Parashá
23 Pekudei
Shemot / Éxodo
38:21 – 40:38
¿Cómo
saber si Dios perdona?
Shalom Javerim:
בס״ד - Bs”D – con la ayuda
del cielo
Estamos estudiando esta semana,
Parashat Pekudei, que nos relata la ocasión en la que Moshé hizo los cómputos
de las ofrendas y el trabajo de los benei Israel para la construcción del
Mishkán.
Nuestra bendita Torá nos trae el siguiente Pasuk, sobre el cual
haremos nuestro comentario:
אֵ֣לֶּה
פְקוּדֵ֤י הַמִּשְׁכָּן֙ מִשְׁכַּ֣ן הָעֵדֻ֔ת אֲשֶׁ֥ר פֻּקַּ֖ד עַל־פִּ֣י מֹשֶׁ֑ה
עֲבֹדַת֙ הַלְוִיִּ֔ם בְּיַד֙ אִֽיתָמָ֔ר בֶּֽן־אַהֲרֹ֖ן הַכֹּהֵֽן׃
“Estos son los cómputos del Tabernáculo, el Tabernáculo del
Testimonio lo que fue computado por mandato de Moshé: obra de los Levitas a cargo de Itamar, hijo
de Aharon, el sacerdote”
(Shemot – Exodo 38:21)
El comentarista
Rashí, nos trae: “la razón por la que la Torá enuncia dos veces el termino “el
tabernáculo, tabernáculo” o en hebreo (hamishkan mishkan) – alude al hecho de
que el santuario fue tomado como garantía, en las dos destrucciones que sufrió
a causa de los pecados de Israel.
En hebreo la palabra “mashkon”
que es “garantía”, deriva de la misma raíz de la palabra “mishkan”. Y es por
ello que aquí, según Rashí, no hace alusión al santuario del desierto, sino que
a los dos templos que en el futuro serian destruidos.
El comentario a Rashí cita lo
siguiente: “El Tabernáculo era una garantía, en el sentido de que el pueblo
tenía una deuda con Dios que fue cobrada mediante la destrucción de los dos
templos”. Lo cual tiene sentido. Sin embargo, hay algo que no podemos dejar
pasar. Y esto es que, según las palabras de nuestra buena noticia, el Mesías “habito”
como un “tabernáculo” de Dios con los hombres.
Como está escrito:
“Y el
Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como
del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad”
(Juan /
Iojanan 1:14)
El mishkan era la prueba de que HaShem
había perdonado al pueblo respeto del pecado del becerro de oro. Y también fue
una garantía que Dios tomo para cobrarse la deuda de los pecados de Israel,
destruyendo así el tabernáculo de Dios con los hombres en aquellos días, como
lo fue el primer y el segundo templo.
Este principio es importante, ya
que entonces quiere decir, que cada vez que Dios perdona su pueblo, le otorga
un “mishkan” que le sirva como garantía de aquello.
Nuestro Mesías vino como “un
tabernáculo” para Israel, pues está escrito de él: “el salvara a su pueblo de
sus pecados”. Y es sabido por nosotros que su cuerpo, es decir su tabernáculo
también fue destruido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados,
como cita el profeta. (Yeshayáhu/Isaías 53).
Lo que el mundo de los sabios
ignora, es que en realidad la destrucción del segundo templo, no fue más que el
resultado físico de haber destruido el mishkan original, que residía en la vida
del Mesías Yeshúa. Solo una vez que él fue destruido (muerto), se tomo la
garantía y los pecados de Israel y del mundo pueden ser perdonados.
Debido a esto es que el mismo
Mesías Yeshua enseño:
“Destruid
este templo, y en tres días lo levantaré”
(Juan /
Iojanan 2:19)
El templo, el Mishkan, eran una
proyección profética del tabernáculo del Mesías. El rab Shaúl cita en su carta
a los Colosenses: “en él habito” es decir hizo tabernáculo, “la
plenitud divina”. (Colosenses 1:19). Hoy no necesitamos un tercer templo
para el perdón de nuestros pecados, ni más ofrendas por la expiación, pues solo
el sacrificio perfecto del Mesías limpia el alma del ser humano de todo pecado,
que cree en él y que hace teshuvá regresando a la Torá.
Así como Israel estaba seguro de
que Dios les había perdonado, cuando les ordeno hacer el mishkan, para que él
viviera en medio de ellos. Así también sabemos que Dios nos ha perdonado porque
la garantía más grande que el proveyó a Israel y al mundo fue entregada para el
pago de nuestras transgresiones. Así está escrito:
“y por
medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra
como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz”
(Colosenses 1:19-20)
Pero HaShem es tan grande, que no
solo nos dio al Mesías Yeshúa como una garantía del perdón eterno de nuestros
pecados, sino que también nos dio otra garantía que es tambien sello de que no
estamos solos en este mundo.
El rab Shaúl de Tarso lo enseño
de la siguiente forma:
“Y el que
nos confirma con vosotros en el Mesías, y el que nos ungió, es Dios, el cual
también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del espíritu en nuestros
corazones.
(2
Corintios 1:21-22)
“Mas el
que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu.
(2
Corintios 5:5)
“En él
también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra
salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el espíritu santo de
la promesa que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la
posesión adquirida, para alabanza de su gloria”
(Efesios
1:13-14)
El termino “las arras de nuestra
herencia”, “las arras del espíritu”, “las arras del espíritu en nuestros
corazones”. Es en realidad “LA GARANTÍA” viva y espiritual de que usted es un
hijo de HaShem al cual Dios a perdonado. Si presencia divina está a nuestro
lado, la vivimos, la experimentamos a diario y tenemos una fluida relación con
la presencia divina (shejina que habitaba en el mishkan) eso es evidencia de
que hemos sido perdonados. Es el sello más claro y real de nuestra herencia
espiritual.
Pero si ya no disfrutamos de los
bienes del mundo venidero. Es decir, de la presencia del Eterno. Y nuestras
vidas se han secado, al punto de que estas palabras no logran hallar un sentido
verdadero en nuestras vidas. Entonces es tiempo que revisemos nuestras almas.
Es el tiempo propicio para limpiar nuestros corazones de toda maldad. Y es el
tiempo preciso en el que podemos nuevamente hacer una teshuva completa, y
asirnos del Mesías Yeshua, su muerte expiatoria, y el regalo de su espíritu
santo, quien nos guía a toda la verdad y a toda la justicia.
HaShem permita que podamos ver si
hemos sido perdonados, y podamos advertir que tipo de relación tenemos con él.
Que ÉL nos ayude a acercarnos confiadamente al trono de su gracia, y así vivir
siempre con ÉL
אברהם בן יעקב
Abraham ben Yaacov.
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