domingo, 12 de junio de 2022

Parasha 36 BeHaalotjá 5774 / Ojala todo el pueblo fuese profeta


 Parashat 36 BeHaalotjá

Números 8:1-12:16

Ojalá todo el pueblo sea profeta. 

“Y corrió un joven y dio aviso a Moisés, y dijo: Eldad y Medad profetizan en el campamento. Entonces respondió Josué hijo de Nun, ayudante de Moisés, uno de sus jóvenes, y dijo: Señor mío Moisés, impídelos. Y Moisés le respondió: ¿Tienes tú celos por mí? Ojalá todo el pueblo de Hashem fuese profeta, y que Hashem pusiera su espíritu sobre ellos” (Bemidbar 11:27-29)

La porción de esta semana nos trae un tema muy interesante: “el de los dones espirituales” y con ella algunas preguntas: ¿Existen los dones del espíritu santo hoy en medio del pueblo del Eterno? ¿Son de procedencia de la Torá o de la religión cristiana la idea de la necesidad de dones espirituales? Muchos que salimos de la iglesia cristiana sabemos de la existencia de “los dones del espíritu de santidad”, sin embargo, la mayoría de los retornantes dejan de lado las experiencias y la relación profunda con Dios a través de los dones por la “intelectualidad”, “la razón” terminando en muchos casos con una fe seca, sin milagros y sin experiencias sobrenaturales. Sin embargo, la unión de estas dos facetas, el estudio, más la sensibilidad espiritual a través de los dones, son la mezcla perfecta para tener una vida sana.

El primer pasaje que traernos a lectura nos dice que Moshé dijo: “Ojalá todo el pueblo de HaSHem fuese profeta y que HaSHem pusiera espíritu sobre ellos”.

Este bonito deseo de Moshé, documentado en la Torá, no es otra cosa que el mismo deseo del Eterno. HaSHem quiere que sobre todos repose el espíritu de santidad, impartiendo distintos dones espirituales, pero sobre todo el don de la profecía. Como bien usted ya está pensando, esto tiene mucha relación con el deseo del Rab Shaúl de Tarso (Pablo), que todos tengan dones espirituales, pero sobre todo que sean profetas del Eterno. Moshe y Pablo tenían un mismo pensamiento: “no querían que él pueblo careciera de dones y que todos profetizarán”.

“No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales. Sabéis que cuando erais gentiles, se os extraviaba llevándoos, como se os llevaba, a los ídolos mudos” (1Corintios 12:1-2) 

“Seguid el amor; y procurad los dones espirituales, pero sobre todo que profeticéis. Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios. Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación. El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la comunidad. Así que, quisiera que todos vosotros hablaseis en lenguas, pero más que profetizaseis; porque mayor es el que profetiza que el que habla en lenguas, a no ser que las interprete para que la comunidad reciba edificación (1Corintios 14:1-5)

Claro está que, entre los dones, el don de la profecía es más grande de todos. Para el judaísmo, Moshé fue el más grande de los profetas, y de eso da testimonio la Torá y HaSHem. Cuando Myriam y Aharon murmuro contra Moshé diciendo que ellos también eran profetas del Eterno, y que por ellos también había hablado HaSHem.

“Y dijeron: ¿Solamente por Moisés ha hablado Adonai? ¿No ha hablado también por nosotros? Y lo oyó HaSHem” (Bemidbar 12:2)

Y era cierto, Aharon y Myriam eran profetas, pero no como Moshé. Esto nos muestra que mientras más limpio este el vaso, más profunda será la relación entre el Profeta y él Eterno. La queja de Aharón y Myriam, fue a causa de la mujer cusita que Moshé había tomado por esposa, pero a la cual, según algunos midrashim Moshé había dejado maritalmente a causa de su estrecha relación con HaSHem, pues la tienda de Moshé no estaba en medio del campamento de los hijos de Israel.

“Entonces HaSHem descendió en la columna de la nube, y se puso a la puerta del tabernáculo, y llamó a Aarón y a María; y salieron ambos. Y él les dijo: Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros profeta de HaSHem, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él. No así a mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa. Cara a cara hablaré con él, y claramente, y no por figuras; y verá la apariencia de HaSHem. ¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés? (Bemidbar 12:5-8) 

Hay distintos niveles entonces de profecía y de revelación, la profecía de Moshé era superior a la profecía de Aharón y Myriam. Esto mismo sucede con el que habla en lengua misterios que no puede revelar respecto del que habla lenguas y las puede interpretar. Sin embargo, el que profetiza es superior en revelación a estos dos. El profeta y la profecía en sí tiene distintos niveles de profundidad y yo diría que se asemeja un vaso de cristal trasparente por el cual puede pasar fácilmente la luz hacia el otro extremo, frente a un vaso de cristal de color, por el cual la luz que recibe no puede traspasarse de manera clara. Todos somos vasos del Eterno, y mientras más limpios estemos, mejor y más profunda será nuestra profecía.

¿Cómo ser profeta?

Abraham fue profeta, según Bereshit 20:7, pero no como Moshé, su profecía no fue superior a la del líder de Israel. Por su parte Moshé fue profeta (Devarim 18:15), sin embargo, la Torá da testimonio de “un profeta” como Moshé que se levantaría en medio de Israel. De aquí nace según el judaísmo, el concepto de “Moshé - Mashiaj”, el “profeta como Moshé”. Nuestro amado Mesías Yeshua es él profeta como Moshé por excelencia. Los tres más grandes profetas de Israel, Moshé, Eliyahu, y Yeshua, son él testimonio y el espíritu de la profecía por completo, que apunta lógicamente a último de ellos, Yeshua HaMashiaj. Como está escrito en el libro de los hebreos:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo” (Hebreos 1:1-2) 

En la Tanaj notamos en el ministerio del profeta Shmuel (Samuel), que el don de la profecía es todo un oficio espiritual en el cual la persona debe entrenarse. Según el libro de 2 Reyes 2:3-5 y 1 Samuel 19:20, el hijo de Hana había fundado la escuela de profetas, así quienes participaban de estas escuelas eran conocidos como “los hijos de los profetas”. Estas escuelas de los profetas adiestraban a los discípulos en la interpretación de la Torá y las leyes de la halaja, más las técnicas de percepción y recepción espiritual que la persona necesitaba identificar para una mejor transmisión de la profecía divina.

Esto me trae a la memoria el inicio del ministerio del profeta Shmuel. Según nos relata la escritura, la palabra de HaSHem escaseaba:

“El joven Samuel ministraba a Adonai en presencia de Elí; y la palabra de Adonai escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia. (1 Samuel 3:1)

Esto nos muestra por qué la necesidad de crear “escuela de profetas”, desde el tiempo de los Jueces en Israel, la palabra del Eterno escaseaba, no había visión, es decir que no hubo profeta como Moshé después de la entrada del pueblo a la tierra prometida, no existió tal relación profunda “cara a cara” en algún profeta del Eterno. Debido a esta situación es que nació la necesidad de enseñar a ser profeta. El mismo Shmuel tuvo la necesidad de que le enseñaran a discernir la voz de HaSHem, cuando por primera vez el Eterno le hablo. 

“Y Samuel no había conocido aún a HaSHem, ni la palabra de HaSHem le había sido revelada ( Samuel 3:7)

Fue después que HaSHem le hablo varias veces a Shmuel, cuando Eli le enseño a oír la voz del Eterno. De esa manera Shmuel creció sabiendo que él debía también enseñar a los hijos de su pueblo a oír la voz de HaSHem.

Nos dice la Torá que luego de que Moshé presentara su queja de no poder estar gobernando al pueblo “solo”, HaSHem le autorizo traer a su presencia 70 hombres, sobre los cuales posaría el espíritu de la profecía que había en Moshé.

“Entonces HaSHem dijo a Moisés: Reúneme setenta varones de los ancianos de Israel, que tú sabes que son ancianos del pueblo y sus principales; y tráelos a la puerta del tabernáculo de reunión, y esperen allí contigo Y yo descenderé y hablaré allí contigo, y tomaré del espíritu que está en ti, y pondré en ellos; y llevarán contigo la carga del pueblo, y no la llevarás tú solo” (Bemidbar 11:16-17)

De este pasaje de la Torá aprendemos:

70 varones de los hijos de Israel: Alude de forma simbólica las 70 naciones, sobre las cuales también sería en el futuro derramado el espíritu de la profecía de Moshé que es el testimonio la fe obediente en Yeshua el Mesías. Esto nos muestra que en el futuro todas las naciones serán beneficiadas del espíritu profético de Moshé, lo cual no es otra cosa que el espíritu del Mesías, la aceptación de su gobierno a través de la Torá (Moisés) en todas las naciones. Por esta razón está escrito en el libro de revelaciones:

“Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Yeshua. Adora a Dios; porque el testimonio de Yeshua es el espíritu de la profecía” (Apocalipsis 19:10)

70 personas tambien alude al número necesario de emisarios que completan una totalidad en el pueblo de Israel. HaSHem quiere que ojalá todos profeticen, es decir, que todos en medio del pueblo del Eterno tengan la capacidad de recibir profundidades divinas que ayudara a todos en el servicio a HaSHem. Recordemos que nuestro amado Mesías Yeshua escogió 12, en relación a las 12 tribus de Israel, y luego cuando el ministerio creció, eligió 70 varones, en relación a las 70 naciones del mundo que serían beneficiados tambien con el espíritu de la profecía.

El pasaje nos muestra, además, que solo los “ancianos” es decir personas con temor del Eterno, pueden ser capacitadas con el espíritu de la profecía. Según el libro de los Hechos de los apóstoles, cuando los emisarios de Yeshúa, comenzaron el ministerio de la palabra en medio de Israel, eligieron tambien 7 varones, todos con las mismas características, como está escrito: “buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría” a los cuales enviaron para servir como colaboradores en la obra del Mesías.

Si usted quiere ser de esas personas beneficiadas con el espíritu de la profecía para tener mayores revelaciones del Eterno y mayor luz en medio de las tinieblas, usted debe ser como un “anciano”, con mucho temor de HaSHem para obtener sabiduría del cielo, pues “anciano” es igual a “canas” y las canas revelan experiencia y son símbolo a respetar. Como está escrito: “el principio de la sabiduría es el temor a HaShem”, y tambien: “Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo Adonai” (Levíticos 19:32)

El espíritu que estaba sobre Moshé hizo que los ancianos elegidos profetizaran. El espíritu de profecía es el que produce la carga de responsabilidad y preocupación en un líder espiritual porque ese espíritu es capaz de transmitir la carga de HaShem por las personas al corazón de sus representantes. Ahora los demás ancianos compartieron esa carga junto con Moshé y así fueron capacitados para ayudarle en su difícil tarea. Este texto nos enseña que un liderazgo auténtico es, en primer lugar, algo espiritual, algo sobrenatural.

El don de la profecía debe ser anhelado por todos nosotros para sobre llevar la carga de la congregación del Mashiaj. Debemos desear los dones, pero sobre todo que profeticemos, pues solo a través del espíritu de la profecía podremos ser de ayuda en la carga espiritual que representa la Kahal del Mashiaj Yeshua. ¡LA VOLUNTAD DE HASHEM ES QUE PROFETICEIS!

Abraham ben Yaacóv.

אברהם בן יעקב

http://toraetzjaim.blogspot.com/

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