domingo, 22 de marzo de 2015

El precepto de creer en Dios


Está escrito en nuestra bendita Torá: "Yo soy HaShem tu Dios..." Lo cual nos muestra que el principio más fundamental de las escrituras es DI-S mismo. La voluntad más perfecta del Creador, es que todas las personas, sean judías o sean de las naciones, puedan “apegarse a Di-s”, y esto solo puede comenzar cuando la persona cree que su existencia radica en que hay una existencia única y verdadera, la cual es Di-s y que solo de él dependen todas las demás “realidades”.

La persona debe creer que es Dios quien hizo los cielos, la tierra, y todo cuanto hay podemos ver, y también aquello que no podemos ver. Los rabinos nos enseñan que uno de los tres preceptos, por el cual la persona debería dar la vida, al punto de perderla, es el precepto de la creencia en Di-s. Es decir, antes de negar nuestra fe en Di-s debiésemos estar dispuestos a morir. Esto nos muestra que para los sabios judíos, y para las sagradas escrituras, el precepto de creer en Dios, es sumamente importante y profundo. Yo diría que creer en Di-s, bendito es, es la diferencia entre la vida y la muerte, es tener una vida con “emuna” (confianza en Di-s) que es infinito e limitado, o tener una vida sin “emuna”, (negando su existencia) pensando que el hombre es suficiente para resolver todos sus dilemas, y lograr su propia felicidad apoyado en que solo él es la persona que hace la única realidad comprobable. Lo cual, ya está demostrado que es un terrible error, pues más allá de toda la inteligencia del ser humano, y de sus tremendas capacidades que puede tener, el ser humano finalmente dejara de existir, y sus habilidades, inteligencia, y todo lo que tiene llegara a su término en este mundo, junto con su muerte o con alguna tragedia en vida. Pero Di-s NO, es la única existencia real, por la cual se sostienen todas las demás realidades, y la persona que cree en esto logrará finalmente trascender todas las barreras de los miedos, los temores y los problemas, pues tiene puesta su confianza en aquel que es la esencia de la vida, y la raíz suprema de todas las cosas.

La persona puede elegir vivir su vida como que Di-s no existe, alegando con sus acciones que no necesita nada de él, ignorando las señales de la vida, los sufrimientos, y reaccionando con una actitud autosuficiente a todo lo que le sucede. O bien, puede elegir vivir su vida demostrando que cree en la existencia de Di-s, y por eso, vivir haciendo un trabajo espiritual diario, apegándose al Creador, a través de las buenas acciones a los demás, a través de la tefila (oración) en privado, a través de las acciones de gracias, a través de la caridad, y de tantos medios que permitirán que logremos el fin del “Y te apagaras a ÉL” (Deuteronomio 10:20). Si la persona logra entender que no hay ninguna otra realidad que no sea Di-s: Sonidos, olores, colores, razas, lenguas, dinero y pobreza, salud y enfermedad, bien y mal. Entonces sabrá también, que sus sufrimientos y necesidades en este mundo, tienen un solo propósito. Hacer que Di-s se apegue a él y que él se apague a Di-s.

El precepto de Shemot 20:2: " Yo soy HaShem tu Dios, que te saco de la tierra de Egipto." nos sugiere que este precepto de la creencia en Di-s, no tiene que ver solamente, con "una creencia", sino que con una demostración de Di-s, y una aceptación por parte de la persona, de que Di-s "que nos saco de la tierra de Egipto" hace milagros, e INTERVIENE siempre en las realidades humanas, y no solo las realidades de los judíos, sino que en las realidades de todas las personas del mundo. La Torá dice: (Deuteronomio 04:35). "Se te ha mostrado, con el fin de conocer, que HaShem, Él es el Di-s no hay otro fuera de Él."

Shavua Tov – Buena Semana.

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