miércoles, 29 de abril de 2020

Parasha 30 Kedoshim 5774 7 ¿Buenos religiosos o buenas personas?

COMENTARIO PARASHA SEMANAL
Parasha 30 Kedoshim 5774
Levítico 19:1 – 20:27

La Parashá “kedoshim” “santos”, nos habla acerca del verdadero concepto de “santidad” y “observancia de la Torá”. La Tora es el libro de las vidas, es decir, solo a través de la práctica de los mitzvot (mandamientos) se obtiene beneficios de la Torá. La Torá no es un libro inerte, es la palabra viva de Hashem, Torá Jai. Desde esa convicción es que aprendemos cual es el real concepto practico de “santidad” y “observancia” que Hashem quiere de nosotros.

Leemos en la bendita Torá:

“Habla a toda la congregación de los hijos de Israel y diles: "Seréis santos porque yo, el SEÑOR vuestro Dios, soy santo”. (Lev. 19:2 LBLA)

¿Qué es ser santos? El concepto de la Torá reflejado en esta porción nos muestra que la santidad es respetar y guardar las normas de la Torá. La palabra hebrea “Qodesh” que se traduce como “santo” literalmente significa “apartado”, pues el objetivo principal de los preceptos del santo bendito, es separar a su pueblo de las malas costumbres de las naciones que son contra las normas de la Torá. Cuando un Padre le dice a su hijo “no digas groserías, aunque los demás niños digan groserías” está creando una norma que separara a su pequeño de los demás niños que no cumplen dicha norma. Ese es el sentido de las normas de la Torá, hacer de nosotros personas separadas, pero no personas aisladas. Es decir, desde el momento que hacemos las normas de la Torá, que otras personas no hacen, esas normas nos separan de quienes no las cumplen, haciéndonos un pueblo santo.

Hashem es Santo, lo que nos quiere decir que él está total y absolutamente “separado” de todo aquello que él ha decidido “separarse” y aun así Hashem no está asilado del mundo, y se relaciona con la Creación, e incluso viene hacer una morada dentro del corazón del hombre. No se puede explicar la “separación” de Hashem, con la sola palabra “santidad”, nos queda corto el concepto de pureza, y luminosidad, con el que vinculamos a la “santidad”, Hashem está en un lugar de luz inaccesible, como lo dice el Rab Shaúl en su carta a Timoteo, pero esa misma “luz” a la cual nadie puede acceder, no sabemos que es, ni en qué consiste, ¿Pues quien sabe de qué tipo de luz se trata? El libro de Bereshit cap. 1, verso 3 y 4, nos relata algo muy interesante, respecto de la santidad de Hashem, y esa luz en la cual él habita:

“Elohim dijo: “Que haya luz”; y hubo luz. Vio Elohim que la luz era buena, y separó la luz de la oscuridad” (Bereshit 1:3-4)

Antes de crear las grandes lumbreras, nos dice el libro de Bereshit Hashem creó “la luz” y la “separo" de las tinieblas. Esa luz que Hashem creo, nos dicen algunos Midrashim: “A sido reservada para los Justos en el Olam Haba”. ¿Es posible que Hashem habite en esta luz inaccesible para el ser humano de hoy, pero accesible para el ser humano de la Eternidad? Finalmente en el objetivo de la redención del ser humano, es que termine siendo una ejad (unidad) completa con el Creador.

Nuestra Parasha comienza diciendo:

“Habla a toda la congregación de los hijos de Israel y diles” (Levítico 19:2)

Mostrándonos que la responsabilidad de la “santidad” no es solamente de Moshé, ni de los Cohanim, sino que de todos los hijos de Israel. Está escrito en el libro de los hebreos: “Sin Santidad nadie vera al Señor”. La santidad es una obligación de todas las personas, desde la edad de 12 años y medio en las mujeres, y de los 13 años en los hombres, la persona es responsable de cada uno de sus actos y del esfuerzo que ponga en su vivir diario en sumar santidad a su vida.

Ahora bien, “santidad” no tiene que ver “buenas intenciones”, no basta con decir “yo quiero cambiar”, no basta con pretender hacer, solo basta con cumplir la norma, esforzarse por hacer la mitzva. Es decir, una persona puede todo el tiempo pedir perdón a Hashem, y aparentemente hacer teshuva por sus pecados, pero si no toma la decisión inmediata de comenzar hacer los mandamientos del Eterno, entonces no obtendrá la santidad que se nos pide, para algún día ver al Señor.

Curiosamente la “santidad” no radica en cuantas veces haga tefila pidiendo a Hashem perdón, y aunque uno debe constantemente estar pidiendo perdón y haciendo actos de arrepentimiento, en sí misma la oración no santifica, ni el acto de arrepentimiento no “aparta” a la persona si finalmente no obedece la mitzva que violo, y por la cual está pidiendo a Hashem perdón. Por esta razón está escrito:

“El que encubre sus faltas no tendrá éxito; el que las confiesa y las abandona hallará misericordia” (Mishle - Proverbios 28:13)

Es necesario entonces no encubrir los pecados, declararlos y pedir perdón por ellos, pero esa solo la mitad de la tarea que se debe hacer, también hay que abandonar la práctica de los pecados, y así alcanzar la misericordia de Hashem, volviéndonos en personas santas. Iojanan el inmersor (Juan el Bautista) predicaba diciendo: “Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento” (Mateo 3:8) lo que nos enseña que no hay arrepentimiento valido, sin santidad, sin la acción de separarse de aquello que está prohibido en la Torá.

En cierta ocasión nuestro amado Mesías Yeshuá enseño diciendo:

“Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.” (Juan 17:17)

Esta enseñanza de nuestro amado Mesías Yeshuá, nos enseña el verdadero concepto de “santidad de la Torá”. En la oración del maestro, pide a Hashem que sus alumnos sean “separados en la verdad” pero ¿Qué es la verdad? Nos dice el libro de Salmos:

“Tu justicia es justicia eterna, Y tu Tora (Ley) verdad” (Tehilim – Salmos 119:142)

La voluntad de Hashem es que nos separamos en la verdad que es Torá, pues solo en la Torá están registradas las normas que nos separan de los violadores de la Torá. Ser santos es acatar la norma de la Torá, atreves del cumplimiento de la “Buena Halaja” que protege la norma. De aquí desprendemos otra cosa, si ser santos es acatar la norma de la Torá, pero solo a través de la “Halaja” (Camino – forma legal de cumplir la mitzva), nos preguntamos,¿Cuál es la Halaja que debemos seguir? Y aunque la pregunta es demasiado general, debemos partir de una premisa, de una base, para definir cuál es el espíritu de las Halajot (leyes) que debemos seguir con tal de agradar aquel que nos tomo por soldados.

Nuestro amado Mesías Yeshuá dijo en una ocasión:

Yo soy el camino la verdad y la vida” “Anoji HaDerej veHaEmet veHajayiim” (Jn.14:6)

Al igual que la Torá es Verdad (Salmo 119:142), la Tora es el Camino (Ex 18:20), y la Tora es la vida (Dt. 6:24), así también Mashiaj es la verdad, el camino y la vida. Y es que no se trata de “dos verdades” distintas, sino que de la misma verdad, camino y vida de la Torá manifestada en carne en la persona del Mashiaj Yeshuá. Por lo que aprendemos que la conducta, las enseñanzas, el espíritu del Mashiaj marca la tendencia de cuál es la buena Halaja fijada por él mismo y por los sabios a la cual debemos aferrarnos para el buen cumplimiento de las mitzvot.

Según está Parashá ser santos es: respetar a los padres, guardar el shabat, no cometer idolatría, sacrificar de forma correcta, dejar parte de los productos del campo para el pobre, no hurtar, no engañar ni mentir, no jurar falso, no oprimir ni robar, no retener el salario de un jornalero, no maltratar al minusválido, no maldecir a un hermano judío, temer al Eterno etc. En esta Parashá encontramos 51 preceptos de la Torá, lo que me parece bastante para una porción tan corta. Y es que en breves palabras, lo que Hashem nos está mostrando es que es lo que tenemos y no tenemos que hacer para ser santos. Solo las normas y el cumplimiento de las mitzvot (halajot) nos hacen santos.
La santidad no es ser “santurrones”, no se trata de ir a un convento religioso y estar escondido ahí por años, tampoco es tener experiencias espirituales que penetran lo emocional y nos dejan como borrachos del espíritu santo. Ser santo es reflejar el carácter del Eterno, a través del cumplimiento de los mitzvot. Por eso está escrito:

“Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente del Mashiaj” (1Corintios 2:16)

Nos dice el Rabino Shaul, “vosotros tenis la mente del Mashiaj” que es equivalente a tener la mente de Hashem. Las personas que él cumple con la Halaja del Mashiaj, haciendo la buena halaja de los sabios de nuestro pueblo, logran que sus mentes se transformen en las mentes divinas, santas para Hashem. Pues el cumplimiento de cada mitzvot eleva al ser humano de su plano terrenal conectándolo con el Creador, santo y bendito es él.

¿Pero cuál es la Halaja del Mesías que debemos aprender? Es fácil ser buenos religiosos, pero lo difícil es ser buenas personas. El ataque de Yeshuá hacia sus coterráneos Perushim (Fariseos) más que ataques de carácter “halajicos” (discusiones legales) eran ataques de carácter “éticos, morales” está escrito que Yeshuá dijo:

“Y Yeshuá les dijo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los saduceos” (Mateo 16:6)

La levadura de los Fariseos eran sus enseñanzas (ver Mt. 16:12) contaminadas por sus malas intenciones, en sí mismas las enseñanzas buscaban buenos propósitos, proteger el mandamiento y alcanzar la santidad. En otra ocasión Yeshuá recomendó “Hacer lo que ellos decían, pero no hacen como ellos hacían”. Como está escrito:

“En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen” (Mateo 23:3) 

Si uno en realidad quiere ser santo, y observante de la Torá, debe cumplir con el espíritu del Mashiaj en contenido en cada mitzva, esa es la Halaja del Mesías. El amor al prójimo, por lo contrario los “buenos religiosos” no aman a su semejante, pues con toda su “santidad” y “religiosidad” ponen el pie a la persona que con sinceridad desea buscar a Hashem.

Mashiaj Yeshuá nos ilustro una parábola, respecto de un Publicano arrepentido y un Fariseo ególatra, el Fariseo rezaba para sí diciendo: “Te doy gracias porque cumplo todas estas mitzvot, y no soy como este Publicano, y en cambio el Publicano oraba diciendo, se propicio a mí que soy pecador”. El Fariseo buscaba ser un buen religioso, pero el publicano buscaba a Hashem para ser una mejor persona. Todos sabemos quién hallo gracia ante Hashem primero.

Mashiaj Yeshuá dijo, ilustro otra parábola, muy conocida, “el buen samaritano”, todos saben que en el camino, un Levita, un Sacerdote, no pudieron ayudar al herido, quizás por razones de “Pureza Ritual”, ellos prefirieron seguir adelante y no ayudar al hombre moribundo que yacía en el suelo. Ustedes dirán, pero la mitzva de la pureza ritual y el servicio en el Templo era más importante que ese hombre herido en el suelo, ¿Pero acaso no está escrito? Por el Profeta Osheaj:

“Porque misericordia quiero, y no sacrificio, y conocimiento de Dios más que holocaustos” (Osheaj 6:6) 

Y es que ante cualquier miztva la vida del ser humano es más importante. Esa es la verdadera santidad. Respecto de lo mismo el Rab Shaúl llego a escribir:

“Si yo hablo en los idiomas de los hombres y de los mensajeros, pero no tengo amor, vengo a ser como un címbalo que resuena o un platillo que retiñe. Si tengo profecía y entiendo todos los misterios y todo conocimiento; y si tengo toda la fe necesaria para trasladar los montes, pero no tengo amor, nada soy. Si reparto todos mis bienes, y si entrego mi cuerpo para que lo quemen, pero no tengo amor, de nada me sirve” (1Corintios 13:1-3)

En esta porción se nos habla acerca de muchos mandamientos, todos vinculados con las 10 Palabras de Hashem registradas en Ex. 20. Y hallamos también la segunda norma más importante de toda la Torá: “amaras a tu prójimo como a ti mismo” (Vaikra-Levitico 19:18) Lo cual nos muestra la tremenda y estrecha relación que hay entre la santidad, la observancia, y el amor, esa es la verdadera santidad, como está escrito:

“No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley (Romanos 13:8)

Hashem nos permita ser santos, con la verdadera santidad, la que nos hace mejores personas, y no buenos religiosos.

Shavua Tov – Buena Semana.

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