COMENTARIO
DE LA PORCIÓN SEMANAL DE LA TORÁ
Parasha
15° Bo (ven) – año hebreo 5780
Shemot /
Éxodo 10:1 – 13:16
CUANDO
EL ETERNO ENDURECE EL CORAZÓN
Shalom
Javerim:
בס״ד - Bs”D – con la ayuda del
cielo - estamos estudiando esta semana la parashá Bo (ven). En esta
oportunidad me gustaría que pudiésemos comentar el siguiente versículo de
nuestra bendita Torá:
“HaShem
dijo a Moisés: Ven a Faraón, pues Yo he hecho endurecer su corazón
y el corazón de sus siervos, para dar en medio de ellos estas señales mías”
(Shemot/Éxodo 10:1)
Después
que el Eterno había enviado siete plagas sobre Egipto, mostrando con creces su
poder, el Faraón aún no había querido dejar ir libre a los hijos de Israel y,
por lo tanto, luego de esta soberbia posición, la Torá nos muestra un versículo
que nos llama mucho la atención, y del cual se desprenden una enseñanza importantísima
para nuestra vida, y relación con el Eterno.
La
expresión que encontramos en nuestro versículo: “Yo he hecho endurecer su
corazón”, pareciera ir contra la lógica del libre albedrio, y esta supuesta
idea de que el “arrepentimiento depende del hombre y no de Dios” – Ya que aquí
claramente vemos que la posibilidad de arrepentirse le es negada al Faraón,
pues es Dios mismo, quien le endurece el corazón. ¿Es Dios justo en esto? Lo
que no sabemos, es que Dios maneja toda la información del Faraón o de
cualquier persona, y que todo lo que la Torá nos dice respecto de Faraón, es en
realidad un resumen importante de una gran base de datos de la vida de Faraón y
sus pecados, que solo están delante del Eterno, quien finalmente sabe todo de
la persona, y por supuesto, en aquella oportunidad, sabía todo del Faraón. Por
lo que Dios no es injusto en endurecer al Faraón o a una persona, sino que actúa,
de acuerdo con el accionar de cada ser humano.
En
la Parasha anterior el Faraón dijo: “Dios es justo y mi pueblo culpable”
(Shemot/Éxodo 9:27), en realidad su declaración no es un acto de
arrepentimiento – sino que de una gran soberbia, pues él dijo: “Yo y mi pueblo
somos culpables”, sino que: “Dios es justo y mi pueblo culpable”, es decir: él
se puso a la altura de Dios, considerándose justo, y entregando toda la
culpabilidad al pueblo. No había un sincero arrepentimiento, solo luego de
esto, es que Dios finalmente dice de Faraón: “Yo he hecho endurecer su corazón”.
Según
el Rambam, y otros comentaristas, hay pecados que dificultan la teshuvá y el
retorno a Dios.
.-
Cuando una persona ha cometido muchos pecados de gravedad.
.-
Cuando un pecado ha sido repetido muchas veces en forma deliberada.
.-
Cuando uno desea arrepentirse, pero se empecina en negarse a hacerlo.
.-
Cuando uno peca contra su prójimo.
Hay
dos puntos que quisiera comentarles, y que aprendemos del versículo que citamos
al comienzo:
1.-
El libre albedrio tiene un límite: La persona puede elegir el mal toda
su vida, pensando que un día regresara al Eterno, pero esa idea, es un
engaño de su inclinación al mal, que mora dentro de él y le entrega una
información incorrecta para que persista en su estado de perdición. Porque
quien piensa así, no podrá volver nunca al Eterno (él no lo permita), ya que la
puerta del arrepentimiento le está cerrada debido a esa posición engañosa para
con Dios. En palabras concretas, Dios no le dejará arrepentirse, ni la persona
podrá hacerlo, porque no podrá nacer dentro de ella, el deseo de arrepentimiento
sincero que Dios recibe, y que solo es provocado cuando desde el cielo se abre para
la persona las puertas del arrepentimiento.
Esto
es lo que le sucedió al Paró, la puerta del arrepentimiento le estaba
totalmente cerrada, y es por eso que HaShem dice de él: “Yo he endurecido su
corazón”. No tenemos en nuestro poder la información de cuales eran los pecados
del faraón, pero sabemos, que de seguro eran pecados que quitan la posibilidad
de la teshuvá.
Por
lo que la persona no podrá decir: “hare mi pecado, y luego me arrepentiré”,
porque de seguro, le será cerrada la puerta del arrepentimiento sincero, ya que
en una primera instancia fue la misma persona la que endureció su corazón para
ir a pecar, luego en segunda instancia no podrá retornar por la dureza de su
corazón. ¿Quién podría sacarla de ese estado? Solo que él o alguien por él,
despierten la misericordia divina, y le vuelvan abrir las puertas de la teshuvá,
la cual estará condicionada siempre a que la persona no vuelva a pecar en
aquello con lo que peco inicialmente.
La
persona que vive toda su vida pensando en que se arrepentirá el ultimo día de
su vida, no podrá hacerlo. Es muy posible que su muerte sea repentina. Pero si
una persona logra el ultimo día de su vida, arrepentirse y rogar a Dios misericordia,
ese solo momento y hecho, le fue concedido del cielo, por lo que, sin duda, será
perdonado.
Esto
es lo que dijo el sabio rey Shlomo: “En todo momento tus ropas han de ser
blancas” (kohelet / Eclesiastés 9:8) Es decir; Que todo el tiempo, a
diario, consideremos limpiarnos de toda maldad, y arrepintiéndonos a diario, y
no esperando a envejecer para hacerlo.
2.-
El arrepentimiento viene de Dios primero: En primera instancia debemos
sentar las bases de que ninguno de nosotros deseo arrepentirse y busco a Dios por
cuenta propia. A todos, se nos llamó, se nos anuncio la buena nueva, o bien existió
alguna circunstancia de la vida que permitió que nos acercáramos al Eterno.
Pero, en realidad, ninguna de estas situaciones fue provocada por nosotros, sin
que las circunstancias nos encontraron, esas circunstancias en realidad son el
Eterno, revelándose al ser humano y mostrándole su amor. Como está escrito: “Nosotros
amamos, porque Él nos amó primero” (1 Juan 4:19)
Como
vemos es el Eterno que nos ama primero, y nos llama – como también esta dicho
por el Mesías Yeshua: “No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí
a vosotros” (Juan 15:16). Y también: “y esto es un don de Dios” – respecto
de la emuna para el arrepentimiento, es un regalo de Dios (Efesios 2:8), y
otros versículos del brit hadasha nos lo enseñan como, por ejemplo:
“ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento” (Romanos 9:14-18)
“por si Dios les conceda que se arrepientan” (2 Timoteo 2:25)
Queda
claro entonces, que, en realidad, la posibilidad del arrepentimiento es algo
que del cielo le conceden a la persona, y eso nos hace mucho más vulnerables y
dependientes de la gracia divina. Al mismo tiempo, nos compromete a cuidar
nuestras vidas y corazones para no dejar que entre el engaño del pecado y nos
deslicemos, pues no sabemos, si luego de eso (Dios no lo permita), podremos
nuevamente regresar a él.
Ahora
podemos entender con mejor claridad las siguientes palabras del rabino Shaul de
Tarso en su carta a los romanos:
“Ciertamente
a Moisés dice: Tendré misericordia del que tendré misericordia, y me
compadeceré del que me compadeceré. Así, pues, no es del que quiere, ni del que
corre, sino de Dios, que tiene misericordia. Porque la Escritura dice de Faraón:
Para esto te levanté: para mostrar en ti mi poder y para que mi nombre sea
proclamado en toda la tierra. Así, pues, del que quiere tiene misericordia,
y al que quiere endurece. (Romanos 9:15-18)
אברהם בן יעקב
Año
Hebreo 5780
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