Parashá 30 Kedoshim 5779
COMENTARIO DE LA PORCIÓN SEMANAL
Levítico 19:1 – 20:27
LA SANTIDAD QUE HASHEM PIDE.
Shalom Javerim:
בס״ד - Bs”D – con la ayuda del
cielo estamos estudiando esta semana la parashá “kedoshim”. Y nos trata
esencialmente sobre los mandamientos que HaShem requiere que nosotros cumplamos
para lograr participar de su santidad. Pues dice el versículo de la Torá:
“Habla a toda la congregación de los
hijos de Israel y diles: "Seréis santos porque yo, HaShem vuestro Dios,
soy santo.” (Vayikra/Levítico 19:2)
¿En qué
consiste la santidad que HaShem nos pide?
Primero debemos decir que existe una santidad que es inherente al hijo de HaShem, por el solo hecho de ser parte del pueblo de Di-s. La palabra “kadosh” en realidad significa “separado”. Este es el concepto correcto de la “santificación”. Es decir, el concepto corresponde a la “separación” de algo.
HaShem separo para sí, a los hijos de Israel, y con
ese solo hecho les dio un status de “santidad” de separación que les es inherentes
por el simple hecho de formar parte del pueblo de Di-s. Lo mismo ocurre con los
leviim (levitas) y cohanim (sacerdotes). Estos son mas santos, es decir mas
separados que los demás hijos de Israel, pues tienen muchos más mandamientos
que cumplir que el resto de los hijos de Israel, y esto les confiere una
santidad mayor en relación con los demás integrantes del pueblo, que no son descendientes
de la tribu sacerdotal, los levitas.
Es también por esta razón que en las cartas de Shaul
de tarso leemos las siguientes salutaciones: “Shalom a todos los santos” o “a los santos que están en la casa de…”.
Pues era y es un titulo normal de un grupo de personas seleccionadas y
apartadas para un propósito especial. Es decir, hay una santidad que tiene que
ver con nuestra misión, y para adquirir esa santidad no debemos mas que formar
parte del pueblo de Di-s. Pero esta no es la santidad que HaShem nos pide.
La santidad que HaShem exige a su pueblo es: “seréis santos, porque yo HaShem soy santo”.
Dice claramente “seréis”, lo cual implica un trabajo a futuro, un largo
proceso de cambios y de elevación espiritual. No tiene nada que ver con la
santidad nominal que tenemos como pueblo de Di-s. Di-s tiene hijos santos “separados”,
que viven como gentiles “no separados”. Ahora Di-s busca algo más excelente.
Si leemos y estudiamos la porción de esta semana con detención,
veremos que en realidad la santidad que HaShem pide, se trata en primera
instancia, de una cuestión que nace desde el corazón de la persona, de donde
emana todo lo bueno y todo lo malo.
Notemos un par de mandamientos de esta parashá y comprendamos:
“Cada uno temerá a su madre y a su Padre”.
(Lev 19.3)
La santidad que HaShem pide en esta porción es una
cuestión que nace desde el corazón, pues ¿Por qué razón el Eterno nos pediría al
tan obvio como el respeto a los padres? La razón es que, en realidad la espiritualidad
comienza con acciones morales concretas, tan básicas como el respeto al Padre,
el respeto a la esposa o al esposo, o no hablar ni andar chismeando en medio
del pueblo (Lev 19:16). Estos mandamientos de carácter moral, básicos, son en
realidad primordiales para la santidad, y sin ellos, no podremos participar de
la santidad de HaShem.
No podemos pensar que la “santidad” depende de cuanto
oremos, ni de cuantos ayunos tengamos a nuestro haber. Tampoco depende de
cuanto cantemos, ni de cuan espirituales podamos lucir a quienes nos rodeen. Ni
siquiera depende de cuanta ayuda demos a los pobres (tzdakot). Sino que esencialmente
tiene que ver con las acciones más básicas de la moral del ser humano, por
ejemplo, partiendo por el temor, honor que le debemos los padres.
Esto quiere decir, que una persona puede estar
cumpliendo muchos mandamientos. Como ponerse tefilín, rezar cuando le es debido
rezar, decir shema sagradamente, vestir de forma religiosa y recatada, pero no
estar cumpliendo con la santidad que se le demanda, cuando no respeta a sus
Padres.
Veamos otro versículo:
“delante de las canas te levantaras, y honraras
el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo HaShem”. (Lev 19:32)
Nuevamente vemos que la santidad que HaShem demanda, está
relacionada con la más evidente de las demandas morales que una persona tiene. ¿Quién
seria capaz de no honrar a un anciano? Nadie podría pensar dentro de sí que un
anciano no merece respeto, ni que no deba ser honrado. Pero a nuestro pesar quizás,
este mandamiento está dentro de la lista de mandamientos que hablan de la
santidad esperada y demandada por Di-s para mostrarnos que “su santidad” parte
desde aquí para hacernos llegar hasta allí (HaShem).
Es decir, el mensaje de esta porción semanal es en el
fondo: ¿Cómo puedes procurar la santidad sin primero hacer estos mandamientos básicos
a la moral humana? En cierta ocasión a Yeshua enseño lo siguiente:
“También
les decía: Astutamente violáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra
tradición. Porque Moisés dijo: ``HONRA A
TU PADRE Y A TU MADRE; y: ``EL QUE HABLE MAL DE su PADRE O DE su MADRE,
QUE MUERA; pero vosotros decís: Si un hombre dice al padre o a la
madre: Cualquier cosa mía con que pudieras beneficiarte es corbán (es decir,
ofrenda a Dios) ya no le dejáis
hacer nada en favor de su padre o de su madre; invalidando así la
palabra de Dios por vuestra tradición, la cual habéis transmitido, y hacéis
muchas cosas semejantes a éstas” (Marcos 7: 9-10)
Los perushim (fariseos) de la época del Mesías Yeshua,
habían promulgado que dar una ofrenda a Dios (es decir un korban – un sacrificio
en el templo) reemplazaba la posibilidad de sostener, honrar al Padre o a la
Madre. En lugar de ayudar a sus padres con el dinero que tenían, declaraban que
la suma era un “korban” a Di-s y que, por lo tanto, a pesar de que sus Padres,
sufrieran necesidad, no los ayudarían, por cumplir con esta regla religiosa de “santidad”.
Es decir, la cuestión religiosa externa, paso a ser más
importante para ellos, que el mandamiento de honrar a los Padres. Este
mandamiento, no necesitar ser “mandamiento” para que una persona piense en ayudar
o sostener a sus Padres, cuando tiene la capacidad de hacerlo, es una característica
o cualidad moral básica de todo ser humano, ¿Cómo entonces la Torá nos pide que
lo cumplamos? La respuesta está a la vista: El hombre puede pasar a llevar las
demandas más simples de la moral y santidad divina por proteger su “santidad”
externa. Si honrar al padre y a la madre es parte de la moral de un ser humano
normal ¿Cuánto más de la moral y santidad de un hijo de HaShem? Pero por el contrario
vemos que realmente esto no es así siempre.
Si no somos capaces de cuidar de papá y mamá, de nada nos sirve la Torá que profesamos. Si no somos capaces de respetar a nuestra autoridad espiritual, de nada nos sirve la otra Torá que profesamos. Si no somos capaces de respetar, de admirar e imitar a los mas ancianos, que nos llevan años por delante y un inmenso historial de experiencias y enseñanzas, de nada nos servirá que estudiemos la Torá.
La verdadera santidad comienza cuando nos volvemos mas
humanos. Y cumplimos la Torá con el amor al prójimo: “no hacemos el mal que no deseamos que nos hagan y hacemos el bien que
deseamos que nos hagan”. Comencemos por la santidad que HaShem nos pide, y
luego todo lo demás tendrá un verdadero valor.
אברהם בן יעקב
Año Hebreo 5779
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