COMENTARIO DE LA PORCIÓN
SEMANAL
Parashá 16 BeShalaj
Éxodo 13:17 – 17:1
EL CAMINO DE LA GRATITUD
Esta
semana estudiamos la Parasha Beshalaj (Cuando envió), en ella encontramos los
primeros síntomas de una enfermedad espiritual del Pueblo de Israel que les
traerá como consecuencia la estadía de cuarenta años en el desierto, pruebas,
sufrimientos, y en el caso de toda una generación; La muerte. ¿Cómo se llama la
enfermedad espiritual que tenia Israel de la cual no pudieron ser sanos? ¿Cuál
es esta enfermedad de la cual aun necesitamos curarnos? Se llama INGRATITUD.
La
porción de esta semana nos relata en varias oportunidades las quejas,
lloriqueos e ingratitudes del pueblo de Israel hacia Moshé y el Eterno. Esto
nos muestra que un factor determinante para nosotros al momento de leer la Tora
y hacerla vida en nuestras vidas, es que consideremos no ser mal agradecidos
como lo fueran nuestros antepasados en el desierto. La Tora no es un relato de
la historia de un pueblo solamente, la Tora es un Árbol de vida, quien tenga
hambre (necesidad) puede buscar en ella el fruto que saciara su alma y le
ayudara a continuar por la senda del bien. Así que cada vez que vemos en la
Tora estos ejemplos malos de un pueblo ingrato y sus consecuencias, en realidad
estamos viendo verdaderas enseñanzas de cómo no debemos hacer nosotros para
agradar al Eterno.
La raíz
de la palabra hebrea “Tora”, que se vierte comúnmente como “ley”, significa
“instrucción o guía” Por lo cual la Torá nos instruye cuando la estudiamos y
nos guía por el camino correcto. De ahí, que todas sus historias, son
verdaderas enseñanzas profundísimas para que el hombre logre su propósito en el
mundo y sea pleno. Es por eso que debemos entender todo lo que la Tora relata
de la salida de los Hijos de Israel de Mitzraim y de su estadía en el desierto
y su eventual entrada a la tierra prometida, la tierra de Israel. Si
comprendemos el mensaje de la Torá, sabremos cuales son las trampas que
nos pueden costar, la redención la libertad, y la heredad de la santa tierra
celestial. Por eso, nuestro hermano, el Rab. Shaul de Tarso, escribía a la
comunidad de Roma:
“Porque
las cosas que antes fueron escritas, para nuestra enseñanza fueron escritas;
para que por la paciencia, y por la consolación de las Escrituras, tengamos
esperanza ” (Romanos 15:4)
Justo
después de las plagas asombrosas que Hashem había enviado sobre Paró y la
nación de Egipto, el pueblo había escapado con mano poderosa, pero cuando se
enteraron que Paró los perseguía ellos comenzaron a quejarse:
Nos dice
la bendita Tora:
“Y
cuando Faraón se hubo acercado, los hijos de Israel alzaron sus ojos, y he aquí
que los egipcios venían tras ellos; por lo que los hijos de Israel temieron en
gran manera, y clamaron a YHVH. Y dijeron a Moisés: ¿No había sepulcros en
Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho
así con nosotros, que nos has sacado de Egipto? ¿No es esto lo que te hablamos
en Egipto, diciendo: Déjanos servir a los egipcios? Porque mejor nos fuera
servir a los egipcios, que morir nosotros en el desierto” (Shemot 14:10-12)
Esta es
la primera de las quejas que Israel haría en el desierto. Todo el periodo que
Israel vago por el desierto, hasta la entrada a la tierra prometida, se quejo
delante de Moshé provocando la ira del Eterno. De aquí nace el mandamiento de
recordar como hicieron airarse a Hashem, justamente mostrándonos que no debemos
hacer enojar al Eterno con nuestras quejas. Como está escrito:
“Acuérdate,
no olvides que has provocado la ira de YHVH tu Elohim en el desierto; desde el
día que saliste de la tierra de Egipto, hasta que entrasteis en este lugar,
habéis sido rebeldes a YHVH” (Debarim 9:7)
Tenemos
por lo tanto que “las quejas” son un aliciente poderoso para provocar la Ira de
Hashem sobre uno.
Las
quejas están presentes en toda la etapa de redención que vive el ser humano.
Como en el caso de Israel, que apenas comenzó la redención de Egipto no
tuvieron la mínima acción de gracias hacia Moshé como su libertador, ni hacia
el Eterno como la fuente de toda su libertad.
“Que vea
Hashem y juzgue – lo que nos han hecho abominables a los ojos del Paro, y a los
ojos de sus siervos poniendo una espada en sus manos para matarnos” (Shemot
5.21)
Ellos no
agradecieron al líder Moshé por haberse presentado con gran valentía ante Paro
para pedir la libertad del Pueblo de Israel de la mano opresora de Egipto, sino
que pensaron que esa acción de Moshé les traería más problemas y consecuencias,
no tuvieron la más MINIMA decencia, fueron grotescos e ingratos. Ellos deberían
haber comprendido que era muy difícil que Paro hiciera caso al primer aviso de
Moshé, y aun así dar gracias a Moshé por tener la valentía de ayudarlos. Esto
nos muestra que la gratitud es una actitud natural del ser humano.
Cuando
nuestros pequeños niños son regaloneados (reciben obsequios) nosotros como
adultos que somos les enseñamos a decir “gracias”. Porque es natural, es de
buena educación dar gracias siempre por todo, aun cuando lo que recibamos no
sea del todo agradable en primera instancia, uno debe dar gracias porque lo que
creemos que no es realmente bueno, en realidad es necesario y se trasformara en
algo que es muy bueno.
Del
mismo modo los Israelitas debieron haber tenido una actitud decente y haber
dado gracias a Moshé que había llegado a la presencia de Paro para exigir la
libertad de sus vidas y las vidas de sus hijos ¿Qué otro líder hubiera hecho
semejante acción, delante del rey más poderoso de la tierra? Moshé lo hizo,
pero el pueblo no supo dar gracias. Esa falta de reconocimiento y de gratitud
se iba acumulando en los registros celestiales, y al mismo tiempo iba
extendiendo el exilio del desierto, una queja sobre otra queja sumaba y daban
razón al tribunal celestial para que la redención no llegara de inmediato.
LA
GRATITUD NO DEPENDE DE UN GRAN NIVEL ESPIRITUAL, SINO DE ALGO MUY BÁSICO, SER
UNA PERSONA DECENTE.
Cuando
hacemos un favor a una persona, esperamos que esa persona no olvide lo que un
día hicimos por ella, y si lo olvida, nos molesta mucho, y decimos: “que mal agradecida
es esta persona”. Porque es de personas decentes no olvidar el favor que
alguien nos hizo, y es de personas educadas dar gracias.
Nadie
puede alegar que no sabía nada de Torá, y que no tenía el suficiente
conocimiento del Eterno, para dar gracias al Eterno, porque la vida misma nos
va enseñando que uno debe dar gracias a todos siempre, cuanto más a los que han
sido misericordiosos con nosotros y nos han ayudado ¿Cómo ha sido de
misericordioso Hashem contigo? El pueblo de Israel, había olvidado los
milagros, los juicios que Hashem había enviado a Paró y a Egipto y como el
Eterno los había sacado con mano poderosa de esa nación. No tuvieron la mínima
decencia de decir: “Gracias Moshe, pero la situación es difícil, te rogamos que
puedas clamar a Hashem, para que él nos ayude” – antes dijeron: “¿Acaso no
había tumbas en Egipto, que nos llevaste a morir al desierto”
Incluso
está escrito en el Profeta Ieshaya (Isaías): “Conoce el Buey a su señor y el
asno el pesebre de su dueño” (Isaías 1:3)
Por lo que
si los animales son capaces de discernir quiénes son sus dueños, la persona no
tiene escusa alguna para no saber dar gracias a su Creador. Expresar la
gratitud al Creador, y a las personas es un actitud básica de la humanidad.
Luego de
que el pueblo atravesara el Mar en seco y que sus ojos vieran como Hashem
venció a Paró hundiendo sus carros y jinetes en el mar, volvieron a quejarse
delante del Eterno, como está escrito:
“Y
llegaron a Mara, y no pudieron beber las aguas de Mara, porque eran amargas;
por eso le pusieron el nombre de Mara. Entonces el pueblo murmuró contra
Moisés, y dijo: ¿Qué hemos de beber?” (Shemot 15:23-24)
Debieron
haber pedido a Moshé: “Maestro estamos agradecidos de ti y tu guía, necesitamos
agua, ruega por nosotros porque sabemos que a ti te oirá el Eterno” a cambio
dijeron: “¿Qué beberemos?”- Estaban subestimando al mismo Di.s que los había
hecho pasar en seco en medio del mar.
Si
analizamos, toda persona que está en un exilio espiritual (como los Israelitas
en ese entonces) no puede darse cuenta de las cosas que realmente importan. Si
una persona desea algo, en medio del exilio, no hay ningún sacrificio que
hacer, no hay ninguna dedicación antes, todo es ahora y rápido, de lo contrario
las quejas comienzan. ¿Qué habría sucedido si ellos hubieran reemplazado las
quejas por alabanzas al Eterno? La redención hubiera llegado de inmediato y el
exilio se habría acabado.
Por lo
tanto tenemos que la ingratitud lo único que hace es extender los exilios y
demorar la redención.
Luego
que Moshé endulzara las aguas en Mará, los hijos de Israel continuaron su viaje
por el desierto y también se quejaron, como está escrito:
“Partió
luego de Elim toda la congregación de los hijos de Israel, y vino al desierto
de Sin, que está entre Elim y Sinaí, a los quince días del segundo mes después
que salieron de la tierra de Egipto. Y toda la congregación de los hijos de
Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto; y les decían los hijos de
Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de YHVH en la tierra de Egipto, cuando
nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues
nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud”
(Shemot 16:1-3)
En el
exilio vemos que las personas a través de sus quejas, están dispuestas a negar
toda la bondad del Eterno por necesidades básicas, como: “llenar los estómagos”
Los Israelitas llegaron decir: “Ojalá hubiéramos muerto por mano de YHVH en la
tierra de Egipto” solo porque no tenían la suficiente fe en que Hashem los iba
alimentar, ni la mínima decencia de dar gracias por que hasta ese momento, èl
no los había dejado ni desamparado.
Una
persona que depende de las cosas externas para dar gracias aun es esclava de
sus propios deseos. De aquí aprendemos la enseñanza del emisario Yaacov: “Pedís
y pedís mal para gasta en vuestros deleites”, porque en realidad no está
prohibido pedir, pero siempre debe hacerse con agradecimiento, con alegría,
dando gracias a Hashem por lo que ahora se tiene. Según la Mishna la verdadera
redención o libertad es la del hombre que puede vivir agradecido en esta
situación: “Pan con sal comerás, agua con mesura beberás, sobre el piso
dormirás” (Tratado avot 6:4)
Esta es
la fuente de todos nuestros sufrimientos, la falta de gratitud. El no actuar
como personas decentes, un ser humano digno, por más materialista que sea, debe
decir por lo menos “gracias” por todo lo que se hace por él. Cuanto más un hijo
del Eterno debe tener su boca llena de gratitud todos los días de su vida. Sin
embargo, la costumbre de quejarse es habitual en nuestra sociedad, pero poco y
nada se sabe de la buena costumbre de dar gracias siempre por todo, incluso por
lo malo.
Nos dice
la tradición Judía y explica que si una persona piensa que sus oraciones
deberían ser respondidas – ya despertó juicios severos para ella misma- Si una
persona confía en sus meritos y no en la bondad de Dios, sus obras son
revisadas exhaustivamente y tanto más cuando demanda algo o se queja.
LA
ORACIÒN EN FORMA DE QUEJA NO SOLO NO ES RESPONDIDA, ESTIMULA MÁS DURAS
SENTENCIAS
No hay
peor pecado que la ingratitud, y es que ya lo hemos dicho, la misma, no esta
relacionada con el nivel espiritual de una persona, sino que es una
característica que todo ser humano debe tener de forma natural, todos saben dar
gracias a quien les ha hecho el bien. Cuanto más terrible será, no solo no dar
gracias, sino que llorar grat uitamente. A ningún Padre o Madre le agrada el
lloriqueo gratuito y constante de sus hijos cuando reclaman por algo insólito
que no necesitan. Y es que estamos hechos a la imagen del Eterno, y la misma
relación que tenemos con los hijos, es la que Hashem tiene con nosotros en su
calidad de Padre.
La peor
de todas las quejas del pueblo de Israel, fue el llanto infundado que hicieron
cuando oyeron las palabras de los espías que calumniaron a la tierra de Israel
(Parasha Shlaj Leja), registrado en el libro de Bemidbar (números). Nos dice la
tradición Judía que cuando Hashem vio el llanto gratuito de Israel, sin
fundamento alguno, por la “lashon Hara” de los espías, entonces el Eterno les
dijo: “USTEDES LLORARON EN VANO, AHORA YO ESTABLECERÉ QUE LLOREN EN SERIO A LO
LARGO DE SUS GENERACIONES”
El
lloriqueo gratuito trajo una consecuencia perdurable hasta estos días,
sufrimientos y penurias y años de exilio por causa de las quejas infundadas.
“CUANDO
UNA PERSONA LLORA Y SE QUEJA, EL CIELO REVISA SUS ACTOS, Y SU LLANTO Y QUEJAS
SON INFUNDADAS, ENTONCES EL CIELO LE DA RAZONES VERDADERAS PARA LLORAR Y
QUEJARSE, Y SI LA PERSONA A PESAR DE LO MALO ES DE CORAZÓN AGRADECIDO, ENTONCES
EL CIELO LE DA VERDADERAS RAZONES PARA DAR GRACIAS”
Nos
cuentan nuestros sabios que el llanto de los hijos de Israel, ocurrió un día 9
del mes de mes de av. Los rabinos establecieron un ayuno justo en ese día todos
los años, que conmemora los dos eventos más tristes de la historia judía; La
destrucción del Primer Templo (construido por el rey Salomón), y la del Segundo
Templo. Estos hechos acaecieron en el mismo mes de AV Y EL MISMO DÍA 9. Tal
como el pueblo lloriqueo infundadamente ese día, Hashem les dio dos razones concretas
y fundadas por todas sus generaciones para llorar.
Si nos
damos cuenta el pueblo de Israel, no actuó actos de lujuria, ni de actos de
idolatría, ni de hechicería, ni de actos de robos y asesinatos, todo lo que
hicieron fue lloriquear infundadamente una noche, ¿Cómo es posible que existan
entonces que Hashem castigue a Israel hasta el día de hoy por el llanto de una
noche? Y es que en realidad el Eterno no está castigando a Israel por llanto de
esa noche, sino que por la ingratitud diaria que hay dentro del pueblo. Por
esta razón tenemos graves problemas, divorcios, muertes, enfermedades,
tribulaciones, porque el llanto y el lloriqueo diario es una práctica normal, y
hemos pensado que es normal estar todo el tiempo llorando delante del Creador.
Es más, muchas personas solo conocen al Eterno a través de los sufrimientos,
pero muy pocos lo conocen a través de el agradecimiento.
El
Eterno desprecia tanto la ingratitud, no puede soportar el lloriqueo gratuito,
y las quejas infundadas, porque en realidad toda queja siempre es infundada
delante de Hashem. No hay quejas delante de él que sean admitidas, él gobierna
su reino como el más excelente y justo Rey y Juez, sus veredictos son verdad
todo el tiempo.
Cuando
nuestro Padre Iaacov lucho con el ángel de Esav (tradición) (Génesis 32:27-33)
al amanecer el ángel le dijo: “DEJAME IR PORQUE DEBO RETORNAR AL CIELO A CANTAR
MI CANCIÓN DE ALABANZA” Jacob le respondió al ángel: “NO TE DEJARE HASTA QUE ME
BENDIGAS”, Entonces el angel bendijo a Iaacov: “NO SE LLAMARA MAS TU NOMBRE MÁS
TU NOMBRE IAACOV, SINO ISRAEL”
Pero,
¿Qué bendición puede ser cambiarle el nombre a una persona? Si recordamos la
vida del patriarca podremos ver que hasta ese momento, había sido una vida
llena de engaños, pruebas y sufrimientos a causa de sus malas decisiones, pero
solo hasta ese momento, porque él ángel le daría una bendición que cambiaría su
vida y es que esta bendición consistiría en lo siguiente:
El
nombre Israel, en hebreo se escribe de la siguiente forma:
ישראל
Del
mismo modo la expresión “Canción a Dios” contiene las mismas letras que
“Israel”:
La
bendición del ángel consistía en que desde ese momento Iaacov tendría una
canción en su alma para Hashem, pues la bendición que pueda recibir cualquier
persona tiene su origen en la gratitud. El ángel bendijo a Iaacov para que él
llegue al nivel espiritual, en el que él siempre cante a Hashem, en toda
situación que se encuentre, sea buena y mala, esa es la finalidad de Israel,
que siempre sean agradecidos del creador, que publiquen al mundo su gratitud.
No hay otra finalidad más grande que esta, que a través de nuestras acciones,
oraciones, y liturgias proclamemos al mundo las bondades de nuestro Elohim,
como está escrito:
“Yo he
creado este pueblo pata Mí, mis alabanzas proclamara” (Isaías 43:21)
Que el
Eterno nos de corazón lleno de gratitud, y este Shabat entremos en sus atrios
con acciones de gracias, pues solo con la gratitud se abren todas las puertas
cerradas, todos los candados y seguros que parecen impenetrables, son
derribados con las palabras de agradecimientos al Creador, incluso los pecados
más serios, los pecados que parecen que no tienen perdón, pueden ser remediados
y perdonados, si el hombre entrega su vida para agradecer al Creador, pues todo
es medida por medida, si estas en tinieblas, llanto y quejas, lo que debes
hacer es doblegar ese mundo espiritual con luz, agradecimientos, y alabanzas,
entonces cuando aceptes con amor los designios celestiales, y las consecuencias
de tus malas acciones, él mismo creador aceptará con amor tu servicio y anulara
todos los malos decretos contra ti, se paciente y vive agradecido de todo.
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