lunes, 23 de marzo de 2015

El día en que el Eterno será uno



Rashí el gran comentarista de la Torá, dice respecto del pasaje del Shema, escrito en el Sefer Devarim/Dt. 6:4: “Esta declaración significa que El Eterno que ahora es nuestro Dios, pero que ahora no es el Dios de todas las naciones, en el futuro, será “UNO”, como está escrito en los profetas: “Porque en aquel entonces yo transformare a las naciones, para que expresen en un lenguaje claro, y así todos invoquen el nombre del Eterno” (Tzafaniá-Sofonias 3:9)

Asimismo está escrito fue dicho por el profeta: “HaShem será rey sobre toda la tierra. En aquel día HaShem será uno, y uno su nombre” (Zejaria 14:9)

Lo cual implica que en el presente HaShem no es el rey de la tierra, pues no todos los humanos aceptan el yugo de su reinado, aunque en un sentido alto él es Juez y Rey de la tierra, pues sus juicios y designios se hacen tangibles todos los días y en cada momento, en un sentido más literal, su reinado se presentara en el futuro de forma literal, con el rey Mesías, el hijo de David. También entendemos del pasaje del profeta Zejariá, que HaShem en la forma en que el ser humano percibe todas las cosas, no logra ser uno, sino que muchos. De ahí la existencia de tantas formas espirituales y religiosas de entender a Di-s. Sin embargo, se nos promete que en el futuro el rey Mesías traerá una Torá tan elevada que lograra unir el pensamiento de todos los seres humanos en una sola verdad, y todos sabrán que Di-s es UNO, y que UNO es su nombre, como está escrito: “Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de HaShem, a la casa del Di-s de Yaacov; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Tsion saldrá la ley, y de Ierushalayim la palabra de HaShem” (Yeshayahu-Is. 2.2)

A pesar de que hoy las personas perciban muchos poderes: “el bien y el mal”, “Satanas y Dios”, (como si ÉL pudiese tener enemigos, lo cual es irrisorio), y tantas otras maneras de percibir el mundo, como si esta creación actuara de forma independiente del Creador, esto es solo muestra de lo que venimos afirmando, que en el futuro, está percepción ilusoria de Di-s, se acabará cuando todos claramente puedan percibir su unicidad y lo llamen por su nombre (entiéndase algo mucho más profundo que una mera pronunciación o un mero titulo). Decimos que el poder de la esencia divina depositado en el sagrado nombre de las cuatro letras (yod key vav key), finalmente se revelara a todos los hombres. Cosa que hoy no podemos entender con los sentidos nublados, y por la carencia de espiritualidad.

Hoy por hoy, tenemos la tarea de unirnos al Eterno, a través del “devekut” “apegarse” al Creador como lo exige en la Torá, y así lograr conectar con ÉL, y ese mundo celestial donde él es enteramente uno. Esto nos muestra el propósito del trabajo espiritual de todas las personas, sean judías o sean gentiles, el propósito del esfuerzo espiritual es lograr apegarse al Eterno, y ser UNO con él. Como nos enseñara Rabenu Yeshuá: “La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno” (Iojanan-Juan 17:22) Esta gloria que Rabenu Yeshuá les dio a sus alumnos, y nos da aún a todos sus a sus discípulos, nos sirve como una guía para lograr el devekut con el Santo Bendito. Habría que profundizar en qué consiste esa gloria- del hebreo “kabod”, pero no es nuestro tema, aunque si cabe señalar que esa gloria en realidad es un PESO, una carga, una responsabilidad que al ser llevada con esfuerzo, la persona logrará llegar al devekut más profundo con el Creador.

La llegada del Yeshuá ben Yosef trajo consigo un gran avance en esta unidad entre Di-s y el hombre. La llegada del Mesías sufriente (Isaías 53) implicaba no solo la salvación de las ovejas perdidas de la casa de Israel (Mateo 10:6), sino que además la reconciliación del ser humano, las naciones, con Di-s. Cuando la mujer Samaritana hablo con él de cómo y dónde se debía adorar, Rabenu le respondió: “Yeshuá le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre,…Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Iojanan-Jn. 4:21-23-24)

La hora había llegado, no solo se adoraría en Ierushalayim, sino que en todo lugar del mundo, donde existan adorares en espíritu y verdad, porque finalmente es lo que Dios busca, que TODOS los hombres le conozcan. Y aunque nuestro mesías aclara: “que nosotros sabemos lo que adoramos” aludiendo a los Judíos, que saben que Dios es UNO, y que “el es nuestro Dios” (Deut 6.4), ahora era el tiempo de Dios, donde Él comenzaría a revelarse al mundo para ser también el Dios de todos los que sinceramente se acercan a ÉL. Por lo que podemos decir, que si bien hay un orden: “la salvación viene de los Judios”, es decir, a través de ellos sabemos “como adorar”, ahora todas las personas tienen un libre acceso al “devekut” al servicio íntimo con el Creador. Como escribiera el Rabino Shaul de Tarso: “Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación., mediante el madero reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca” (Efesios 2:16-17)

Y no solamente la unión de ambos pueblos, sino que una unión CELESTIAL, en el mundo de la unidad, donde está el Mesías sentado a la diestra de Dios, nos hizo sentar con él, para estar unidos a Dios. Como escribiera el Rabino Shaul: “Y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con el Mesías Yeshuá” (Efesios 2:6) y luego escribiría: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en el Mesías Yeshuá. Y si vosotros sois del Mesías, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa” (Galatas 3:28-29) 

Si nos hizo sentar en lugares celestiales con el Mesías Yeshuá, entonces todo lo que dice Rabino Shaul, en relación a la identidad de los alumnos y creyentes de las naciones, es en relación al mundo de la unidad celestial, donde no hay judío ni griego, donde no hay hombre y mujer. Es decir en él, ellos son UNA UNIDAD, la cual recibe el nombre de Pueblo e hijos de Dios. Sin embargo, sabemos que en este mundo, que no es el mundo de la unidad, sino que el mundo de la división, si hay judío y griego, y si hay hombre y mujer, y así Dios quiere que sea. Dios quiere que existan estás diferencias. Dios ama al Judío, y espera que él se una a él a través del devekut observando la Torá, y Dios ama al gentil, y espera que él se una a él a través del devekut, observando la Torá que a él le compete.

Todo este trabajo de restauración de unidad y acercamiento entre Dios y el hombre, comenzó en el Sinai, cuando Dios le dio los mandamientos a Israel, y cuando hace más de dos mil años, la vida y la muerte de Yeshuá ben Yosef, permitió la entrada de millones y millones de almas gentiles, a la fe del Dios de los Judíos, quien es también ahora, el Dios de todos los hombres, y quien en el futuro será visto claramente por todas las almas sin excepción, el día en que todos adoren al Padre en espíritu y verdad y el primer mandamiento de la Torá, el Shema Israel, tenga un alcance totalmente universal. Como está escrito:


“Porque desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi nombre entre las naciones; y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda limpia, porque grande es mi nombre entre las naciones, dice HaShem de los ejércitos” (Malaquías 1:11)


Shalom en el Mesías.

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