COMENTARIO DE LA PARASHÁ SEMANAL DE LA TORÁ
Parashá 54 VeZot HaBerajá
Deuteronomio 33:1 – 34:12
Shalom hermanos, esta semana estudiamos dos porciones de la Torá, Haazinu y Vezot HaBeraja, y dentro de los nombres de estas porciones, al unir cada significado y sus posibles traducciones, junto a las primeras palabras de la Torá del libro de Bereshit, que sería la porción de la Torá que estudiaremos las próximas semanas después de sucot, aprendemos algo muy bonito que dará el pie para el comentario del día de hoy:
La palabra “Haazinu” y “Vezot Haberaja” significan respectivamente:
“Escuchen” “y esta es la bendición”. Aquí nos preguntamos ¿Cuál es la bendición
que debemos escuchar? Y respondemos con las primeras palabras de la próxima
porción semanal. Genesis/Bereshit 1:1:
בראשית ברא אלהים את השמים ואת הארץ׃
“Bereshit Bara
Elohim et HaShamaim Veet haarezt” que traducido de forma dinámica y simple
es: “, en el principio creo Dios los cielos y la tierra”. Por lo que la
unión de todas las palabras seria: “Escuchen esta es la bendición, en el
principio creo Dios los cielos y la tierra”
Ahora bien, ¿Cuál
es la bendición de saber esto? ¿Qué Dios es el Creador de los cielos y la
tierra? A pesar que Rashí en su comentario, lo explica de forma simple diciendo:
“Se refiere a la ultima bendición de Moshé antes de morir”, por eso dice: “esta
es la bendición (antes de la muerte de Moshé)”. Yo pienso que la bendición que
Moshé quiere realmente transmitir a Israel, radica en DESARROLLAR LA FÉ EN EL
CREADOR, DE FORMA SANA Y COMPLETA. Pues quien logra hacer que su FE crezca sana
y madura, podrá finalmente tener todas las bendiciones de la Torá.
Cuando hablamos de
“Fe”, no solo hablamos de aquello en lo que se cree, de hecho aunque es la fe,
es la convicción de lo que espera y la certeza de lo que no se VE (Hebreos 11:1),
podemos decir que esa certeza y esa convicción tendrá como resultado una
CONDUCTA, como está escrito por Iaacov en su carta: “la fe sin obras esta
muerta”. Finalmente somos lo que creemos, y nos conducimos según nuestras
convicciones. De ahí entonces, que para poder desarrollar UNA FE sana en el
Eterno, tenemos primero que revisar si nuestras convicciones y certezas, tienen
intenciones limpias, sin malicia, basadas en una buena conciencia, tendremos
como resultado, el legado de una fe sana.
Leemos en la
porción de esta semana:
“Moshé nos
encomendó la Torá, un legado para la congregación de Yaacob” (Devarim/Deuteronomio
33:4)
¿Cuándo afirmamos
que hemos recibido el legado de la Torá en nuestras vidas?
El comentarista a
Rashi (Mizraji) nos dice sobre este versículo: “Esta idea de que la Torá es
un legado para la congregación de Yaacov, es lo que afirman los
individuos “justos y buenos” de Israel, incluso en el momento mismo en que las
naciones del mundo persiguen y atacan a Israel. Estos individuos no pierden el
ánimo ni la confianza en Dios, sino que cuanto más los atacan con mayor ardor
mantienen su adhesión a Dios y a la Torá”…
Me tomo del
comentario de arriba, para en otras palabras decir que; “Afirmamos que hemos
recibido el legado de la Torá, cuando nos conducimos con la fe sana y apropiada,
en cada situación que nos pone el Creador, bendito sea, en la vida”…
Pongamos el
siguiente ejemplo: Cuando una persona se ve enfrentado a un problema
matrimonial, una discusión de esas que se dan cada cierto tiempo en casa,
deberá actuar como su FE demanda, es decir basado en la Torá del Eterno, como
un legado que él ha recibido, esto es INTENTAR NO LASTIMAR A SU ESPOSA/O. Pero
cuando la persona hace lo contrario, dañando o lastimando a su conyugue,
entonces ha revelado dos cosas: Que su fe en el Creador, no se ha desarrollado
sanamente, y que sus convicciones o intenciones están contaminadas, y que por
lo tanto, el resultado de su conducta a provocado daño a otra persona, pero no
a cualquier persona, sino que a su propia esposa, lo cual es muy grave.
Esto lo digo solo a
modo de ejemplo. Por qué deberíamos aplicar el mismo principio a cada área de
nuestras vidas, comenzando por nuestro hogar. ¿Nuestros hijos están viendo la
imagen del Creador en nosotros, y de qué forma ellos observan esta imagen, de
una forma sana o desvirtuada? ¿La imagen y el legado de fe que estamos
transmitiendo en el hogar, una fe sana “no fingida” o una fe fingida, con
intenciones contaminadas que traen resultados que hacen daño a los demás?
¿Cuándo estamos en la comunidad, junto a los hermanos, que imagen hemos
transmitido, el de una persona con una FE desarrollada sanamente, o el de una
persona que ha desarrollado una fe fingida y contaminada?
Cuando hacemos un
negocio, y no tenemos como acreditar a la contraparte, ni tenemos ningún medio
practico que pueda garantizar a la otra persona que cumpliremos lo comprometido
dentro del negocio, le decimos: “Estamos actuando de BUENA FE” Es decir,
tenemos que pensar que nuestras intenciones son sanas y que no tenemos malas prácticas.
Pero cuando una persona no ha desarrollado una fe sana en el Creador, tendrá malas
intenciones, y como resultado estará acostumbrado a realizar malas prácticas.
Si una persona
tiene un problema con otra, ambos hijos del Eterno, pertenecientes a la misma
comunidad, y no son capaces de resolver su altercado, hablando, mejorando la
situación con buenos cambios de actitudes, sino que por lo contrario,
intentando lastimarse el uno al otro con distintas actitudes, ¿Qué tipo de fe
han desarrollado esas personas en su historial de vida? ¿En qué momento cayeron
a la posición espiritual que no les permite ver lo bueno en su hermano?
Me gusta mucho el
siguiente versículo bíblico:
“ni presten
atención a fábulas y genealogías interminables,
que acarrean disputas más bien que edificación de Dios que es por
fe, así te encargo ahora. Pues el
propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio, y de buena conciencia, y de fe no fingida, de las cuales
cosas desviándose algunos, se apartaron
a vana palabrería, queriendo ser doctores de la ley, sin entender ni lo que hablan ni lo que
afirman” (1Timoteo 1:4-7)
Si prestamos
intención al contexto de este versículo, tenemos que hay una disputa por
cuestiones de Torá, que fue provocada por personas que habían alejado su vista
de las cosas más básicas: “un corazón limpio”, “una buena conciencia”, “una fe
no fingida”. Es decir tenemos un grupo de personas que no desarrollo una FE
SANA, y que finalmente provoco que ellos mismos “se apartaron a vana palabrería”.
¿Cómo saber si
nuestra fe se está desarrollando de una forma sustentablemente sana?
En mi opinión
tenemos que renovar nuestras motivaciones, para que nuestras convicciones sean
limpias y traer como resultado el crecimiento de una fe sana. Hay un par de
ejemplos en las escrituras, sobre todo en las enseñanzas de Yeshuá, de cómo
debe ser una fe sana:
“Otra parábola les
refirió, diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que
un hombre tomó y sembró en su campo; el cual a la verdad es la más pequeña de
todas las semillas; pero cuando ha crecido,
es la mayor de las hortalizas, y
se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus
ramas”
(Mateo 13:31-32)
La persona que
sembró, es la persona que solo tiene “conocimiento” de la existencia de Dios.
Luego que sembró su conocimiento en la tierra apropiedada, que la correcta intención
de crecer y desarrollarse, aquel conocimiento se convirtió en una convicción
fuerte que crecía y crecía, con buena conciencia, limpio corazón, teniendo como
resultado: Un gran árbol espiritual de fe (emuna – fidelidad), donde no solo él
disfruta de sus beneficios, sino que otras personas (aves del cielo), vienen y
buscan refugio haciendo sus nidos en sus ramas, que son las enseñanzas de esas
personas manifestadas a través de su buena conducta.
Muchas personas en
nuestra vida, nos han legado una fe sana. Una conducta basada en profundas
convicciones que nos marcaron para toda la vida. ¿Se acuerda usted de alguna?
Yo sí. Recuerdo a mi antiguo pastor, lo llamare por su nombre; José. Recuerdo
que primero él fue la primera persona que confió en mí para ayudarme y darme un
trabajo, cuando era un flaco, miedoso, e ignorante adolescente de 14 años. Como
no tenía estudios, ni experiencia alguna, finalmente después de estar algún
tiempo en terreno (en una obra de construcción) me dio la posibilidad de trabajar
con él en la oficina de su empresa. Recuerdo las veces que él llegaba, y pasaba
el dedo por cada mueble de la oficina para ver si había polvo en ellos, pues yo
era el encargado de hacer el aseo de esa empresa, yo temblaba con solo ver su
rostro de desaprobación. Fueron varias las veces que hallo polvo en ellos, como
las decenas de veces que él me dio varias reprimendas, hasta el punto de
hacerme llorar, para no volver a cometer las mismas faltas en el trabajo, como
por ejemplo cuando me quedaba dormido y no llegaba a la hora, o cuando
simplemente falte a trabajar, hasta el punto de un día de decirme, después de
llegar 05 minutos atrasado, devuélvete a tu casa, y mañana llegas 5 minutos
antes y podrás trabajar. Me enseño muchas cosas con su sola conducta, pues su
fe estaba basada en convicciones limpias, buena conciencia y un limpio corazón.
Cuando lo oía como me contaba que apenas había llegado a octavo básico, como su
profesora de matemáticas se había reído de él diciéndole que él era un porro
que no lograría nada en la vida, y de cómo Dios había llenado sus manos con
dinero y posesiones, sin él merecerlo, o como cuando lo veía ayudar a los
hermanos de su iglesia, que pasaban necesidad. Me enseño el valor de dar y
ayudar a otros. Me enseño el valor de ser perseverante. Me enseño el valor de
la santidad y de cuidarme del pecado. Me enseño lo simple que era llegar a la
iglesia y levantar las manos para dar gracias y luego descansar en Dios. Me
enseño que en la vida las cosas más importantes, no eran cosas y que todo
estaba basado en el amor. Quizás todo esto no me lo enseño él con sus palabras,
pero lo vi en sus acciones.
El dejo en la
semilla de una fe sana ¿Puede entender ahora que es lo que HaShem espera que
desarrollemos?
Hace algunas
semanas atrás, para el tiempo en el que estábamos haciendo “selijot” en la
sinagoga, mientras venia en el metro en dirección al templo, mi corazón volvió
a sentir, algo muy simple, pero muy valioso: “de pronto, comenzó agitar
porque quería estar ahí, junto a los hermanos, mi alma anhelaba llegar pronto,
porque mi alma lo sabe bien, el beneficio que hay en estar con los hermanos
juntos y en armonía” ¿Hace cuanto tiempo que tu corazón no siente este
hermoso deseo de estar en la sinagoga un Shabat? ¿Qué tipo de fe hemos
desarrollado todo este tiempo, como hemos permitido que crezca?
El Mashiaj Yeshuá
nos volvió a decir: “¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la
encuentra, la pone sobre sus hombros
gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus
amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos
conmigo, porque he encontrado mi oveja
que se había perdido” (Lucas 15:4)
¿Quién es la oveja
perdida? Es sin duda la persona que no ha desarrollado una FE sana, y que por
lo tanto, solo puede vivir dentro del 1% de la realidad, es decir fuera del
redil, esta persona necesitara de un buen pastor que le haga regresar. Estar
dentro del redil implica tener una vida sana, un corazón limpio, y tener la
posibilidad de acceder a la realidad espiritual del 99%. Donde ocurren los milagros,
y las sanidades del alma. Pero mientras se viva fuera del redil, en la realidad
básica de una fe poco desarrollada, no podremos acceder, al mundo espiritual
que Dios tiene preparado para los que le aman.
La misión de los
que han desarrollado una fe sana, (han madurado espiritualmente) será, lo que
está escrito por el emisario Shaul: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en
alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de
mansedumbre, considerándote a ti mismo,
no sea que tú también seas tentado” (Gálatas 6:1)
Pero la misión del
que está en ese proceso de aceptar que ha desarrollado una fe fingida, una fe enferma
o contaminada, será la siguiente:
“Pero tengo contra
ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y
arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de
su lugar, si no te hubieres arrepentido” (Apocalipsis 2:4)
¿Qué es lo que
ocurre cuando una persona deja su primer amor, es decir deja de tener una fe
sana, escoge vivir con las malas prácticas de una fe enferma, y no recuerda
donde cayó para volver a comenzar de cero? Vienen del mismo cielo, y quitan la
luz de su alma, y luego todo es oscuridad ¿Cómo podrá hallar el camino de
retorno si no hay luz? Bendito es HaShem que aun en la oscuridad más densa,
incluso de la misma muerte espiritual, hay una posibilidad de volver a tener el
perdón y la restauración.
Por último: ¿Cuál
es la misión de Israel en el mundo, sino la de sanar al mundo con el legado de
una fe sana?
El pueblo Judío, no
tiene la obligación de transmitir todas las leyes de la Torá a las naciones. No
tiene la obligación de traspasar a las naciones gentiles sus costumbres, ni
tradiciones, ni sus ritos. Es más la voluntad de HaShem, es que exista el
pueblo judío y que existan las demás naciones, y estas naciones logren beneficiarse,
de la sabia del buen olivo que es Israel. Porque las leyes de la Torá, los 613
preceptos de la Torá le competen al pueblo de Israel, la halaja y toda la
tradición oral, es necesaria para la vida del Judío, para este pueblo desarrolle
su fe de forma sana y completa. Pero no es obligación del judío hacer que las
naciones judaícen. Pues judaizar es una elección de quien quiere venir y entrar
por esta puerta de la Torá. Sin embargo, si es obligación del pueblo Judío
legar SANAR al mundo con los remedios de la Fé, que con cada conducta de cada
miembro del pueblo de Dios podamos transmitir una fe que contagie sanidad y no
enfermedad en medio de nuestro diario vivir.
Está escrito en la
sagrada Torá:
“Llegaron a
Elim, donde había doce fuentes de agua y setenta palmeras, y
acamparon allí junto a las aguas” (Exodo – Shemot 15:27)
Las 12 fuentes,
representan a las 12 tribus del pueblo de
Israel, que tienen como misión proporcionar “agua”, es decir la sanidad
a las “setenta palmeras” que son las 70 naciones del mundo. Como también está
escrito en el libro de revelaciones, donde vemos que finalmente este será el
objetivo del pueblo de Israel en el mundo venidero:
“En medio de la
calle de la ciudad. Y a cada lado del río estaba el árbol de la vida, que
produce doce clases de fruto, dando su fruto cada mes; y las hojas
del árbol eran para sanidad de las naciones” (Apocalipsis 22:2)
No sea, que Yeshuá
no encuentre en el Pueblo de Dios, lo que tampoco encontró mientras camino en
medio de su pueblo y diga: “Ni en Israel he hallado tanta fe”, respecto
del Soldado Romano que tuvo una fe sana, y sencilla en el poder de Dios través de Yeshuá que sano a su siervo con tan
solo una orden.
Cuando el pueblo de
Israel no cumple este rol, dentro de sus hogares, ni dentro de sus trabajos, ni
dentro de sus sinagogas, entonces sucede lo que dijo Yeshuá: “no sirve más
para nada, sino que para ser pisoteada y hollada por los hombres” Respecto
de la función de Israel de sazonar el mundo con la fe sana en el Creador. O podríamos
estar dentro de la etiqueta que nos menciona el libro de apocalipsis: “Los que
dicen ser Judíos y no lo son” porque: ¿Es posible que el Pueblo de Dios no
tenga fe sana en el Creador? Antes bien suceda lo que está escrito en el libro
del profeta Jeremías;
“Así ha dicho HaShem, que da el sol para luz del día, las leyes de la luna y de las estrellas para
luz de la noche, que parte el mar, y braman sus ondas; HaShem de los ejércitos es su nombre: Si
faltaren estas leyes delante de mí, dice
HaShem, también la descendencia de
Israel faltará para no ser nación delante de mí eternamente” (Iermiyahu-Jeremías
31.35-36)
Y sobre esto
enseñaron los sabios en el tratado de Shabat, respecto de las palabras del
libro de Bereshit, en el sexto día de la creación donde dice: “Iom HaShishi”
y preguntaron: “¿Por qué en los demás días de las semana no se uso el articulo “Ha”
o la letra ה ? y nos explican que en este día HaShem
dijo condicionando: “si Israel no acepta la Torá, entonces que todo lo
creado vuelva a ser como era, que todo vuelva a un caos”. Ya que los
primeros 5 días de la creación, representan los 5 libros de la Torá, y el sexto
día de la creación representa al día 6 del sexto mes de Sivan, cuando Israel recibió
y acepto el legado de la Torá. Por lo que si las leyes del cielo faltan, también
Israel debería no existir, y a la inversa, si Israel no existiese, tampoco las
leyes del cielo y del universo deberían existir, ya que solo existen gracias a
que Israel acepto de buena forma el legado de la Torá.
Teniendo por tanto
tan grande privilegio de ser los receptores de la Torá, llenemos el mundo con
una fe SANA, LIMPIA Y PURA.
En las enseñanzas
de Yeshuá, hallamos que al final de los tiempos, cuando él se siente como juez
para juzgar las naciones, habrá un remanente de pequeños que habrán impactado el
mundo de aquel entonces (quizás somos
nosotros) con la fe sana y limpia, la fe de Yeshuá. Es lo que dice el evangelio
de Mateo en el capítulo 25, donde se nos habla del “juicio a la naciones”. Si
somos cuidadosos en ese relato veremos hay tres personajes presentes en el
relato: las ovejas, los cabritos, y los pequeños. Los cabritos son, las
personas de las naciones que no ayudaron a los pequeños, cuando estaban en la cárcel,
cuando estaban en fríos, cuando pasaron hambre, o estaban enfermos, las ovejas
de la diestra del Mesías Yeshuá, los que recibieron entrada al reino, son
personas de las naciones que ayudaron a los pequeños, cuando estaban en la cárcel,
cuando tuvieron frio, cuando estaban enfermos y cuando pasaron hambre.
LOS PEQUEÑOS SON EL
REMANENTE DEL PUEBLO DE DIOS, sobre todo creyentes en Yeshuá el Mesías, que en
el final de los tiempos serán perseguidos en todas las naciones, pero que impactaran
al mundo con SU FE SANA, logrando que muchas personas de las naciones también crean
en la buena noticia del evangelio, aceptando ser discípulos de Yeshuá y
logrando finalmente el propósito de la creación del universo, y de Israel en
este mundo: SANAR A ESTE MUNDO ENFERMO, CON LA MEDICINA DE LA FE LIMPIA Y SANA,
trayendo la redención final.
“Porque todo lo que
es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al
mundo, nuestra fe”
(1Juan 5:4)
Shavua Tov – Buena semana.
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