obedeciendo y respetando a su marido en todo, para culminar en un amor reciproco: él la ama dándose por completamente, y ella lo ama, a través del acto de la obediencia y la sujeción.

El Rabino Shaul de tarso y el emisario Shimon Kefa, enseñaron a las mujeres que tenían maridos incrédulos que podían hacer que sus esposos llegaran al conocimiento de la verdad, a través de las buenas obras, el respeto a sus maridos y el amor a Di.s. Leemos:

“Porque el esposo no creyente se santifica mediante la esposa, y la esposa no creyente mediante el creyente. De otra manera sus hijos serían impuros, pero ahora son santos. Pero si él no creyente se separa, que se separe. En tal caso, el hermano o la hermana no queda ligado al otro, pues Elohim los ha llamado a vivir en paz. Porque, ¿quién sabe si tú, esposa, puedes salvar a tu esposo? ¿O quién sabe si tú, esposo, puedes salvar a tu esposa? (1 Corintios 7:14-16)

Si el esposo no creyente es santificado por la esposa creyente, y como consecuencia nacen hijos benditos y no malditos, Shaul se pregunta “¿Quién sabe si tu, esposa puedes salvar a tu esposo?” Parafraseando, él esta diciendo: “Si el poder de la conducta de una mujer creyente puede hacer bendito a sus hijos, y puede santificar a su esposo, ¿Podrá esta salvar a su esposo?”. Al parecer la respuesta a esta pregunta, la hallamos en los escritos del emisario Shimon Kefa:

“De igual manera, ustedes esposas, estén sujetas a sus esposos, para que si algunos no obedecen a la palabra, también sean ganados sin una palabra por medio de la conducta de sus esposas, al observar su reverente y casta manera de vivir. Que su adorno no sea el exterior, con arreglos ostentosos del cabello y adornos de oro, ni ropa lujosa; sino que sea la persona interior del corazón, en lo incorruptible de un espíritu tierno y tranquilo. Esto es de gran valor delante de Elohim. Porque así también se adornaban en tiempos antiguos aquellas santas mujeres que esperaban en YHWH y estaban sujetas a sus propios esposos. Así Sarah obedeció a Avraham, llamándolo señor. Y ustedes han venido a ser hijas de ella, si hacen el bien y no tienen miedo de ninguna amenaza. (1 Pedro – Kefa 3:1-7)

¡Qué gran valor tiene la conducta de una mujer! Que puede hacer que sus hijos sean benditos, y que su esposo sea salvo, sin palabras, sin predicaciones, solo a través de sus actos de justicia. Shimon Kefa dice: “Esto es de gran valor delante de Hashem”. La mujer que teme al Eterno tiene gran valor, la mujer que no le teme no tiene valor. Según Shimon Kefa, la mujer virtuosa manifiesta su valor al mundo, y a su marido a través del recato, la sujeción, y el temor a Hashem. Estas tres características le dan valor a una mujer.

Cuando Rivka vio a Itzjak, nos dice la bendita Tora: “Ella tomo su velo y se cubrió” (Bereshit –Génesis 24:66b)

El apóstol Kefa nos dice que la matriarca Sara fue una mujer sujeta a su esposo llamándole “Mi dueño”, y que las santas mujeres de las sagradas escrituras se ataviaban con gran pudor para sus esposos, practicaban en recato, todo esto les daba a ellas la calidad de MUJERES DE GRAN VALOR, y las elevaba a la condición de mujeres “difíciles hallar”, como leemos en el Proverbio 31 verso 11: “Mujer virtuosa ¿Quién la hallara?” 

El Zohar nos dice que Hashem cuenta las lágrimas de una mujer ¿Cuánto más lo hará si esa mujer es una mujer virtuosa? Las mujeres deben darse valor, no a través de exigencias a sus esposos, como queriendo ellas ser las que decidan como han de funcionar las cosas en la familia, ellas deben darse valor siendo sabias, aconsejando, expectantes, para asumir luego del consejo que ellas dieron, la decisión de sus esposos.

Las mujeres de hoy no deben darse valor a través de la exhibición de su belleza física. Hoy en día, la mujer es un producto publicitario, un objeto comercial, “hasta para vendernos un detergente, nos muestran en la TV una mujer en bikini”. La mujer creyente de hoy, a basado su valor en cosas externas, mientras más lujosa, o bella se muestre a los demás, piensa que será tomada en cuenta, que se le dará más valor. Sin embargo, para las mujeres virtuosas, esos no deben ser los parámetros que las guíen, sino que, el recato, la sujeción, y el servicio a Hashem son las máximas expresiones de una verdadera sierva del Eterno, que ha llegado a merecer el titulo de una mujer VIRUTUOSA, una mujer de GRAN VALOR.

Nuestros sabios han aconsejado para un hombre y una mujer que busca pareja, aplica para ambos:

“Si la mujer que has elegido es muy hermosa, su hermosa vale un cero, y si la mujer que has elegido es además inteligente y capaz, su inteligencia y su capacidad vale un cero, y si además posee riquezas, sus riquezas valen un cero, PERO, si es temerosa de Hashem, guardando todos sus mandamientos, esa cualidad vale un uno (1). Entonces, ese uno lo ponemos delante de los ceros anteriores y todos adquieren valor”.

Shavua Tov (Buena Semana)