PARASHAT 04 VAYERA 5781
¿Qué aprendemos de la akeda Itzjak?
La
parasha de esta semana nos trae el impactante relato de la atadura de Itzjak,
conocido como la “akeda” (atadura). HaShem probo Abraham y le dijo: “Toma
ahora tu hijo, tu único, Itzják,
a quien amas, y vete a tierra de
Moriah, y ofrécelo allí en holocausto
sobre uno de los montes que yo te diré” (Génesis/Bereshit 22:2).
Estas son
quizas las palabras más difíciles que un hombre que sirve y ama al Eterno puede
oír. Que HaShem te pida, que le entregues aquello que amas, al punto de pedirte
incluso tu amado hijo, es sin duda alguna una de las pruebas más grandes que un
hombre puede vivir en este mundo. ¿Acaso hay un dolor más grande para una
persona en este mundo, que el de perder a un hijo? ¡Es evidente que no lo hay!
Y es por
eso que Abraham será para nosotros, el ejemplo a seguir, no solo por haber
salido de la casa de su padre, de su tierra, hacia un lugar desconocido, ni por
haber difundido el mensaje de un único Dios verdadero, ¡sino que ahora Abraham,
de voluntad propia, no va a perder a su hijo, a quien él ama, sino que le va a ENTREGAR
en sacrificio a Dios, quien se lo está pidiendo!
HaShem
nos muestra su amor en esto, en que Él como Padre, el mejor papá de todos, entrego
lo más preciado para él, ¡su propio hijo! ¡Su amado hijo! Para que fuera la
ofrenda expiatoria por su pueblo, y por todos los que crean en él. Así también
lo hizo Abraham, que está en otro nivel espiritual realmente, por encima de
todos nosotros, por eso es llamado; “el padre de la fe”.
Abraham
comienza este relato con una asombrosa muestra de obediencia y fe en el santo
bendito. No hay señal alguna en el texto de la Torá, de alguna duda por parte
de Abraham en llevar a cabo lo que HaShem le estaba pidiendo hacer. Es más, el
texto de la Torá seguidamente dice: “Y Abraham se levantó muy de mañana”.
Sobre lo cual podríamos preguntarnos; ¿durmió Abraham esa noche? ¿Concilio el
sueño? ¿Habrá dudado de hacer lo que HaShem le estaba pidiendo? ¡Quién sabe! Y
nosotros, ¿dudaríamos de hacer algo así como lo que hizo Abraham? ¿Podríamos
entregarle al Eterno a nuestro único hijo al que amamos? ¡Quién sabe! Lo que es
cierto es que el versículo nos muestra que Abraham estaba totalmente dispuesto
para correr hacer la voluntad de HaShem, levantándose temprano, preparo su asno
y se fue hacer la voluntad de su Dios. ¡Y esta es sin duda la primera lección
de nuestro padre Abraham para nosotros! Obedecer a Dios, sin cuestionar nada,
aun cuando seamos nosotros quienes eventualmente estamos perdiendo todo aquello
que amamos.
La
obediencia de Abraham, es tan notable, pues está sobre sus sentimientos de amor
por su hijo Iztjak. La determinación y convicción que tuvo en obedecer a
HaShem, fue más importante que su misma vida, y más grande que aquello que es
él más amaba, su mismo hijo. En Abraham se hacen ciertas las palabras: ¡El
que quiera ganar su vida, la perderá!
Pero es
más, el texto de nuestra bendita Torá en hebreo, usa una palabra que nos trae
una tremenda enseñanza. Así leemos en en el verso 2 del capítulo 22 de
Bereshit/Génesis:
וַיֹּ֡אמֶר קַח־נָ֠א אֶת־בִּנְךָ֙
El texto
dice:
“vaiomer
kaj-na bineja” que quiere decir “Y le dijo, toma por favor a tu hijo”
La Torá
usa la palabra “kaj-na” (toma por favor). Para enseñarnos que esta prueba es una prueba “opcional”
para Abraham, y no una prueba obligatoria. En otras palabras, Abraham podría
haberle negado su hijo a HaShem, y ÉL lo habría entendido, ya que él le estaba
pidiendo: “toma por favor”. ¡Es decir involúcrate en esta situación con
obediencia a tu voluntad! Lo grandioso de Abraham, es que no le negó obediencia
al Eterno, incluso, arriesgando la vida de su propio hijo, fue y simplemente obedeció.
¡Esta una de las enseñanzas más grades de la vida de Abraham nuestro Padre!
Hay
pruebas en la vida que son opcionales y otras que son obligación vivirlas.
Estas últimas son como quien pierde a un hijo o una hija, o un esposo o una
esposa, o a una madre o un padre, ¡Dios no lo permita! O una terrible
enfermedad que llego para probar nuestra fidelidad. Estas pruebas vienen sin
ningún aviso, nadie nos pregunta si queremos vivirlas, pero ahí están probando
nuestra fe en Dios. Abraham sin embargo, acepto asumir el reto y vivió esta prueba aceptando el desafío de
creer en el Eterno, aun cuando podía tomar otra elección ¿Y cómo lo hizo?
¡Porque creyó a aquel que le había dicho sobre Itzjak su hijo: “en tu simiente serán
benditas todas las familias de la tierra! Por lo que no dudo, en la palabra de
aquel que lo había llamado, si HaShem le pedía a su hijo amado, a través del
cual, serian benditas las familias de la tierra, HaShem sabría cómo hacer
cumplir su promesa. Así es como está escrito en la carta a los hebreos:
“Por la
fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Itzjak; y el que había recibido las
promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele dicho: En Itzjak te será llamada
descendencia; pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre
los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir”
(Hebreos 11:17-19)
¿Cómo
podríamos aplicar esto en nuestras vidas? Cuando obedecemos a Dios a pesar de
que vayamos a perdida estamos comportándonos como Abraham nuestro Padre. Aun
cuando eso signifique “perder” aquello que tanto amamos. ¿Qué puede ser aquello
que tanto amamos, que no estamos dispuestos a entregarle a Dios?
Creo que esta
es la forma correcta de aplicar nuestra fe en Dios, que veamos en la voluntad
de HaShem expresada en la Torá, el verdadero sentido de la vida, y que por lo
tanto, siempre será una inmensa ganancia poner por obra su voluntad, y será
siempre la mejor decisión obedecer al Eterno, ante cualquier circunstancia, en
la que se pueda ver probada nuestra fe en ÉL. ¡Es evidente que nunca
perderemos, si entregamos todo aquello que HaShem nos pide por nuestro propio
beneficio!
Aunque a
veces sintamos que algo estamos perdiendo al servir a Dios, (esa sensación es
una forma muy limitada de ver la vida), debemos poner el “modo acción obediente”
ante todo. Sigamos caminando sin detenernos.
Lo que
debemos saber es si podemos realmente comportarnos como lo hizo nuestro padre
Abraham. ¡Si podemos entregar incluso aquello que más amamos en esta vida! Debemos
saber que si podemos salir exitosos de las pruebas que vienen a sacar lo que
realmente está dentro de nuestro corazón. ¿Y porque digo que si podemos ser exitosos
en las pruebas? Porque llevamos en nuestro gen espiritual, los mismos genes de
la fe de nuestro padre Abraham. Pues así fue escrito:
“Oídme,
los que seguís la justicia, los que buscáis a HaShem. Mirad a la piedra de
donde fuisteis cortados, y al hueco de la cantera de donde fuisteis arrancados.
Mirad a Abraham vuestro padre...” (Isaías 51:1-2)
HaShem
quiere que veamos a nuestro Padre Abraham, la piedra de la cual fuimos
cortados, y aprendamos de él como es que uno debe vivir la vida. ¡Pues fuimos
sacados de él! Por lo que podemos seguir superando las pruebas, apegándonos al
eterno, creciendo para ser mejores personas, y finalmente impactar las vidas de
otras personas, ¡porque somos HIJOS DE ABRAHAM¡
El Eterno
cree en nosotros, porque cuando nos mira, ve a aquel viejito que un día creyó
en él, y estuvo dispuesto a entregarle la vida de su propio hijo.
Shabat Shalom!
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