domingo, 29 de mayo de 2022

Parasha Bamidbar 5780 / Moed - Un tiempo designado




Moed - Un tiempo designado

Shalom Javerim: 

בס״ד - Bs”D – con la ayuda del cielo - estamos estudiando esta semana la parashá “BaMidbar” (En el desierto).  En esta oportunidad me gustaría que pudiésemos comentar el siguiente versículo de nuestra bendita Torá:

“Dios hablo a Moisés en el desierto de Sinaí, en la tienda del encuentro” (Bemidbar / Números 1:1) (Versión RV 1960)

וַיְדַבֵּ֨ר יְהוָ֧ה אֶל־מֹשֶׁ֛ה בְּמִדְבַּ֥ר סִינַ֖י בְּאֹ֣הֶל מֹועֵ֑ד

La porción de esta semana nos trae una palabra muy especial, la palabra hebrea “Moed” (מֹועֵ֑ד) que marcamos en amarillo en el versículo a comentar, a través de la cual podremos hacer una bonita reflexión.

Nos dice la Torá que HaShem le hablo a Moshé en el “Ohel Moed” (Tienda del encuentro) –. Pero la traducción de la palabra “Moed”, no es precisamente un “encuentro”. Ya que un encuentro, puede ser algo fortuito, lo que aleja del real sentido de la palabra מֹועֵ֑ד, que es una: CITA DESINGADA.

El comentarista Rashi dice que מֹועֵ֑ד corresponde a: fijar un lugar o un tiempo designado para un propósito especifico, y por lo mismo, “encuentro”, no es la traducción más cercana para nuestra palabra. El arca (aharon hakodesh), tenía la misión de servir de lugar designado para la cita entre HaShem y Moshé.

Cuando el eterno habla acerca de sus festividades, y lo digo porque son suyas, que dio a su pueblo Israel para guardarlas, en el libro de Levítico cap. 23:1. Para referirse a ellas, siempre usa la palabra “moed”.

דַּבֵּ֞ר אֶל־בְּנֵ֤י יִשְׂרָאֵל֙ וְאָמַרְתָּ֣ אֲלֵהֶ֔ם מֹועֲדֵ֣י יְהוָ֔ה אֲשֶׁר

Lo cual quiere decir, que las “moadim” – son las citaciones designadas de HaShem – tiempos precisos en el horario y calendario espiritual de la Torá, donde él se reúne con su pueblo de una forma especial, dejando todos sus otros asuntos de lado, para tener una cita con nosotros su pueblo. Esto nos revela que a través de las “moadim” de la Torá, HaShem tendrá una cita especial con nosotros ya sea en Shabat, cada semana, o en las demás festividades, a través de cada una logrará un trabajo particular en nosotros, en Israel, y en el mundo entero, llevándonos finalmente a la redención completa en aras del Mesías Yeshua, amen.

Lo mismo sucedía con Moshé. HaShem no hablaba con él en cualquier lugar del campamento de Israel, sino que solo lo hacia en un lugar designado particularmente, el aharon hakodesh (el arca santa).

Asimismo, no cualquier día del año se presentaba delante de él, en el lugar kodesh hakodashim (santo de los santos), el sumo sacerdote, sino que solo una vez al año, podía ingresar, ya que ese era el tiempo designado para hacerlo.

Todo esto nos revela algo del carácter de HaShem, y es que él es un Dios de orden y no de confusión, como dijera el Rab Shaul (1.Cor. 14:33), y un Dios ordenado, que tiene una cita designada para cada cosa y un tiempo establecido para la humanidad, por lo que no podemos subestimar el plan divino, todo está perfectamente controlado por él, y nada se le ha ido de las manos jamás. Y Si esto es así para la humanidad, lo es con mucha más fuerza para Israel, pues con nosotros, su pueblo, HaShem tiene tiempos designados específicos, de los cuales nosotros debemos sacar provecho. Como ya hemos dicho, shabat y todas las festividades descritas en la Torá.
Pero aún más allá, y aquí me quiero detener, también cada uno de nosotros tiene un tiempo designado por Dios, como lo tenía Moshé para hablar con él y que él hable con nosotros.

Si vamos al análisis general, cada persona tiene un día, y una hora, en la que debe oír el llamado de HaShem, como esta escrito: “Si oyeres hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones”. Es decir, hay un “hoy” – y por lo tanto una época, en la cual HaShem llama a la persona a la teshuvá, a una vida de Torá y espiritualidad. Si la persona, no lo logra ver las alusiones de HaShem, y endurece su corazón en ese tiempo, que es el “moed” individual para su vida, ¿podrá acercase después a HaShem, cuando ya no sea su tiempo? Todo parece indicar, que siempre hay una oportunidad, pero nada asegura, que al rehusar creer en él, y no volverse a Dios, cuando HaShem mismo está gestionando la llamada, se produzca una segunda oportunidad. Pues HOY es el tiempo, es ahora cuando él sigue llamando, ¿Y quien tiene asegurado el mañana?

Veamos que es lo que paso con nuestro amado Mesías Yeshua, y su visitación a su pueblo Israel, que sin duda alguna, un tiempo designado por HaShem, como está escrito:

“Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley” (Gálatas 4:4)

Sobre este mismo tiempo de visitación que recibió Israel, por medio de Yeshua nuestro Mesías, él dijo lo siguiente:

“Y cuando llegó cerca y vio la ciudad, lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh si tú hubieras conocido, siquiera en este día, lo conducente a la paz! Pero ahora está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos levantarán torres de asedio contra ti, y te rodearán por todos lados, y te arrasarán con tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación. (Lucas 19:41-44)

¿Qué hubiese pasado si Israel hubiese entendido su “moed”, el tiempo designado para su visitación? Sin duda la redención final hubiese llegado, y no estaríamos aún en el exilio. Si hubiesen conocido “su día”, su tiempo designado, la historia de la humanidad sería otra.

De hecho, este es un LAMENTO del Mesías respecto de nosotros su pueblo. Y ese lamento, tiene como argumento principal, que no supimos discernir el “moed” de HaShem, en visita de nuestro santo Mesías Yeshua.  

Actualmente estamos viviendo también un “tiempo designado” por HaShem, para tratar con toda la humanidad, pero: ¿Lo estamos entendiendo realmente cómo debemos?. El coronavirus, no es solo una enfermedad pandémica, sino que es un tiempo designado por el tribunal celestial para que el pueblo de HaShem despierte espiritualmente, y reflexione sobre sus caminos y conducta. Para que toda la humanidad se detenga y comprenda realmente lo que somos: seres humanos, que no somos dueños de nada. Lo único que nos pertenece es el tiempo ahora, el hoy, que se nos ha dado, para buscar a HaShem, y es sobre esto que debemos reflexionar, como está escrito:

“Por esto orará a ti todo santo en el tiempo en que puedas ser hallado. Ciertamente en la inundación de muchas aguas, Éstas no llegarán a él” (Tehilim 32:6)

“porque dice: En tiempo aceptable te he oído, Y en día de salvación te he socorrido: ¡He aquí ahora el tiempo aceptable! ¡He aquí ahora el día de salvación!” (2Co 6:2)

¿Cuál es este tiempo del que hablan estos versículos? Este tiempo es ahora, es hoy, pues mientras se pueda oír, y mientras la persona pueda buscar a HaShem, será el tiempo propicio para hacerlo. Pero la persona no puede confiarse, diciendo: “mañana lo haré”, porque incluso el verdadero arrepentimiento, solo es concedido al hombre desde el cielo, por lo que nada esta totalmente en nuestras manos. Aún así, la persona debe hoy y ahora, desear con su alma completa retornar a su creador, mejorar como individuo, y desear andar en la senda del bien, pues no sabe cuando llegara “su tiempo designado, solo para él”, en el que se presentara a travesando las puertas de la muerte delante del Creador.

Hoy es tiempo de buscar a HaShem, y no dejarse endurecer por el engaño del pecado:

“Antes bien, exhortaos los unos a los otros cada día, en tanto se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado” (Hebreos 3:13)

Como vemos, la mayoría de los tópicos de esta vida están supeditados a un moed, una cita designada por HaShem, con alguien en particular: La humanidad, Israel, cada hijo de HaShem de forma individualmente hablando y cada persona del mundo, tendrá su momento frente al rey de toda la tierra.

“¡Buscad a YHVH mientras puede ser hallado! ¡Invocadlo, mientras está cerca! ¡Deje el malo su camino, Y el inicuo sus pensamientos, Y conviértase a YHVH, que se apiadará de él; A nuestro Dios, que es grande en perdonar! (Isaías 55:7)
אברהם בן יעקב

Parashat Bemidbar - Rab Yosef Barel

 




Parashat Bemidbar 5780 / ¿Por qué la Torá fue entregada en el desierto?

 



Parashá 34 BeMidbar    

Números 1:1 – 4:20

 

¿Por qué la Torá fue entregada en el desierto?

 

Shalom Javerim: 

 

בס״ד - Bs”D – con la ayuda del cielo - estamos estudiando esta semana la parashá “BeMidbar” (En el desierto).  En esta oportunidad me gustaría que pudiésemos comentar el siguiente versículo de nuestra bendita Torá:

 

“Dios hablo a Moisés en el desierto de Sinaí, en la tienda del encuentro” (Bemidbar / Números 1:1) (Versión RV 1960)

 

וַיְדַבֵּ֨ר יְהוָ֧ה אֶל־מֹשֶׁ֛ה בְּמִדְבַּ֥ר סִינַ֖י בְּאֹ֣הֶל מֹועֵ֑ד

 

La Torá nos dice que HaShem hablo con Moshé en el desierto de Sinaí ¿Por qué razón la Tora menciona el “desierto de Sinaí” ...?, ya que podría haber dicho: “HaShem hablo con Moshé” solamente, las palabras “en el desierto de Sinaí” parece poco necesarias para la construcción del versículo. Por lo que la sola mención del “desierto del Sinaí” nos trae una hermosa reflexión que pasaremos a comentar:

 

1.- El desierto no tiene dueño, nadie puede apropiarse de él diciendo: “esta es mi tierra”. Solo HaShem es el dueño del desierto y aunque sabemos que HaShem es dueño de toda la creación, respecto del desierto podemos decir que no hay disputa humana, pues la vida muy difícil llevarla a cabo en un desierto árido, y sin agua. Por lo que el reto de vivir el desierto para el pueblo de Israel es un verdadero milagro del Eterno, que los sostuvo durante 40 años, con agua, mana y alimentos. Por lo que la reflexión es la siguiente: La Torá fue dada en el desierto para que todas las personas tengan acceso a ella, solo los judíos, no solo Israel, sino que también las personas de las naciones. HaShem quiere que todos tengan acceso a los principios éticos y morales de la Torá y que ella pueda perfeccionar al pueblo que le sirve, esto es a Israel y también a las personas de las naciones. Pues hay principios universales de la Torá que aplican a todos los seres humanos.

 

2.- El desierto es un lugar de tierra seca, muy poca agua, es un lugar desalentador, un lugar sin paisajes verdes y hermosos. Un lugar sin comida y sin vestimenta. Sin embargo, es el lugar donde HaSHem decidió dar su palabra Eterna a su pueblo. ¿Por qué razón? Vemos que en los 40 años que el pueblo de Israel anduvo de aquí para allá en el desierto, no tuvo necesidad real de alimentos, ni de agua, a pesar de fueron probados en este sentido, HaShem siempre los mantuvo. Es decir, no morían de hambre, ni de sed, pero fueron probados en esto. Hay un pasaje de la Torá que dice:

 

“Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído HaShem tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos, Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, más de todo lo que sale de la boca de HaShem vivirá el hombre” (Devarim/Deuteronomio 8:2-3)

 

El objetivo de probar al pueblo en el desierto, en un lugar inhóspito es sacar la verdad de sus corazones: “para saber lo que había en tu corazón”. ¿Y cual es el objetivo de esto? Que la misma persona se vea a si misma como es lo que hay realmente en su interior y logre identificar que es aquello que debe corregir y rectificar. Pues luego dice: “si habías de guardar o no sus mandamientos” pues el único obstáculo que tenemos para guardar los mandamientos es aquello que hay en nuestros corazones. Y es ahí donde demos hacer la cirugía espiritual para lograr el cambio real y definitivo que HaShem espera de nosotros.

 

3.- Del desierto también aprendemos que hay personas que cuyo panorama espiritual es como un desierto, seco, árido, con muy poca vida, pero a través del esfuerzo en la Torá toda persona puede lograr llegar al nivel de un paisaje verde y floreciente. ¿Acaso la fuerza de la Torá no es Eterna y es la fuerza que creo el mundo? Del mismo modo debemos creer que quien se esfuerza en la Torá puede crear en si mismo, de un desierto un oasis floreciente.


El tema del esfuerzo es crucial para todo en la vida. Sin embargo, al parecer estamos muy acostumbrados a: “que HaShem nos cambie” y a que “HaShem nos salve”. Es decir, necesitamos siempre a alguien que haga el trabajo por nosotros. Y esto en cierto sentido es así. El hombre no puede cambiarse solo, ni puede salvarse solo. Pero también es incorrecto creer que el hombre no deba hacer algo por cambiar, ni algo por salvarse.

 

Y el desierto representa el contexto de la vida donde la persona debe hacer su trabajo, que se le pide, para lograr su rectificación y su salvación. Lo explicamos del siguiente modo:

 

La carta de hebreos dice: “el Mesías vino a ser autor de eterna salvación de aquellos que le obedecen”. De este versículo aprendemos que a) el Mesías es el autor de la salvación. Esto lo obtenemos como regalo de HaShem por medio de la fe en su hijo, el Mesías Yeshua. b) La salvación es para aquellos que permanecen en la obediencia al Mesías. Pues es evidente que no es justo, que la salvación sea incluso para quienes han dejado los caminos de la obediencia. Aunque esto ultimo no implica que gracias a sus obras son salvos, ya que como bien sabemos, la salvación es un regalo divino por el cual nadie puede pagar.

 

Por otra parte, la persona no puede decir que desde el día que creyó cambio totalmente su forma de ser y ahora es un ser totalmente nuevo. Es cierto que la enseñanza de Rab Shaúl dice: “las cosas viejas pasaron, he aquí son todas hechas nuevas”. Esto debe entenderse en el sentido de que la persona ha pasado a un nivel de conciencia superior respecto del pecado, la vida pasada inconsciente espiritualmente ha sido totalmente renovada, y cambiada. Por lo que ahora la persona tiene una conciencia de aquella lucha que el hombre debe librar contra el pecado. Por ello es que el Rab Shaúl en otra parte también escribió: “¡Hay de mí! Quien me librara de este cuerpo de muerte”. Por lo que el cambio en la persona no es “instantáneo”, sino que es un trabajo, como quien trabaja en un desierto, la persona puede pensar que no tiene sentido sembrar en una tierra así.  Sin embargo, se nos promete que seremos ayudados con la fuerza de la Torá para lograr superarnos y transformarnos en aquel varón que busca la estatura de un varón perfecto.

 

Abraham ben Yaácov.

http://toraetzjaim.blogspot.com/


Parasha 34 BeMidbar 5779 - ¿Que es estar en el desierto?






Shalom Javerim: 

בס״ד - Bs”D – con la ayuda del cielo - estamos estudiando esta semana la parashá “BeMidbar” (En el desierto).  Esta oportunidad me gustaría que pudiésemos comentar el siguiente versículo de nuestra bendita Torá:

“Dios hablo a Moisés en el desierto de Sinaí” (Bemidbar / Números 1:1)

¿Qué significa estar en el desierto?

Por mucho tiempo hemos oído o leído la expresión: “Estoy pasando por un desierto”. Lo primero que pensábamos al oír a una persona decir estas palabras es que: “esta persona está en un periodo de prueba” y por lo tanto la connotación que le damos a esa situación es negativa, pues la verdad es que nadie quisiera pasar por un desierto para lograr su crecimiento y desarrollo espiritual.  La Torá sin embargo viene a darnos una buena noticia, si analizamos con más detención que es un desierto espiritual.

La palabra “midbar” que se traduce como desierto, en realidad significa: “etapa” “conversación”, y su raíz es la palabra “dabar” que significa “palabra”. Es decir, el desierto, no es solo un lugar, sino una etapa espiritual que todo ser humano debe enfrentar y cuyo objetivo principal es que HaShem hable al corazón de la persona y lo lleve a su perfección.

¿No sientes en tu vida que hay temas que nunca has tratado con Dios? El desierto es para llevarte a ese punto de tu vida, a los temas que no quieres tratar, y a los temores de los cuales quieres constantemente huir. En las escrituras leemos el siguiente versículo que tiene relación con nuestro tema:

“Por tanto, he aquí, la seduciré, la llevaré al desierto, y le hablaré al corazón.” (Oseas 2:14)

Cuando a nuestro amado Mesías Yeshua lo llevaron al “midbar” de su vida, antes del inicio de su servicio público a HaShem, le sucedieron varias cosas de las cuales podemos aprender mucho, para enfrentar el desierto espiritual que todos alguna vez debemos pasar. Algo es claro, si Mashiaj Yeshua fue llevado al desierto con un claro objetivo para su propio desarrollo y evolución espiritual, cuanto más nosotros debemos ser pasados por el desierto, a fin de que maduremos y crezcamos a la estatura de un varón perfecto. Esta escrito:

“Yeshua, lleno del ruaj hakodesh, volvió del jordán, fue llevado por el espíritu al desierto” (Mt 4:11 / Mr. 1:12)

Aquí vemos una bonita conexión con la porción de esta semana. La Tora relata que una vez más Dios llevo la cuenta de los Israelitas, “en el desierto” y eso tuvo lugar justo después que el hubo ocasionado que la presencia divina (ruaj hakodesh) morara entre ellos en el primer día del mes de Nisan. Como está escrito: “en el primer día del mes segundo” – el mes de Iyar – Por su lado, Yeshua fue llevado al desierto, solo estando: “lleno del espíritu de santidad” y fue el espíritu de santidad, quien le llevaría al desierto a fin de ser probado.

De esto aprendemos que es un trabajo del ruaj hakodesh llevarnos al desierto de nuestras vidas y mostrarnos la realidad de nuestros corazones. Esto es una buena señal por lo menos, quiere decir que nuestro corazón está funcionando, si comenzamos a obedecer la voz del espíritu santo que habla a nuestro corazón podremos crecer mucho nuestro nivel espiritual.

El espíritu de santidad, es el que hace que nuestro corazón funcione para bien: como está escrito; “él los redargüirá de justicia y pecado”, tiene la misión de mostrarnos la triste realidad que mora dentro de nosotros y todo aquello que debemos cambiar. Mostrándonos el pasado, de todo lo que hicimos mal, para que lo corrijamos y no actuemos de nuevo de forma egoísta, y el presente alentado a nuestros corazones sobre el esplendoroso futuro que nos espera si permitimos convertir nuestro corazón a la obediencia a los mandamientos.

Uno de los objetivos principales del desierto espiritual es lograr que la persona, deje el egoísmo y alcance el ser espiritual altruista que realmente somos.

Hay referencias en las escrituras para mostrarnos que en el desierto vive la fuerza espiritual impura llamada “satanás” “el adversario” y los “shedim” (demonios). Buena muestra de ello es lo que paso en el episodio de Yeshua en el desierto, que fue puesto en prueba por estas fuerzas espirituales. Ellos cumplen la función exacta para la cual fueron creados, “ser adversarios”. Como existen ángeles que corren ante la palabra de HaShem, para ejecutar sus designios, así también estas fuerzas “adversarias” operan dentro de los límites que HaShem les ha puesto, para eso fueron creados y se oponen al trabajo del ruaj haqodesh en el corazón del hombre. Sin bien, la persona debe mucho a su mala inclinación el resultado final de sus malas acciones, estas fuerzas se encargan de atosigar a la persona en su evolución espiritual, luchando con dardos de fuego en su mente, como está escrito por el emisario Pablo de Tarso, o simplemente quitando la palabra de HaShem de su corazón con las distracciones y afanes de esta vida. Todo esto sucede en la etapa que llamamos como “el desierto” es ahí donde se puede triunfar y crecer kilómetros de vida espiritual, y es ahí también donde se puede perder la fe en HaShem y finalmente perderlo todo, incluso la misma vida.

Mashiaj fue probado en tres áreas que son importantísimas para la elevación espiritual de todo ser humano, estas son:

El satán le dijo: “Di a estas piedras que se conviertan en pan”: Los apetitos de la carne y todos sus deseos, tales como la comida, el sexo, el excesivo descanso, y todo tipo de practica que supere los limites de la palabra de Dios, son un oponente principal en el desierto espiritual que todos debemos cruzar. El trabajo del ruaj hakodesh es guiar a la persona, para que pueda sujetar todos sus deseos y someterlos a los limites establecidos en la palabra de Dios, como esta escrito: “huye de las pasiones juveniles” y también: “huid de la fornicación” – para mostrarnos que de estas cosas debemos realmente cuidarnos para lograr tener éxito en nuestras vidas espirituales. Aun así, si la persona fracaso en esta área de su vida, podrá hacer teshuva, y volver al desierto de su corazón, para cambiar y corregir todos los aspectos que lo hicieron pecar, asumiendo un compromiso real con su cuerpo que es templo del ruaj hakodesh, y finalmente corregir su alma para elevarse como un hijo de Dios, mediante la sangre de Yeshua que nos limpia de todo pecado.

Yeshua respondió; “de toda palabra que sale de la boca de HaShem” – La Torá y los mandamientos, las enseñanzas de Yeshua, los profetas y los emisarios de Yeshua, son la palabra que sale de la boca de HaShem, mientras una persona se ocupe de estas palabras y llene su corazón de ellas, podrá superar su desierto y lograr el mas grande existo.

El satán le dijo: “Si eres hijo de Dios” – Una de las cosas que las fuerzas espirituales saben, es si una persona es o no es “hijo de Dios”. Mientras la persona cruce su desierto espiritual, la herramienta mas eficaz del adversario será hacer dudar a esa persona sobre su relación que tiene con Dios: ¿será que eres hijo de Dios? ¿será que eres hijo de Dios en tu estado y situación? ¿Si realmente eres hijo de Dios, porque no mejoran las cosas ahora? En la Tora aprendemos que uno de los enemigos mas grandes de Israel fue el pueblo de amalek. En hebreo, “amalek” tiene el mismo valor numérico que la palabra “duda” así mientras la duda se apodere de nosotros, y cuestionemos nuestra relación espiritual con el creador de los mundos, luego todo estará perdido. Lo más sorprendente de nuestro Dios, es que ÉL, efectivamente, el creador de los mundos nos considera sus hijos, y tiene una relación personal con cada uno de nosotros.

Yeshua le respondió: “HaShem tu Dios no tentaras” (DT 6:16) – dicho pasaje se encuentra en nuestra bendita Torá y el contexto del versículo es la ocasión en que el pueblo tentó HaShem en el desierto con sus quejas. La persona debe todo el tiempo aceptar el decreto divino por lo duro que este sea. Si no tiene trabajo debe aceptarlo con amor. Si no tiene hijos debe aceptarlo con amor. Si perdió su matrimonio incluso, debe aceptarlo con amor. Y así, en medio del desierto debe aceptar con amor todo lo que le suceda, no aferrándose a nada, ni quejándose por nada. Cuando comprenda que todo esto no es mas que una etapa en la que HaShem desea hablarle directamente a su corazón podrá llegar al objetivo, que era no tentar a HaShem su Dios. ¿Qué es todo lo contrario de tentar HaShem? Pues darle gracias. Agradecer por todo lo que esta pasando, aunque no lo entendamos, es lo que HaShem desea en este desierto que estemos pasando. Todo es para bien a los que aman a Dios.

Le dijo el Satán: “Si postrado me adorares” – El objetivo de satán, la mala inclinación que llevamos dentro, es que la persona no abandone nunca su ego. No nos damos cuenta, pero todo aquello por lo que sufrimos en la vida, esta relacionado con una gran cuota de egoísmo. Nuestras pruebas y sufrimientos son las más dolorosas, porque son “nuestras”. Nos apropiamos de todo, y no entendemos que en realidad nada es nuestro. Todo forma parte de un préstamo que te han dado, para que lo administres con mucho amor y altruismo. Te han dado 70 años de vida y en los mas robustos 80, ¿para qué? ¿Para que postrado te sirvas a ti mismo durante todo ese tiempo? En el desierto de nuestro corazón debemos luchar contra el egoísmo que nos domina, y dar paso al “dar”.

Yeshua le respondió: “Al señor tu Dios adoraras” – aquí es cuando le damos paso al ser de luz que somos. Nosotros no somos el centro mas importante del universo. Pero HaShem, es el infinito Dios, quien sustenta todas las cosas. Hemos venido a este mundo para aprender a desapegarnos de todo lo que nos quiere dominar, con el único objetivo de apegarnos al creador de todas las cosas. Quizás sufrimos porque hemos perdido el foco de la vida. Estamos tan centrados en nosotros, en el yo, pero no nos centramos en cumplir la voluntad de nuestro creador. “al Señor tu Dios adoraras” es poner el foco de la atención en quien debemos realmente ponerlo, en HaShem nuestro Dios.

אברהם בן יעקב

sábado, 28 de mayo de 2022

Parasha 34 Bamidbar 5774 / El lenguaje de los numeros



Shalom amigos y hermanos esta semana nos corresponde estudiar la primera porción del libro de Bemidbar, conocido en español como el libro de Números. Nuestra parasha recibe el nombre de “bemidbar” “en el desierto”. Se trata del inicio de un complejo, pero profundo libro, lleno de sabiduría y misterios.


Nuestra porción comienza con la orden del Eterno a Moshé respecto de contar a los hijos de Israel, esto nos trae a la mente una pregunta que dará pie para el comentario de esta semana: ¿Que son los números en la mente de Dios?


El número de los salvos: 

Leemos en nuestra bendita Torá:

“Tomad el censo de toda la congregación de los hijos de Israel por sus familias, por las casas de sus padres, con la cuenta de los nombres, todos los varones por sus cabezas. De veinte años arriba, todos los que pueden salir a la guerra en Israel, los contaréis tú y Aarón por sus ejércitos” (Bemidbar – Números 1:2-3)



Todo parece ser, que para Dios los números son un lenguaje, una forma de comunicar verdades Eternas, y no solo datos o información, al igual que las “palabras” los números son parte integral de la manera en que Hashem se comunica con sus siervos, de otro modo

¿Por qué a él le interesa que Moshé registre el conteo de los hijos de Israel? ¿Acaso no tiene Dios el número exacto de los hijos de Israel que necesita que alguien cuente por él? ¿Para qué registrar este suceso en la Torá, si él lo sabe todo? Entre las muchas respuestas que podríamos dar, casi todas serian verdaderas, y entre ellas la simple respuesta de que a él le ha placido hablarnos en el lenguaje de los números. Por lo que si estudiamos las palabras como si fueron números y los números como si fueran palabras, podremos llegar a una mejor compresión o más acabada revelación del mensaje de las sagradas escrituras.

Una extensión del conteo del libro de Bemidbar proféticamente hablando, podría ser lo que aparece en el libro de revelaciones, cuando Iojanan da testimonio de que oyó el número de lo sellados, ciento cuarenta y cuatro mil:



“Diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios. Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel” (Apocalipsis 7:3-4)

Y aunque no estamos seguros de lo que representa el número “144.000”, todo parece que es un número espiritual, que probablemente alude al número “que nadie puede contar” de los redimidos de entre todas las lenguas, naciones, tribus y pueblos, y de cómo Hashem ve espiritual y proféticamente a esas personas, pues está escrito justo después del detalle de los sellados de las tribus de Israel, que Iojanan vio:

“Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos” (Apocalipsis 7:9)

Dentro de las posibilidades que manejo, la relación de estos dos pasajes que permanecen unidos dentro del mismo capítulo, tiene que ver con:


1.- Los 144.000, son la cabeza del gobierno de Hashem para las naciones, lenguas y pueblos redimidos. Es de Israel (representados en los 144.000) gobernando a través del Mashiaj a las naciones redimidas.


2.- El número 144.000 es un número espiritual que alude a otra cosa que hoy desconocemos por completo, pero que sin embargo nos muestra que en realidad los salvos y redimidos de entre las naciones son considerados “una unidad absoluta” el numero “que nadie puede contar”, más los 144.000, podrían ser una misma realidad, con distintas funciones.

3.- Los 144.000 son Israel, y los salvos de las naciones son Israel. Siendo el numero 144.000 un número espiritual, no estático, sino que totalmente amplio, que expresa la redención final de Hashem para su pueblo Israel y el éxodo definitivo de sus hijos de entre los pueblos del mundo.

No obstante esto, Hashem tiene “un número” de los redimidos que hoy ningún humano, ni ser celestial conoce, ni menos “puede contar”. Ese número solo es conocido de Él, y una vez que se complete, como nos dice la escritura, “cuando ingrese la plenitud de los gentiles, todo Israel será salvo”, lo cual nos ayuda en nuestra interpretación del punto 3. Pues todo pareciera a que en realidad la salvación del mundo depende de Israel y la salvación de Israel depende de la salvación de los que vienen de las naciones

El idioma sagrado y los números



En el sagrado idioma, el hebreo, las letras equivalen a un número. Nos cuenta nuestros sabios, y esto respaldado por los escritos del Brit Hadasha (Nuevo Pacto) que Hashem creó todo lo existente con las palabras de su boca: “Y dijo Dios, sea la luz”… Por lo cual, cada palabra o expresión que sirvió para crear contiene letras especificas que Hashem escogió poner en su Torá como el inicio de su plan creador, revelándonos que la Torá que nos dio contiene mucho más que datos históricos o informativos, sino que más bien contienen el ADN del universo y de de todo cuanto existe. Por lo que si Hashem creó todo en base a letras que luego forman palabras, del mismo modo a través de las letras que representan números creo todo un sistema matemático dentro de la creación. Un sistema exacto e infinito que contiene todas las ciencias y todas las sabidurías necesarias para la vida del hombre en la tierra.


Así los números en la Torá nos van mostrando un lenguaje superior que Hashem espera que descubramos mediante profundizamos en las sagradas escrituras.

Las letras hebreas del uno (1) al (5) cinco.

Veamos que podemos aprender de los números del 1 al 10 relacionado estos valores numéricos con las letras hebreas. No pretendemos hacer una exposición profunda, menos cabalística, pero si aportar una base “básica” para la compresión del lenguaje de los números.

א El numero 1.

La letra Alef א representa al número 1 y al número 26 (si sumamos las letras hebreas que construyen la a la alef: י yod, ו vav, י yod). Significado “amo” “maestro” “maravilla”, también representa a una cabeza de Toro. En cuanto a su significado más profundo, la alef nos revela el mundo celestial de la unidad “ejad”, pues la Torá comienza con la segunda letra del alefato hebreo, la letra bet ב y no con la primera letra, la alef. Para revelarnos que el objetivo de la creación es unirse con el plano celestial. Por el contrario la entrega de las 10 conversaciones (10 mandamientos) comienzan con la letra alef, para mostrarnos que el plano celestial de la Torá se une con los hombres a través de la observancia de los mandamientos que tienen como base a las 10 conversaciones. La alef también representa la diferencia entre la el exilio “yod” abajo, y la redención “yod” arriba, separados por una “vav”.

Nos dicen los sabios: “La persona debe verse siempre asimismo como si tuviera la mitad de meritos y la mitad de incorrecciones. Si realiza un precepto inclinara a su favor la balanza que mide sus acciones hacia el lado meritorio. En cambio si comete una falta, inclinara la balanza que mide sus acciones al lado de los desmerecimientos.


ב El numero 2.



La letra bet ב, es la segunda letra del alefato hebreo, y su valor numérico es el numero 2 y

412 si sumamos las letras hebreas de la palabra “Beit”. Como recién dijimos, la bet es la primera letra de la Torá y esto constituye una base para comprender el modelo de la creación. Como la bet equivale al número 2 entendemos que Hashem creó el mundo bajo una situación dual, ese es el plan original del Creador en esta tierra, y es el plan que debemos respetar. Dios nos hizo, Hombre y Mujer, creo el cielo y la tierra, las tinieblas y la luz, los días de la semana y el shabat, a Israel y las naciones, y mucho más, que está dominado por el concepto de la dualidad, sin embargo el propósito de esta dualidad es unirse en medio de la diversidad y lograr ser una unidad (ejad) celestial, como está escrito:

“Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en el Mesías Yeshua” (Gálatas 3:28)

En el mundo celestial, donde está el Mesías Yeshuá, todo es una unidad y ese es el plan de la creación que viviendo bajo la dualidad, respetando esta dualidad, podamos hallar juntos el camino de la unidad en el nombre del Mashiaj Yeshuá.

La bet representa además una “casa” pues casa en hebreo es “bait”, el midrash se pregunta

¿Por qué creo Di.s el mundo? Nos dice que deseaba una casa ¿Y qué definimos por casa? Es el lugar al cual uno retorna luego de hacer los negocios terrenales, donde nos explayamos y somos realmente como somos. Así Hashem creó el mundo para retornar cada vez a su casa, y tener una relación verdadera con su pueblo y sus hijos.


Nos dicen los jajamim (sabios) de nuestro pueblo, que las tablas de la Torá estaban escritas por 2 lados. El talmud cita la siguiente enseñanza que lo relata: “Dijo Rab Jisda: “Las letras mem ם y samej ס que constaban en las tablas de la Torá entregadas en el Sinaí se mantenían en el aire dentro de las tablas milagrosamente, es decir el centro de las mismas estaba suspendido y no se caía.

ג El numero 3.

La guimel ג es la tercera letra del alefato hebreo, y equivale al número 3. Su diseño está compuesto por una ו vav, y una י yod, representa a un hombre rico corriendo, y a un camello. Otros de sus significados son: “nutrir, destetar, camello, puente”.



El talmud expresa que el numero 3 representa a la Torá que fue otorgada en el tercer (3) mes de sivan, a Moises, que fue el tercero (3) de tres niños de su familia, y además entregada el tercer (3) día de la separación conyugal que Dios exigió antes de entregarles la Torá al pueblo de Israel.


La Torá fue entregada a un pueblo formado por 3 grupos: Los Kohanim (Sacredotes), los levitas y los israelitas. Y finalmente tenemos que nuestras “Tanaj” está compuesta de tres grupos: El Jumash (los 5 libros de la Torá), Los Neviim (Los profetas) y los Ketuvim (Las sagradas escrituras).

Así las escrituras constituyen en sí mismas un trió de testigos para Israel y las naciones. Como lo establece la Torá que el máximo de testigos necesarios para un juicio ante el Beit din (casa del juicio) es el numero 3. Por lo que el numero 3 y la letra guimel representan también al testimonio, a los testigos fieles. Lo cual podemos relacionarlo perfectamente con el pasaje de la primera carta de Iojanan: “Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan” (1Juan 5:8) que revelan los tres testigos de la redención y justificación del alma de una persona. Y respecto de la “salvación”, podemos decir que Yeshua a Mashiaj es un tercero, entre la enemistad latente de la humanidad y Dios, a causa del pecado, siendo Yeshuá el medio de la reconciliación.

El sabio Shlomo (Salomón) dijo: “¿Acaso no te he escrito tríos, para que te sean de consejo y de sabiduría?” (Proverbios 22:20)

ד El numero 4

La ד dalet es la cuarta letra del alefato hebreo, y su valor numérico es 4. En su diseño está compuesta por una yod y una resh. Representa: “un pobre”, “puerta”, “alzar”, “jamba de la puerta y dintel”. Respecto de esta letra recordamos las palabras de nuestro amado Mashiaj Yeshuá, cuando dijo:

“Volvió, pues, Yeshuá a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta (dalet) de las ovejas. Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas. Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos” (Iojanan – Juan 10:7-9)

En la mishna en el tratado de shekalim nos dice que en el templo sagrado había una habitación llamada “la cámara silenciosa”. Uno entraba en ella solo y cerraba la puerta tras de sí. En la habitación había una pequeña caja para dar dinero o para dejar dinero, cada uno tenía la opción de dar o sacar dinero. El rico entraba solo y dejaba dinero para el pobre que entraría a sacar dinero, todo se hacía de forma muy discreta.

En el rebaño de Yeshuá, hay ovejas de todas las clases sociales, ricos y pobres, y él es la puerta para entrar en la habitación de la bondad, donde llevamos a cabo el mandamiento de “amar al prójimo como a uno mismo” solo debemos vivir según su ejemplo.

Respecto del numero 4, nos dicen los jajamim (sabios) (Mishna, en el tratado de avot 5:10, Rashi) Existen cuatro tipos de individuos con cualidades dispares.

El individuo medio dice: “lo mío es mío y lo tuyo es tuyo”.

El individuo ignorante dice: “lo mío es tuyo y lo tuyo es mío”, es un ignorante que no sabe discernir entre lo suyo y lo de su prójimo.

El individuo generoso dice: “lo mío es tuyo, y lo tuyo es tuyo”. El individuo perverso dice: “lo mío es mío y lo tuyo es mío”

ה Número 5.

La hei ה es la quinta letra del alefato hebreo, y equivale al número 5. Su diseño corresponde al alto y ancho de la dalet ד, más una yod י equivalen a la espiritualidad. También representa el “pensamiento” “habla”, “la acción”.

La hei con su pequeña apertura hacia el cielo nos muestra el camino de la teshuva (retorno), esto nos lo dice el Talmud en el tratado de Shabat 104ª. Para poder apreciar el concepto de teshuva contenido en la letra hei es necesario compararla con la letra jet ח, octava letra del alefato hebreo. Ambas letras son muy parecidas: “ה ח” pero no son iguales, pues solo la hei contiene esa pequeña abertura hacia arriba. Un ejemplo para graficar esto, es lo que le sucedió a Caín, al cual, luego de haber odiado a su hermano, Hashem le dice: “El pecado llama a tu (jatat) puerta” (Génesis 4:7) La abertura (o puerta) en la parte inferior de ambas letras, hei y jet, representan al pecado. Con la jet no hay posibilidad alguna de eludir al pecado sin caer en la transgresión (es decir la única salida es la parte inferior, el pecado). Pero la hei tiene otra abertura, otro curso posible de acción, ese pequeño escape es la acción de retorno al Creador, llamada Teshuva.

Esta letra también está conectada con el Mashiaj, en el zohar (III, 153 b) se nos comenta que en los días del Mashiaj, él hará que todos hagan teshuva, hasta el recto. Cada persona llegara a darse cuenta de la necesidad de retornar al Creador, pues cualquiera sea su nivel podrán elevarse aún más.