domingo, 31 de octubre de 2021

Parashat 06 Toldot 5774 / ¿Un guiso de lentejas o la salvación?

COMENTARIO DE LA PARASHA SEMANAL DE LA TORA
Parashá 06 Toldot 5774
Génesis 25:19 – 28:9

Shalom amigos, esta semana estudiamos la parasha Toldot, en ella leemos el relato de la historia de cuando Esav vende su primogenitura a su hermano menor Iaacov, por un plato de lentejas. Es muy interesante indagar en este suceso de la Torá, ya que este solo hecho, pudo sentenciar el futuro de una persona, que de un momento a otro, se convirtió en el segundo heredero de las bendiciones de su Padre. La venta de un plato de lentejas, logro quitarle a Esav, todo lo que tenía. Pues Esav, siendo el primer hijo de nuestro Padre Itzjak tenía el derecho legal de gozar de todas las bendiciones de la primogenitura que le correspondían, pero de un momento a otro, perdió todo aquello, que realmente nunca valoro.

La pregunta entonces que cabe hacernos es “¿Qué es vender la primogenitura por un plato de lentejas?” Respecto de esto el midrash, nos traer algunos interesantes datos, que nos pueden acercar un poco más a la idea de la Torá, para que así nosotros, no vendamos nunca nuestra primogenitura, por nada, y menos por un plato de lentejas.

La primogenitura es una posición de gran valor y honor, ante los ojos de HaShem. Según nuestra Torá, la posición del primogénito ante los demás hermanos, es de un doble honor. Nuestro Padre Abraham tuvo dos hijos, (y  luego más), Ishmael e Itzjak, de los cuales Ishmael era el primero, pero la bendición de HaShem, no correría por el hijo de la esclava Agar, sino que de la libre Sará. Asimismo nuestro Padre Itzjak tuvo dos hijos, el primero en nacer Esav, y el segundo en nacer, pero tomado del talón de su hermano, Iaacov. Este último desde el vientre revelando que su interés por los temas espirituales lo inquietarían toda la vida, hasta conseguir ser el primero.

No obstante, la Torá da testimonio de Esav, diciendo que sus ocupaciones e interés no eran espirituales, sino que materiales totalmente, es lo que vemos en el siguiente versículo:

“Y crecieron los niños, y Esaú fue diestro en la caza, hombre del campo; pero Jacob era varón quieto, que habitaba en tiendas” (Génesis - Bereshit 25:27)

La Torá nos revela que Esav “era un hombre de caza y de campo”. Esto nos muestra que su vida estaba basada en dos cosas: “el sustento físico y logros materiales”, esto es una contraposición de Iaacov. Pues lo que la Torá quiere mostrarnos es que Esav era lo contrario a su hermano Iaacov, pues mientras él estaba libre, y perdido en el campo, ocupándose de asuntos seculares, entreteniendo su ego, de Iaacov avinu la Torá nos da testimonio diciendo: “era varón quieto”, y el Midrash traduce diciendo: “varón integro”, pues dedicaba su vida al estudio y a la meditación de asuntos que trascendían espiritualmente, pues nos dice la Torá: “habitaba en tiendas”. De aquella expresión los distintos Midrashim nos muestran que nuestro Padre Iaacov era un hombre estudioso y erudito, que pasaba sus días, en las casas  o “tiendas” de estudio de Torá de aquella poca. Alguien se preguntara; “¿De qué Torá, si aun no estaba escrita?” De la Torá oral de sus Padres; Abraham e Itzjak, que le transmitieron a los dos hijos “Esaav, Iaacov”, pero que sin embargo, solo Iaacov, logro perpetuar en su alma y en sus hechos, a pesar de los errores y pecados cometidos en su vida. Venciendo las adversidades, llamándose más tarde; “el que pelea con Di.s y lo vence”, teniendo el merito de ser reconocido como un “varón integro que habita en las tiendas de estudio de Torá.

Siguiendo con el análisis de la vida de Esav, vemos además en el Midrash Baba Batra, que nos cita, que Esav había cometido un delito de inmoralidad sexual, además de haberle quitado la vida al hijo de Nimrod, que llevaba el mismo nombre de su Padre.

Ahora bien, esto nos muestra algo muy interesante, ¿Qué es vender la primogenitura? La interpretación tradicional nos dice que Iaacov le compro a Esav su hermano por un simple guiso de lentejas, su condición u honor de primogenitura. El Midrash por su parte, nos dice que luego de haber pecado Esav, con aquella mujer, y haberle quitado la vida al hijo de Nimrod, se presento con burlas delante de su hermano, quien preparaba para su Padre Itzjak, un guiso de lentejas, a causa de la muerte de Abraham. Pues el guiso de lentejas, no era una gran comida, sino que la comida de los que estaban de luto. Si es el Midrash, nos cuenta la verdad, que por tradición ha sido heredada de generación en generación, más deberíamos preguntarnos: “¿Perdio Esav su primogenitura por la simple compraventa de un plato de lentejas?”

Lo que nos dice el Midrash, no está lejos de lo que nos dice la carta a los Hebreos, donde leemos:

“Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura,  os estorbe,  y por ella muchos sean contaminados; no sea que haya algún fornicario, o profano, como Esaú, que por una sola comida vendió su primogenitura. Porque ya sabéis que aun después, deseando heredar la bendición, fue desechado, y no hubo oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas” (Hebreo 12:15-16)

Si analizamos, el escritor de hebreos relaciona; “la raíz de amargura” de una persona a “un plato de lentejas”, pues la comparación es evidente con lo que más adelante relata de la vida de Esav, que no pudo lograr la bendición de su Padre, aunque la deseo con lagrimas, pues el texto nos dice: “Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios”, y luego nos dice las razones o circunstancias, que pueden dejar a la persona en una posición igual a la de Esav; “sin gracia de Dios”. Es decir, lo que leemos en este versículo, son pecados tan necios, representan tan poco valor, como lo es un plato de lentejas.

Si revisamos con más cuidado este pasaje de hebreos, veremos lo que más se parece al midrash que hemos compartido, es que el escritor de hebreos dice que Esav es un fornicario, y un profano. Y para sumar, les dice a los receptores de su carta; “ya sabéis”, como si efectivamente, este conocimiento heredado por tradición que leemos en el midrash, fuera un hecho conocido por los hebreos receptores de carta. Es decir, cuando el Midrash habla de los pecados de Esav y cuando hebreos habla de sus desviaciones, ambos están en armonía mostrándonos que es realmente: “UN PLATO DE LENTEJAS”

En realidad, no es la compraventa de ese plato de lentejas, lo que hace que Esav pierda su primogenitura, sino que son todos los hechos que antecedieron a esa negociación entre Esav y su hermano Iaacov, los que resultaron en vender algo tan valioso como su primogenitura, por algo tan común como un plato de lentejas. Pues en realidad, el plato de lentejas es solo un símbolo de aquello que Esav había elegido ser, hace ya mucho tiempo: “cuando quiso ser un hombre de campo y experto en la caza”, antes de ser un “varón integro, que vivía en las tiendas de estudio de Torá”. Esas características que nos muestra la Torá, son en realidad el aliciente que permitió que Esav finalmente, decidiera estar íntimamente con una mujer comprometida con otro hombre y quitarle la vida al hijo de Nimrod por razones egocéntricas, lo que lo convirtió en un profano. Es decir, en alguien que no le da valor a las cosas que realmente tienen valor, como su primogenitura, y que aumenta el valor de las cosas sin valor, dando incluso su vida por ellas: “la mujer” “la capa del hijo de Nimrod, por la cual lo mato”, y finalmente: “el guiso de lentejas de su hermano Iaacov”.  

Esto nos enseña que siendo nosotros la congregación de los primogénitos, debemos tener un gran temor y temblor delante de HaShem al conducirnos en toda nuestra forma de vivir. ¿Cuándo decidimos pecar, no estamos acaso haciendo lo mismo que Esav, quien vendió todo lo que tenía por un simple “guiso de lentejas”? No debemos actuar, como alguien que no toma el peso y la seriedad, que corresponde a los caminos del Santo de los santos. Aún más, cuando hemos sido beneficiados del regalo de la salvación, sin tener obras, ni meritos, ni pacto, ni ningún acercamiento a la Torá de HaShem por las vías legales y naturales, sino que todo ha llegado a nosotros como una inmensa muestra del infinito amor de Dios para con nosotros. Es decir, si a Esav no se le perdono, y le fue negada la misericordia de Dios, ¿Qué sucederá con nosotros? pues como está escrito: “¿Si el justo con dificultad de salva, que quedará para el impío?” Por esta razón está escrito:

“Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad, al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más, porque no podían soportar lo que se ordenaba: Si aun una bestia tocare el monte, será apedreada, o pasada con dardo; y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando; sino que os habéis acercado al monte de Tzion,  a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos,  a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Yeshuá el Mediador del nuevo pacto,  y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel. Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra,  mucho menos nosotros,  si desecháremos al que amonesta desde los cielos. La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra,  sino también el cielo. Y esta frase: Aún una vez,  indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas,  para que queden las inconmovibles. Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible,  tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor. (Hebreos 12:18-29)

Está escrito de Iaacov el verdadero primogénito: “No era esav hermano de Iaacov, dice HaShem, y ame a Iaacov” (Malaquias 1:2), y de Esav el falso primogénito: “A Esav aborrecí” (Malaquias 1:3) Por lo que entonces, teniendo tan grande elección divina sobre nosotros, sabiendo que él nos eligió, y no nosotros a él, ¿Cómo podremos vender todo lo que tenemos por un guiso de lentejas?

Shavua Tov – Buena Semana

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