viernes, 31 de diciembre de 2021

Parashat 14 Vaera - La unidad del ejército de HaShem


Aliyá 3 – Cap 6:29 – 7:7 – Comentarios:

“El Faraón no te hará caso y Yo pondré Mi mano sobre Egipto; y sacaré a Mis Ejércitos, a Mi pueblo, los Hijos de Israel, de la tierra de Egipto, con grandes juicios” (Éxodo/Shemot 1:5)*

En este versículo hallamos uno de los títulos menos conocidos que recibe Israel, por ser pocas veces mencionado en el texto de la Torá: “Mis Ejércitos”.

De este nombre: “mis ejércitos”. Podemos aprender cómo es que HaShem piensa de nosotros, como su congregación y que espera de nosotros. La denominación de “ejército” aplica solo cuando estamos unidos, mas no cuando estamos divididos.

HaShem nos ve como una legión de soldados uniformes. Cuando nos unimos para cumplir su voluntad. Así nos ve él, a pesar de estar repartidos por todo el globo terráqueo. Pues sí, cada festividad, cada mandamiento que hacemos como nación, cada día santo que guardamos para ÉL, nos convierte en el ejército de HaShem que hace su voluntad.

El pueblo del Eterno logra mucho cuando se une en un solo objetivo. Por eso es que cuando en shabat donde quiera que sea, cada hijo del eterno recibe el sagrado día, nos unimos a millones de personas que hacen lo mismo, y generamos una unidad nunca vista otro día de la semana. Ya no es una sola persona, sino que en shabat es el cuerpo del Mesías unido en todo el mundo. Lo cual tiene un gran impacto en los cielos. Por eso decimos que en Shabat HaShem atiende solo a su pueblo. La unidad que provocamos es tan grande que crea una atmósfera de poder única que no se puede describir en palabras, y que no se puede comparar a ningún otro día de la semana, solo shabat es la causa de dicha unidad.

Imagínense lo que lograríamos si cada miembro del pueblo provocará esta unidad en conciencia real de lo que está sucediendo, sin menospreciar a nadie y con el deseo de unirse a toda la congregación del Mesías Yeshúa en el mundo, ¿Qué lograríamos? ¿Qué Shabat sería ese?

Como vemos la “unión” nos transforma en un “ejército” listo para batalla. Porque es cierto que la unidad da la victoria a los soldados en las guerras, más la división los confunde y los lleva al fracaso.

Deberemos pensar mucho más en cómo lo hacemos para unirnos a nuestro hermanos, que pensar en todo aquello que no nos une y nos separa de nuestros hermanos en el mundo.
Por lo cual dejemos atrás las niñerías y los infantilismos. Abandonemos la inmadurez espiritual y el egoísmo. ¡Seamos generosos con los demás! Si ella o él piensan distinto a ti en algún punto interpretativo en las escrituras, ¡déjalo ya!, ¿Desde cuándo somos los dueños de la verdad? ¿No está escrito: “La suma de tu palabra es verdad”? Así que aquello por lo cual tu juzgas y te separas de tu hermano, quizás sea aquello que te falta y lo que necesitas sumar en tu vida para triunfar.

Hay fundamentos básicos de la doctrina que nos deben unir. Eche una leída con calma lo que escribe el autor de hebreos en el capítulo 6 de su carta, donde cita los “rudimentos” de la fe en el Mesías Yeshúa. Lo cual nos abre una inmensa gama y espacio de temas los cuales podemos discutir y reduce a muy pocos los temas sobre los cuales no hay discusión alguna, como por ejemplo: “La fe en el Mesías Yeshúa, el arrepentimiento, la resurrección, el lavamiento en aguas. Más todo aquello que no quite los fundamentos de nuestra fe, puede ser parte del análisis sincero que debemos hacer mientras buscamos la verdad. ¡Está permitido discutir y buscar la verdad en aras del cielo!

Debemos ser personas capaces de oír al otro. Debemos ser “enseñables” y debemos amar a nuestro hermano, quien quiera que sea este, como sea que piense, y como sea que interprete las escrituras, si no pasa a llevar los fundamentos de nuestra fe en el Mesías Yeshúa.

Como está escrito: “Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también el Mesías. Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu” (1 Corintios 12:12-13)

Abraham ben Yaacov

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