"Y esta es la acusación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, pues sus obras eran malas". (Iojanan/Juan 3:19)
¿Cómo es posible que los hombres quieran más las tinieblas que la luz? Lo cierto es que, así a sido desde que el hombre existe en este mundo.
El primer hombre, nuestro Padre Adam, fue un ser de luz. De hecho así comentan los sabios rabinos que su piel era como una vestidura luminosa, pero cuando él pecó su piel perdió toda su luminosidad. Quizás sea por eso, que el único rastro que queda en nuestros cuerpos de aquella vestimenta de luz, sean nuestras uñas, que al contrastarlas con las luz, brillan, diciéndonos tal vez:
¡TÚ eres un ser de luz!
Explicaron también nuestro sabios de la mística judía, que las almas le pidieron al Creador, no disfrutar de la luz infinita de forma gratuita, sino que ellas también deseaban ganarse el pan (el beneficio a recibir luz). Y es que las almas, al ser vasijas que reciben luz constante, se empaparon del Creador, y nació en ellas también el deseo de dar, así como el Creador, que constantemente nos da.
Por lo que las almas, al ser empapadas de luz, ya no querían solamente recibir, sino que ahora, trabajar para recibir la luz, y luego dar para recibir. Y así, es como todo comenzó...
Por lo tanto la Torá nos dice: "HaSHem dijo: sea la luz", y aquella luz original, la primera de todas, fue reservada según nuestros sabios, solo para los justos, para aquellos que trabajen y ganen el mérito de recibir de ella.
Por lo que, no podemos olvidar nuestro objetivo en este mundo: Hemos venido a este mundo, siendo vasijas, a llenarnos de "luz".
El punto es que "los hombres amaron más las tinieblas que la luz". Y es que, cuando la vasija no se llena con la luz del Creador, el proceso automático que ocurre en la vasija, es que se llene por osmosis con algo contrario; con las tinieblas.
Sin embargo, el trabajo espiritual, le permite a las almas apegarse a la luz de verdad, seguir su camino, como escribiera también Iojanan: "él (el Mesías) es la luz verdadera que alumbra a todo hombre", pero al contrario, quienes no buscan llenarse de su luz infinita, el solo hecho de estar quietos, les implica llenarse de oscuridad. Por que al ser vasijas, siempres debemos llenarnos con algo, ya sea de luz si trabajamos por ello, o ya sea de oscuridad sino trabajamos en ello.
Los hombres amaron más las tinieblas, porque ser llenos de tinieblas es tan fácil como no hacer nada, y dejar que eso suceda automáticamente. Los seres humanos, nos apegamos a la oscuridad, porque no representa ningún esfuerzo espiritual llenarse de ellas. Es sumamente fácil y atractivo para el alma, "beneficiarse de luz oscura" que son los placeres de este mundo, porque no significa un sacrificio ni para el corazón, ni para el cuerpo.
Cada vez que nos enojamos, elegimos "amar las tinieblas", cada vez que mentimos elegimos: "llenarnos de oscuridad", cada vez que nos quejamos, damos paso a ser llenos de más tinieblas, y cada vez que no hacemos nada, ni el más mínimo esfuerzo por mejorar, solo estamos dando paso, a que de apoco, sigamos siendo llenos de más oscuridad, porque es fácil, y porque: "los hombres aman más las tinieblas que la luz".
Pero, podemos cambiarlo, y en esta festividad de Janucá, traer sobre nosotros esa luz que lo alumbra todo, que le da esperanza a cada segundo de existencia en este mundo. Porque cada vez que nos alegramos, elegimos llenarnos de luz, cada vez que pensamo en HaShem y meditamos en sus bondades, estamos dando espacio a iluminar nuestros corazones con la verdad. Cada vez que tenemos emuna ante las desesperanzas y depresiones de este mundo, estamos venciendo las tinieblas, llenandonos de luz, y permitiendo que el Mesías viva dentro nuestro, como está escrito: "no vivo yo, más ahora el Mesías vive en mí". Cada vez que elegimos obedecer al Eterno, Creer en su hijo el Mesías Yeshúa, estamos trayendo mucha luz, y redención no solo a nuestras vidas, sino que a todos aquellos que nos rodean.
Seamos vasijas que se llenen con la luz infinita, que quieran las luz más que las tinieblas, y que vivan para dar luz a este mundo inmerso en egoísmo y oscuridad.
Jag Januca Samaej.
Abraham ben Yaacov.
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