viernes, 24 de septiembre de 2021

Parashat 54 Vezot HaBerajá 5774 / El Legado de una fe sana

COMENTARIO DE LA PARASHÁ SEMANAL DE LA TORÁ

Parashá 54 VeZot HaBerajá

Deuteronomio 33:1 – 34:12


Shalom hermanos, esta semana estudiamos dos porciones de la Torá, Haazinu y Vezot HaBeraja, y dentro de los nombres de estas porciones, al unir cada significado y sus posibles traducciones, junto a las primeras palabras de la Torá del libro de Bereshit, que sería la porción de la Torá que estudiaremos las próximas semanas después de sucot, aprendemos algo muy bonito que dará el pie para el comentario del día de hoy:

La palabra “Haazinu” y “Vezot Haberaja” significan respectivamente: “Escuchen” “y esta es la bendición”. Aquí nos preguntamos ¿Cuál es la bendición que debemos escuchar? Y respondemos con las primeras palabras de la próxima porción semanal. Genesis/Bereshit 1:1:

בראשית ברא אלהים את השמים ואת הארץ׃

“Bereshit Bara Elohim et HaShamaim Veet haarezt” que traducido de forma dinámica y simple es: “, en el principio creo Dios los cielos y la tierra”. Por lo que la unión de todas las palabras seria: “Escuchen esta es la bendición, en el principio creo Dios los cielos y la tierra”

Ahora bien, ¿Cuál es la bendición de saber esto? ¿Qué Dios es el Creador de los cielos y la tierra? A pesar que Rashí en su comentario, lo explica de forma simple diciendo: “Se refiere a la ultima bendición de Moshé antes de morir”, por eso dice: “esta es la bendición (antes de la muerte de Moshé)”. Yo pienso que la bendición que Moshé quiere realmente transmitir a Israel, radica en DESARROLLAR LA FÉ EN EL CREADOR, DE FORMA SANA Y COMPLETA. Pues quien logra hacer que su FE crezca sana y madura, podrá finalmente tener todas las bendiciones de la Torá.

Cuando hablamos de “Fe”, no solo hablamos de aquello en lo que se cree, de hecho aunque es la fe, es la convicción de lo que espera y la certeza de lo que no se VE (Hebreos 11:1), podemos decir que esa certeza y esa convicción tendrá como resultado una CONDUCTA, como está escrito por Iaacov en su carta: “la fe sin obras esta muerta”. Finalmente somos lo que creemos, y nos conducimos según nuestras convicciones. De ahí entonces, que para poder desarrollar UNA FE sana en el Eterno, tenemos primero que revisar si nuestras convicciones y certezas, tienen intenciones limpias, sin malicia, basadas en una buena conciencia, tendremos como resultado, el legado de una fe sana.

Leemos en la porción de esta semana:

“Moshé nos encomendó la Torá, un legado para la congregación de Yaacob” (Devarim/Deuteronomio 33:4)

¿Cuándo afirmamos que hemos recibido el legado de la Torá en nuestras vidas?

El comentarista a Rashi (Mizraji) nos dice sobre este versículo: “Esta idea de que la Torá es un legado para la congregación de Yaacov, es lo que afirman los individuos “justos y buenos” de Israel, incluso en el momento mismo en que las naciones del mundo persiguen y atacan a Israel. Estos individuos no pierden el ánimo ni la confianza en Dios, sino que cuanto más los atacan con mayor ardor mantienen su adhesión a Dios y a la Torá”…

Me tomo del comentario de arriba, para en otras palabras decir que; “Afirmamos que hemos recibido el legado de la Torá, cuando nos conducimos con la fe sana y apropiada, en cada situación que nos pone el Creador, bendito sea, en la vida”…

Pongamos el siguiente ejemplo: Cuando una persona se ve enfrentado a un problema matrimonial, una discusión de esas que se dan cada cierto tiempo en casa, deberá actuar como su FE demanda, es decir basado en la Torá del Eterno, como un legado que él ha recibido, esto es INTENTAR NO LASTIMAR A SU ESPOSA/O. Pero cuando la persona hace lo contrario, dañando o lastimando a su conyugue, entonces ha revelado dos cosas: Que su fe en el Creador, no se ha desarrollado sanamente, y que sus convicciones o intenciones están contaminadas, y que por lo tanto, el resultado de su conducta a provocado daño a otra persona, pero no a cualquier persona, sino que a su propia esposa, lo cual es muy grave.

Esto lo digo solo a modo de ejemplo. Por qué deberíamos aplicar el mismo principio a cada área de nuestras vidas, comenzando por nuestro hogar. ¿Nuestros hijos están viendo la imagen del Creador en nosotros, y de qué forma ellos observan esta imagen, de una forma sana o desvirtuada? ¿La imagen y el legado de fe que estamos transmitiendo en el hogar, una fe sana “no fingida” o una fe fingida, con intenciones contaminadas que traen resultados que hacen daño a los demás? ¿Cuándo estamos en la comunidad, junto a los hermanos, que imagen hemos transmitido, el de una persona con una FE desarrollada sanamente, o el de una persona que ha desarrollado una fe fingida y contaminada?

Cuando hacemos un negocio, y no tenemos como acreditar a la contraparte, ni tenemos ningún medio practico que pueda garantizar a la otra persona que cumpliremos lo comprometido dentro del negocio, le decimos: “Estamos actuando de BUENA FE” Es decir, tenemos que pensar que nuestras intenciones son sanas y que no tenemos malas prácticas. Pero cuando una persona no ha desarrollado una fe sana en el Creador, tendrá malas intenciones, y como resultado estará acostumbrado a realizar malas prácticas.

Si una persona tiene un problema con otra, ambos hijos del Eterno, pertenecientes a la misma comunidad, y no son capaces de resolver su altercado, hablando, mejorando la situación con buenos cambios de actitudes, sino que por lo contrario, intentando lastimarse el uno al otro con distintas actitudes, ¿Qué tipo de fe han desarrollado esas personas en su historial de vida? ¿En qué momento cayeron a la posición espiritual que no les permite ver lo bueno en su hermano?
Me gusta mucho el siguiente versículo bíblico:

“ni presten atención a fábulas y genealogías interminables,  que acarrean disputas más bien que edificación de Dios que es por fe,  así te encargo ahora. Pues el propósito de este mandamiento es el amor nacido de corazón limpio,  y de buena conciencia,  y de fe no fingida, de las cuales cosas desviándose algunos,  se apartaron a vana palabrería, queriendo ser doctores de la ley,  sin entender ni lo que hablan ni lo que afirman” (1Timoteo 1:4-7)

Si prestamos intención al contexto de este versículo, tenemos que hay una disputa por cuestiones de Torá, que fue provocada por personas que habían alejado su vista de las cosas más básicas: “un corazón limpio”, “una buena conciencia”, “una fe no fingida”. Es decir tenemos un grupo de personas que no desarrollo una FE SANA, y que finalmente provoco que ellos mismos “se apartaron a vana palabrería”.

¿Cómo saber si nuestra fe se está desarrollando de una forma sustentablemente sana?

En mi opinión tenemos que renovar nuestras motivaciones, para que nuestras convicciones sean limpias y traer como resultado el crecimiento de una fe sana. Hay un par de ejemplos en las escrituras, sobre todo en las enseñanzas de Yeshuá, de cómo debe ser una fe sana:

“Otra parábola les refirió, diciendo: El reino de los cielos es semejante al grano de mostaza, que un hombre tomó y sembró en su campo; el cual a la verdad es la más pequeña de todas las semillas; pero cuando ha crecido,  es la mayor de las hortalizas,  y se hace árbol, de tal manera que vienen las aves del cielo y hacen nidos en sus ramas” (Mateo 13:31-32)

La persona que sembró, es la persona que solo tiene “conocimiento” de la existencia de Dios. Luego que sembró su conocimiento en la tierra apropiedada, que la correcta intención de crecer y desarrollarse, aquel conocimiento se convirtió en una convicción fuerte que crecía y crecía, con buena conciencia, limpio corazón, teniendo como resultado: Un gran árbol espiritual de fe (emuna – fidelidad), donde no solo él disfruta de sus beneficios, sino que otras personas (aves del cielo), vienen y buscan refugio haciendo sus nidos en sus ramas, que son las enseñanzas de esas personas manifestadas a través de su buena conducta.

Muchas personas en nuestra vida, nos han legado una fe sana. Una conducta basada en profundas convicciones que nos marcaron para toda la vida. ¿Se acuerda usted de alguna? Yo sí. Recuerdo a mi antiguo pastor, lo llamare por su nombre; José. Recuerdo que primero él fue la primera persona que confió en mí para ayudarme y darme un trabajo, cuando era un flaco, miedoso, e ignorante adolescente de 14 años. Como no tenía estudios, ni experiencia alguna, finalmente después de estar algún tiempo en terreno (en una obra de construcción) me dio la posibilidad de trabajar con él en la oficina de su empresa. Recuerdo las veces que él llegaba, y pasaba el dedo por cada mueble de la oficina para ver si había polvo en ellos, pues yo era el encargado de hacer el aseo de esa empresa, yo temblaba con solo ver su rostro de desaprobación. Fueron varias las veces que hallo polvo en ellos, como las decenas de veces que él me dio varias reprimendas, hasta el punto de hacerme llorar, para no volver a cometer las mismas faltas en el trabajo, como por ejemplo cuando me quedaba dormido y no llegaba a la hora, o cuando simplemente falte a trabajar, hasta el punto de un día de decirme, después de llegar 05 minutos atrasado, devuélvete a tu casa, y mañana llegas 5 minutos antes y podrás trabajar. Me enseño muchas cosas con su sola conducta, pues su fe estaba basada en convicciones limpias, buena conciencia y un limpio corazón. Cuando lo oía como me contaba que apenas había llegado a octavo básico, como su profesora de matemáticas se había reído de él diciéndole que él era un porro que no lograría nada en la vida, y de cómo Dios había llenado sus manos con dinero y posesiones, sin él merecerlo, o como cuando lo veía ayudar a los hermanos de su iglesia, que pasaban necesidad. Me enseño el valor de dar y ayudar a otros. Me enseño el valor de ser perseverante. Me enseño el valor de la santidad y de cuidarme del pecado. Me enseño lo simple que era llegar a la iglesia y levantar las manos para dar gracias y luego descansar en Dios. Me enseño que en la vida las cosas más importantes, no eran cosas y que todo estaba basado en el amor. Quizás todo esto no me lo enseño él con sus palabras, pero lo vi en sus acciones.

El dejo en la semilla de una fe sana ¿Puede entender ahora que es lo que HaShem espera que desarrollemos?

Hace algunas semanas atrás, para el tiempo en el que estábamos haciendo “selijot” en la sinagoga, mientras venia en el metro en dirección al templo, mi corazón volvió a sentir, algo muy simple, pero muy valioso: “de pronto, comenzó agitar porque quería estar ahí, junto a los hermanos, mi alma anhelaba llegar pronto, porque mi alma lo sabe bien, el beneficio que hay en estar con los hermanos juntos y en armonía” ¿Hace cuanto tiempo que tu corazón no siente este hermoso deseo de estar en la sinagoga un Shabat? ¿Qué tipo de fe hemos desarrollado todo este tiempo, como hemos permitido que crezca?

El Mashiaj Yeshuá nos volvió a decir: “¿Qué hombre de vosotros,  teniendo cien ovejas,  si pierde una de ellas,  no deja las noventa y nueve en el desierto,  y va tras la que se perdió,  hasta encontrarla? Y cuando la encuentra,  la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa,  reúne a sus amigos y vecinos,  diciéndoles: Gozaos conmigo,  porque he encontrado mi oveja que se había perdido” (Lucas 15:4)

¿Quién es la oveja perdida? Es sin duda la persona que no ha desarrollado una FE sana, y que por lo tanto, solo puede vivir dentro del 1% de la realidad, es decir fuera del redil, esta persona necesitara de un buen pastor que le haga regresar. Estar dentro del redil implica tener una vida sana, un corazón limpio, y tener la posibilidad de acceder a la realidad espiritual del 99%. Donde ocurren los milagros, y las sanidades del alma. Pero mientras se viva fuera del redil, en la realidad básica de una fe poco desarrollada, no podremos acceder, al mundo espiritual que Dios tiene preparado para los que le aman.

La misión de los que han desarrollado una fe sana, (han madurado espiritualmente) será, lo que está escrito por el emisario Shaul: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo,  no sea que tú también seas tentado” (Gálatas 6:1)

Pero la misión del que está en ese proceso de aceptar que ha desarrollado una fe fingida, una fe enferma o contaminada, será la siguiente:

“Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no,  vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar,  si no te hubieres arrepentido” (Apocalipsis 2:4)

¿Qué es lo que ocurre cuando una persona deja su primer amor, es decir deja de tener una fe sana, escoge vivir con las malas prácticas de una fe enferma, y no recuerda donde cayó para volver a comenzar de cero? Vienen del mismo cielo, y quitan la luz de su alma, y luego todo es oscuridad ¿Cómo podrá hallar el camino de retorno si no hay luz? Bendito es HaShem que aun en la oscuridad más densa, incluso de la misma muerte espiritual, hay una posibilidad de volver a tener el perdón y la restauración.

Por último: ¿Cuál es la misión de Israel en el mundo, sino la de sanar al mundo con el legado de una fe sana?

El pueblo Judío, no tiene la obligación de transmitir todas las leyes de la Torá a las naciones. No tiene la obligación de traspasar a las naciones gentiles sus costumbres, ni tradiciones, ni sus ritos. Es más la voluntad de HaShem, es que exista el pueblo judío y que existan las demás naciones, y estas naciones logren beneficiarse, de la sabia del buen olivo que es Israel. Porque las leyes de la Torá, los 613 preceptos de la Torá le competen al pueblo de Israel, la halaja y toda la tradición oral, es necesaria para la vida del Judío, para este pueblo desarrolle su fe de forma sana y completa. Pero no es obligación del judío hacer que las naciones judaícen. Pues judaizar es una elección de quien quiere venir y entrar por esta puerta de la Torá. Sin embargo, si es obligación del pueblo Judío legar SANAR al mundo con los remedios de la Fé, que con cada conducta de cada miembro del pueblo de Dios podamos transmitir una fe que contagie sanidad y no enfermedad en medio de nuestro diario vivir.

Está escrito en la sagrada Torá:

Llegaron a Elim, donde había doce fuentes de agua y setenta palmeras, y acamparon allí junto a las aguas” (Exodo – Shemot 15:27)

Las 12 fuentes, representan a las 12 tribus del pueblo de  Israel, que tienen como misión proporcionar “agua”, es decir la sanidad a las “setenta palmeras” que son las 70 naciones del mundo. Como también está escrito en el libro de revelaciones, donde vemos que finalmente este será el objetivo del pueblo de Israel en el mundo venidero:

“En medio de la calle de la ciudad. Y a cada lado del río estaba el árbol de la vida, que produce doce clases de fruto, dando su fruto cada mes; y las hojas del árbol eran para sanidad de las naciones” (Apocalipsis 22:2)

No sea, que Yeshuá no encuentre en el Pueblo de Dios, lo que tampoco encontró mientras camino en medio de su pueblo y diga: “Ni en Israel he hallado tanta fe”, respecto del Soldado Romano que tuvo una fe sana, y sencilla en el poder de Dios  través de Yeshuá que sano a su siervo con tan solo una orden.

Cuando el pueblo de Israel no cumple este rol, dentro de sus hogares, ni dentro de sus trabajos, ni dentro de sus sinagogas, entonces sucede lo que dijo Yeshuá: “no sirve más para nada, sino que para ser pisoteada y hollada por los hombres” Respecto de la función de Israel de sazonar el mundo con la fe sana en el Creador. O podríamos estar dentro de la etiqueta que nos menciona el libro de apocalipsis: “Los que dicen ser Judíos y no lo son” porque: ¿Es posible que el Pueblo de Dios no tenga fe sana en el Creador? Antes bien suceda lo que está escrito en el libro del profeta Jeremías;

Así ha dicho HaShem,  que da el sol para luz del día,  las leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche,  que parte el mar,  y braman sus ondas;  HaShem de los ejércitos es su nombre: Si faltaren estas leyes delante de mí,  dice HaShem,  también la descendencia de Israel faltará para no ser nación delante de mí eternamente” (Iermiyahu-Jeremías 31.35-36)

Y sobre esto enseñaron los sabios en el tratado de Shabat, respecto de las palabras del libro de Bereshit, en el sexto día de la creación donde dice: “Iom HaShishi” y preguntaron: “¿Por qué en los demás días de las semana no se uso el articulo “Ha” o la letra ה ? y nos explican que en este día HaShem dijo condicionando: “si Israel no acepta la Torá, entonces que todo lo creado vuelva a ser como era, que todo vuelva a un caos”. Ya que los primeros 5 días de la creación, representan los 5 libros de la Torá, y el sexto día de la creación representa al día 6 del sexto mes de Sivan, cuando Israel recibió y acepto el legado de la Torá. Por lo que si las leyes del cielo faltan, también Israel debería no existir, y a la inversa, si Israel no existiese, tampoco las leyes del cielo y del universo deberían existir, ya que solo existen gracias a que Israel acepto de buena forma el legado de la Torá.

Teniendo por tanto tan grande privilegio de ser los receptores de la Torá, llenemos el mundo con una fe SANA, LIMPIA Y PURA.

En las enseñanzas de Yeshuá, hallamos que al final de los tiempos, cuando él se siente como juez para juzgar las naciones, habrá un remanente de pequeños que habrán impactado el  mundo de aquel entonces (quizás somos nosotros) con la fe sana y limpia, la fe de Yeshuá. Es lo que dice el evangelio de Mateo en el capítulo 25, donde se nos habla del “juicio a la naciones”. Si somos cuidadosos en ese relato veremos hay tres personajes presentes en el relato: las ovejas, los cabritos, y los pequeños. Los cabritos son, las personas de las naciones que no ayudaron a los pequeños, cuando estaban en la cárcel, cuando estaban en fríos, cuando pasaron hambre, o estaban enfermos, las ovejas de la diestra del Mesías Yeshuá, los que recibieron entrada al reino, son personas de las naciones que ayudaron a los pequeños, cuando estaban en la cárcel, cuando tuvieron frio, cuando estaban enfermos y cuando pasaron hambre.

LOS PEQUEÑOS SON EL REMANENTE DEL PUEBLO DE DIOS, sobre todo creyentes en Yeshuá el Mesías, que en el final de los tiempos serán perseguidos en todas las naciones, pero que impactaran al mundo con SU FE SANA, logrando que muchas personas de las naciones también crean en la buena noticia del evangelio, aceptando ser discípulos de Yeshuá y logrando finalmente el propósito de la creación del universo, y de Israel en este mundo: SANAR A ESTE MUNDO ENFERMO, CON LA MEDICINA DE LA FE LIMPIA Y SANA, trayendo la redención final.

“Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1Juan 5:4)

Shavua Tov – Buena semana. 

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