Parashá 35 Nasó 5780
Números 4:21-7:89
El Eterno te bendiga y te guarde de la bendición.
Shalom
Javerim:
בס״ד - Bs”D –
con la ayuda del cielo - estamos estudiando esta semana la parashá “Naso”
(Levanta). Esta oportunidad me gustaría que pudiésemos comentar el
siguiente versículo de nuestra bendita Torá:
יְבָרֶכְךָ֥ יְהוָ֖ה וְיִשְׁמְרֶֽךָ
יָאֵ֨ר יְהוָ֧ה׀ פָּנָ֛יו אֵלֶ֖יךָ וִֽיחֻנֶּֽךָ:
יִשָּׂ֨א יְהוָ֤ה׀ פָּנָיו֙ אֵלֶ֔יךָ וְיָשֵׂ֥ם לְךָ֖ שָׁלֽוֹם׃
“El Eterno te bendecirá y te protegerá; el Eterno hará que su semblante se ilumine hacia a ti y te agraciará; El Eterno alzará su semblante hacia ti y establecerá paz para ti” (Bemidbar / Números 6:24-26)
La expresión: “el Eterno te bendecirá y te protegerá”, contiene muchas
enseñanzas para nuestra vida. Veamos que podemos aprender:
El comentarista Rashí
dice que está expresión “El Eterno te bendecirá”, significa: “que tus bienes
sean bendecidos”. Es decir, es una bendición que tiene que ver los bienes
materiales, explica el sabio Rashí. Se trata de una bendición que implica una
abundancia de algo concreto que le hace bien a la persona. Es decir, no es una
bendición material que no busca el bien de su benefactor, sino que todo lo
contrario.
Las bendiciones de
HaShem se ven físicamente. El bienestar material es una forma concreta de
manifestar las bendiciones de HaShem para nuestras vidas. Ahora bien, esa
bendición no necesariamente para todos es de la misma cantidad, pero si es de
la misma calidad. ¿Por qué decimos que es de la misma calidad? Porque viene de
la misma fuente, y eso es lo que le da su verdadero valor. Es HaShem quien hace
que las cosas materiales sean una bendición.
Una persona puede
obtener con sus esfuerzos cosas que a la larga lo harán más vanidoso,
superficial, y lo terminarán alejando del sentido espiritual de la vida. Toda
esa “bendición” puede ser una “maldición”. Porque si algo material te aleja del
sentido real de la vida; de la espiritualidad, de la gratitud, de la simpleza, del
camino de la Torá, y del apegarse al Creador, eso no es una “bendición”, sino
que una: “maldición”. Y es por eso que la Torá nos dice: “Que te bendiga”, y
luego dice: “Que te guarde”, o sea que te cuide de la bendición para que no se te
convierta en una maldición.
Nuestra bendita Torá
también nos dice: “Daré también hierba en tu campo para tus ganados; y
comerás, y te saciarás” (Devarim 11:15-16). El versículo está hablando de las
bendiciones materiales concretas de las cuales estamos hablando, y que HaShem
quiere darnos. Cuando el versículo de nuestra porción dice: “El Eterno te
bendiga”, está hablando en primera instancia de este tipo de bendiciones.
El Eterno quiere que
seamos personas bendecidas y abundantes. HaShem quiere la prosperidad de sus
hijos (y no estamos hablando opulencias innecesarias), sino que de aquellas
bendiciones que están dentro del margen de la Torá.
Seguidamente la Torá
nos dice: “Guardaos, pues, que vuestro corazón no se infatúe, y os apartéis
y sirváis a dioses ajenos, y os inclinéis a ellos” (Devarim 11:15-16). Lo
cual nos enseña que cuando el hombre es bendecido por HaShem corre el riesgo de
que esa misma bendición lo dañe, y se le transforme en una maldición.
Cuando la persona es
pobre económicamente hablando, recibe todas las bendiciones que le llegan con
mucha alegría, sin ponerse soberbio pues conoce su pobreza original. Todo es un
logro, del cual se goza enormemente y sin orgullo. Por decir algo, cosas tan
simples como no volver a pasar necesidades básicas de comida, tener el dinero
suficiente para pagar luz, tener una casa propia o arrendada, movilización propia,
y demás temas similares representan para muchas personas la salida de la pobreza
más radical. Y es aquí cuando la persona está contenta de recibir todas
bendiciones, y reconoce la mano del Creador sobre ella, y corazón aún está
guardado del mal.
Pero cuando la
persona se acostumbra a las bendiciones (ya no las ve como una
gracia divina), y logra ascender en su nivel social económico corre el riesgo, si
no cuida su corazón, de que aquello que en primera instancia recibió
como toda una bendición, se le convierta en toda una maldición. Y esto se debe
a que la vasija que le sirve como el recipiente de las bendiciones, la cual es
el corazón, no está del todo apta para soportar y contener la bendición que
viene de lo alto. Luego la vasija se rompe, la bendición, en lugar de causar
paz, trae destrucción.
No estoy haciendo una
defensa a la pobreza. He dicho que HaShem quiere bendecirnos y que seamos
abundantes en todo. Lo que estoy diciendo es que la persona debe cuidar del
orgullo y de la soberbia su corazón para que no se extravié por sendas extrañas
que lo separan del Eterno.
Cuando la Torá dice:
“Que el Eterno te bendiga y te guarde”, en otras palabras, está diciendo:
“Cuando el Eterno te bendiga, que también te guarde el corazón, de esta
bendición”. Pues de no cuidar el corazón del orgullo que provoca tener
prosperidad y bendiciones llevara a la persona a la peor de las maldiciones que
es estar lejos de HaShem y sirviendo a los ídolos del corazón. Cada uno recibe
de mano de la mano HaShem lo que necesita y aún más de lo que se necesita para
seamos abundantes. Uno debe actuar en función de que aquello que recibió del Eterno
es un bien que debe ser administrado con mucha humildad sabiendo que tal cual
lo dio lo puede quitar pues todo es de ÉL. Jamás debe pensar que es gracias a
su propio brazo, que obtuvo lo que posee, pues hasta el aire que respira y las
fuerzas que lo mueven todas las mañanas de su cama, son un regalo divino del
cielo. Por lo tanto, todos los recursos que tuvo para lograr la bendición que
obtuvo, fueron también en sí mismos una dadiva y un don inmerecido. Como está
escrito: (Santiago 1:17): “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende
de lo alto”.
Abraham ben
Yaácov
אברהם בן יעקב
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