jueves, 23 de septiembre de 2021

Parashat Vezot Haberajá / ¿Por qué se nos ha enseñado a bendecir?




VeZot HaBerajá (Y esta es la bendición) es la última porción de la Torá con la cual terminamos un ciclo más de estudio de la bendita Torá. Moshé el siervo de Hashem está a punto de morir y como el gran Padre que fue para Israel, él no desea el mal para sus hijos, sino que por sobre todo el bien. Todo Padre que ama a sus hijos, por más que estos hubieren sido obstinados en algún momento de sus vidas, les dejara lo mejor de él, ¿Y qué era lo mejor que Moshé tenía? A parte de todas sus enseñanzas, y el inmenso legado que le dio al pueblo a través de su ejemplo y servicio al creador, Moshé tenía muchas bendiciones que dejar a su amado pueblo. Y así lo hizo, antes de morir bendijo a todos los hijos de Israel.

Que privilegio es poder bendecir y no maldecir. Muchas personas antes de morir terminan maldiciendo a la vida y a las circunstancias, algunos maldicen a sus familiares, a sus amigos, a ellos mismos y otros más necios maldicen a Di.s, pero Moshé que murió según un hermoso Midrash de un beso de que Di.s le dio, termino sus días derramando bendiciones sobre su pueblo. Los que aman a Di.s y a sus semejantes pueden ser fuentes de bendición en este mundo y solo un hombre comparable a Moshé puede terminar sus días dando bendiciones a su pueblo, como lo hizo Yeshuá nuestro amado Mesías, que es el profeta como Moshé que habría de levantarse (Devarim 18:15) termino sus días bendiciendo al pueblo y a sus discípulos:

“Padre perdónalos, pues no saben lo que hacen” (Lucas 23:34)

“Entonces los condujo fuera, hasta cerca de Beit-Anyá, y alzando sus manos, los bendijo. Y aconteció que mientras los bendecía, se separo de ellos y fue llevado arriba al cielo.” (Lucas 24:50-51)

Esto nos muestra la importancia de las “Berajot” (Bendiciones), y como ellas pueden ser utilizadas por Hashem como un medio dador de vida y un medio profético que servirá para cumplir en nosotros el propósito para el cual Hashem ha permitido que vengamos a este mundo. Nuestro Pueblo Israel a lo largo de toda su existencia se ha caracterizado por tener distintas bendiciones por cada acción que cotidiana o litúrgica que se realiza. Dentro de la fe Judía la convicción es la siguiente: Somos siervos de Di.s, y por lo tanto a cada instante le servimos bendiciéndole por todo lo que disfrutamos y por todo lo que existe.

El emisario Shimon Kefa (Pedro) escribió diciendo:

“No devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición” (1Pedro 3:9)

Las bendiciones forman parte central de la vida de un hijo del Eterno que guarda la fe de la bendita Torá. Cuando nos despertamos a penas abrimos los ojos decimos:

“Te agradezco Rey viviente, porque me has devuelto el alma con misericordia, inmensa es tu fidelidad”

Inmediatamente (según el rezo diario de Shajarit) luego de hacer las necesidades biológicas se bendice al Eterno por Crear los orificios del cuerpo, los cuales permiten que vivamos, pues si uno de ellos se obstruyera o se tapara no podríamos vivir ni una hora. ¡Hasta a ese punto uno debe bendecir a Hashem por todo! A continuación nos lavamos las manos, diciendo la respectiva bendición, para luego comenzar la liturgia de la oración matutina.

En la tradición del pueblo Judío bendecimos a Hashem por: La inteligencia, por la vista, por la capacidad del movimiento, por la postura erecta del cuerpo, por la vestimenta, por la energía, por la firmeza de la tierra, por la capacidad de caminar, por el calzado de los pies, por la fuerza, por la distinción de la cabeza (kipa), por no hacernos gentiles (debe entenderse el sentido de la bendición), por no hacernos mujeres (la mujer bendice por hacerla conforme a su voluntad y por no hacerla mujer gentil), por la libertad, por la liberación del sueño, por el estudio de la Torá, por colocarnos el talit(manto de oración), por ponernos los tzit tzit (filacterias), por ponernos tefilim (oraciones), etc.

El pueblo de Israel se ha acostumbrado a bendecir tanto, que hemos llegado a dar gracias incluso hasta por el discernimiento del gallo diciendo: “Bendito eres tu Adonai nuestro Elogió que das la inteligencia al gallo para discernir entre el día y la noche”.

Es tan importante en la fe Judía el tema de las bendiciones, que nuestros sabios discuten ampliamente en los tratados de Berajot (Bendiciones) del Talmud, desde hasta como estar exteriormente para decir una bendición hasta como decirlas, donde decirlas, etc.

Está escrito en el Talmud: “El hombre no debe disfrutar nada en este mundo sin decir previamente una bendición" (Berajot 35 a, b)

¿Cuál es el fin de que bendigamos, como lo hacemos? Como está escrito en nuestra bendita Torá; “Si escogiereis el bien”. La ecuación que nos propone la Tora es simple: Maldición es igual a Muerte, Bendición es igual a Vida: Es decir que en nosotros esta el poder de elegir la vida a través de las bendiciones. Pero ¿A qué vida se está refiriendo la Tora? Sin duda alguna a la vida del mundo venidero que podemos disfrutar en este presente. Si elegimos bendecir a Di.s por todo, si elegimos bendecir al prójimo, y con ello vivir una vida de obediencia a Hashem, habremos elegido, la vida en lugar de la muerte. Cada vez que bendecimos elegimos la VIDA, y traemos a este mundo toda esa espiritualidad y divinidad reservada solo para los justos en el mundo venidero ¡al ahora ya!

Para algunos las distintas bendiciones que se usan en la fe Judía podría resultar ser “vanas repeticiones”, argumento que nace de la mala interpretación de las palabras de nuestro amado Mesías:

“Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos” (Mateo 6:7)

Nos preguntamos: ¿Esta Yeshuá prohibiendo las repeticiones de la fe Judía? La respuesta es un no rotundo. Está escrito en la Torá que uno debe REPETIR las palabras de la Torá, y respecto del Shema recitarlo al levantarnos y al acostarnos:

“Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes (Devarim/Deuteronomio 6:7)

Como podemos leer, Hashem está mandando que la bendición más importante del pueblo de Israel; “Shema (Escucha)” se REPITA de forma diaria y constante. Por lo cual no podemos entender las palabras de Yeshuá como un cambio a la exigencia de la Torá. La clave para entender las palabras de nuestro santo maestro se encuentran en la expresión “vanas repeticiones”. Es decir la prohibición de Yeshuá es respecto de las repeticiones que no TIENEN valor espiritual, no así las bendiciones que están llenas de riqueza espiritual como nuestra SHEMA. Esas vanas repeticiones que según nuestro amado Mesías los gentiles usaban, pensando que por sus palabrerías serian escuchados. Esto también nos muestra que no son los gentiles (no temerosos de Hashem) los elegidos para formular las bendiciones con las cuales se debe servir a Hashem, sino que Israel. Y esto se desprende del pasaje de la Tora, donde Hashem le dice a nuestro Padre Abraham respecto de su descendencia:

“Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Bereshit – Genesis 12:3)

Nuestro amado Mesías Yeshua luego de decir aquellas palabras, diría: “Vosotros orareis así”

¿No es acaso eso, una orden a orar con una forma preestablecida? Yeshua esta justamente enseñando un “rezo”, una oración que debe repetirse, la popular oración “del Padre nuestro”. Por lo tanto, no podemos quedarnos en la posición fría e ignorante de los que señalan a las bendiciones Judías como meros trámites litúrgicos sin sentido espiritual. Sino más bien aceptar y comprender que las bendiciones creadas por el pueblo de Israel, son Torá, y además forman parte de la cultura espiritual que el mismo pueblo santo ha creado a través de miles de años con la sola practica de bendecir a Hashem por todo la manera correcta de servir a Hashem. “Bendecir” es una acción totalmente Hebrea, una acción que emana de los cielos, una acción que emana de Di.s mismo, y que tiene miles de años, tantos como la misma tierra:

¿De quien aprendió el pueblo Judío la importancia de bendecir? De Hashem mismo, pues el termino su magna obra creadora bendiciendo, como está escrito en la sagrada Tora: Respecto de los animales marinos dice: “Y los bendijo Dios”, respecto de la creación del hombre dice: “Y los bendijo Dios”, respecto de la creación del Shabát séptimo día de la creación dice: “Y lo bendijo Dios y lo santifico”. (Bereshit – Génesis 1:22-27- y 2:1-3) Así que de Di.s aprendimos que se debe bendecir siempre.

De aquí también podemos concluir que cada vez que apreciamos el milagro de la creación estamos obligados a bendecir. Esta es la razón por la cual bendecimos el pan diciendo: “Bendito eres tu Adonai nuestro Elohim, Rey del universo, que extraes el pan de la tierra”, pues el pan es un producto que resulta de la creación, Hashem lo saca de la tierra para nosotros y nosotros bendecimos por el milagro de la creación.

También decimos respecto del fruto de la vid: “Bendito eres tu Adonai rey del universo, que creaste el fruto de la vid”, pues el vino que producimos de las uvas de la vid, Hashem creó el fruto para nosotros, y nosotros bendecimos por el milagro de la creación.

Así cada vez que vemos el poder sobrenatural de la creación actuar, ya sea en un alimento, como el pan o un líquido como el vino, o en nuestros propios cuerpos cuando despertamos, se abren nuestros ojos y el sueño nos abandona; estamos obligados a bendecir.

¿Cómo saber entonces cuando y como bendecir? Nuestro pueblo Israel nos ha dado una hermosa Herencia, que hoy sin haber trabajado en ella ni por ella, nos permite participar de ella y bendecir de forma correcta y agradable a Dios. Debemos por tanto aprender de esta herencia, estudiarla y practicarla a diario, para que cada día nuestras bendiciones se tornen más perfectas delante del Creador, bendito sea.

Nuestro amado Mesías como Hijo de Israel y Judio que fue, respetaba las tradiciones de su pueblo, y practica las diversas bendicones de la tradición, lo podemos ver en los siguientes pasajes:

Yeshua bendecía el pan: “Y tomando los cinco panes y los dos pescados, levantando los ojos al cielo, los bendijo, y los partió, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante de la gente. (Lucas 9:16)

Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio (Lucas 24:30)

Las palabras de Yeshuá para bendecir el pan fueron: “Baruj Ata Adonai Eloheinu Mejel HaOlam Hamotzi lejem min Ha´aretz” (“Bendito eres tu Adonai nuestro Di.s Rey del Universo que extraes el pan de la tierra”) En la tradición de nuestro pueblo se dice que el Pan es el Rey de la mesa, y es por eso que su bendición no puede faltar en la mesa de un Hijo de Israel. Por esta razón es que siempre que en los evangelios se nos relata que Yeshuá comía pan con sus discípulos, nos dicen los autores; “Y Yeshuá bendijo...” debido a la importancia del pan sobre la mesa, como un milagro de la creación.

Yeshuá bendijo el vino:

“Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; (Mateo 26:27)

La expresión: “Habiendo dado gracias” alude a la bendición Judía por el Kidush: “Baruj Ata Adonai Eloheinu Melej HaOlam Bore Peri Hagafen” (Bendito eres tu Adonai nuestro Di.s Rey del Universo que creaste el fruto de la vid)

Yeshua bendijo a los niños:

“Entonces le fueron presentados unos niños, para que pusiese las manos sobre ellos, y orase; y los discípulos les reprendieron. Pero Yeshua dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos” (Mateo 19:13-14)

Otros pasajes de los demás evangelios dicen que traían a los niños para que Yeshuá los tocase, sin duda, era para que él los bendijera. La bendición Judía para los niños era conocida desde hace ya muchos años, estas fueron las palabras que Yeshuá dijo sobre los niños, pues está escrito en la Torá, que así se debía bendecir a los pequeños:

Y los bendijo aquel día, diciendo: Por ti bendecirá Israel, diciendo: Que Dios te haga como Efraín y Manasés. Así puso a Efraín antes de Manasés. (Bereshit - Génesis 48:20)

Las palabras de Yeshua fueron: “Ysimja Elohim Ki-Efraim Ve-Ki-Menashe” (Que Di.s te haga como Efraim y como Menashe)”

Y sobre las niñas decía: “Ysimej Elohim Ke-Sara, Rivka, Rajel veLea” (Que Di.s te haga Sara, Rivka, Rajel y Lea)

El emisario Shaul nos enseño diciendo:

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Yeshua el Mesías, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en el Mesías” (Efesios 1:3)

Lo cual nos muestra que las bendiciones (todas) litúrgicas y también las espontaneas, etc., son bendiciones espirituales que residen en el cielo que Di.s mismo a preparado para nosotros que estamos en el Mesías Yeshua.

Si usted me ha leído hasta aquí ya sabrá entonces que las bendiciones no son creaciones humanas, sino que instancias inspiradas por el espíritu santo, que nos abren un camino a la vida del mundo venidero solo accesible por la vía del agradecimiento. Este principio de Bendecir a Hashem por todo, de bendecir a Hashem por la creación, y de bendecir a la creación, como cuando se bendice a los hijos, es el principio que heredo nuestro pueblo Israel desde hace miles de años atrás.

Yaacov (Jacob) bendijo a sus 12 hijos antes de morir. Cada bendición del patriarca representa en sí misma un universo de sabiduría y de acontecimientos proféticos de cada una de las familias de Israel. Y no solo eso, sino que cada bendición nos hablan también del plan redentor de Di.s para la humanidad a través de Israel y el Rey Mesías.

El Eterno le enseño al Aharon la forma correcta de cómo bendecir a los Hijos de Israel, con esta maravillosa bendición, y si has leído hasta aquí, le ruego al cielo que así también haga para ti:

YEVAREJEJA ADONAI VEISHMEREJA YAER ADONAI PANAV ELEJA VIJUNEKA ISA ADONAI PANAV ELEJA VEYASEM LEJA SHALOM.

(Hashem te bendiga, y te guarde; Hashem haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; Hashem alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz) (Bemidbar - Números 6:24-26)

¡Shabat Shalom!  ¡Jag Sameaj Sucot!

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